miércoles, 14 de septiembre de 2022
EL "SISTEMA" ES EL ESTADO, NO EL CAPITALISMO, QUE SOLO ES SU MODERNA FORMA ECONÓMICA
Efectivamente, la
burguesía fue en su momento una clase nueva, revolucionaria, producto emergente de la
revolución cultural (Ilustración) y tecnológica (revolución
industrial), necesitada de “innovar” su propia forma de Estado
burgués, el todavía actual, hegemónico
y moderno estado-nación-capitalista. Pero a poco que indaguemos en sus
principios ideológicos y en su ordenamiento estructural,
apreciaremos que su matriz sigue siendo en esencia la misma del
Estado neolitico original: jerarquía social y propiedad, de la
Tierra y del Conocimiento. La complejidad del mundo actual no puede ocultar este hecho, la globalización capitalista no puede prescindir de su intrínseca naturaleza estatista, propietarista, depredadora y competitiva. La rivalidad entre Estados es tan consustancial al Sistema como lo es entre las empresas -por ejemplo, entre Apple y Microsoft- que siendo enemigas pertenecen al mismo Sistema.
Sin
embargo, hay quienes han indagado
“en vivo” las relaciones de poder en las sociedades primitivas y
han llegado, como Pierre Clastres (“La sociedad contra el Estado”,
1974) , a
conclusiones bien distintas, proponiéndose
demostrar la falsedad de la idea de que todas las sociedades
necesariamente evolucionaron desde un sistema tribal, básicamente
igualitario o comunista, a sistemas jerárquicos y en definitiva
estatales. Frente a la cosmovisión economicista-marxista de la historia,
P.
Clastres
observó y argumentó que en las sociedades primitivas existe un
predominio de la esfera política por encima de la económica, lo que
expresó certeramente en el concepto de “deuda”, por
el que
las sociedades primitivas imponen al líder o jefe tribal una deuda
permanente, que impide
a éste
convertir
su prestigio en poder separado de la sociedad. Pero
al
surgir el Estado neolítico se produce una inversión de esa
deuda, y
a partir
de
esa inversión
la comunidad pasa
a estar en deuda
permanentemente con su soberano. P.
Clastres demostró que
las sociedades no jerárquicas poseen mecanismos culturales
que, de
hecho, impiden
la aparición de figuras de poder, bien
aislando a los posibles candidatos a jefe o
monarca,
o neutralizando
completamente su
poder, creando otro
poder limitado
al Consejo,
con autoridad reducida
a
actividades rituales o a hablar en nombre de una ley
ancestral, inalterable,
que impide
toda evolución hacia el Estado, sino, más
bien, hacia la reproducción de
formas igualitarias
de socialización,
contrarias
a la centralización y jerarquización
del
poder, en una guerra permanente contra la estatización de las
sociedades.
Incluso el pensamiento anarquista incurre, como el resto de las ideologías surgidas de la modernidad burguesa, en la misma ignorancia de sus propias contradicciones, cuando califica
como “robo” a la propiedad de la tierra, al mismo tiempo que la reclama "para quien la trabaje". Yo reclamo
un derecho de uso, nunca de propiedad, de la Tierra y del Conocimiento humano. Reclamo su declaración conjunta y unilateral, como Procomún Universal democráticamente autogestionado por cada comunidad humana en su espacio geográfico-convivencial, con responsabilidad social y ecológica universal. Lo que solo será posible a partir de un
Pacto o acuerdo a escala de especie. Pero no soy tan ingenuo como para esperar que este Pacto del Común Humano se produzca expontáneamente, ante un previsible colapso del Sistema, o por un repentino momento de iluminación y arrebato "ético" de la Asamblea de la ONU. No, pienso que este Pacto puede hacerse ya, entre personas de una misma comunidad convivencial, por pocas que seamos al principio.
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