POR CAMINAYO Y OTROS AFORTUNADOS OLVIDOS
En el libro "Hadas" de Jesús Callejo se cuenta: "... en el puerto de Pandetrave, junto al arroyo Mostajal, dicen que verse no se ven, pero se oye a las janas cantar con el acorde y acompañamiento de las aguas y del viento en el hayedo del otro lado del valle del Puerma. Por su parte, en Caminayo (aldea de seis vecinos y veintidós habitantes) existe una hermosa tradición sobre estos seres femeninos. Ya el nombre de Caminayo parece que tiene relación con las "Camenae" (las camenas) ninfas de las fuentes parecidas a las musas, que tenían su santuario cerca de la puerta Capena, en una de las siete colinas de Roma. Se asegura por los "bajinis" que hay una jana encantada en las cuevas de caliza de Caminayo que guarda celosamente un tesoro consistente en dos escudillas de oro, esperando a ser desencantada en alguna noche sanjuanera".
Antonio Gamoneda |
El caso es que ayer fue un día de esos que uno no puede resistirse a
calificar de "perfecto". Queríamos volver, tras varios años de ausencia,
a perdernos por las vecinas Tierras de Valderrueda, que al occidente
lindan - por Guardo y Velilla - con nuestra Montaña Palentina. En el
camino a Guardo suena en la radio la voz de Antonio Gamoneda, el poeta
leonés y universal. No puede ser casualidad. Suena con su lúcida y asentada palabra, con noventa años de historia, fruto, sin duda, de ese trabajo que consiste en devastar cada
palabra hasta sacar de su entraña el sentido poético que pueda
redimirla de su vacuo y confuso significado ordinario, producto de oficiales decretos. "Las grandes ciudades son unas salvajadas", decía, entre otras cosas no menos sensatas, el poeta de aquel Blues Castellano que prohibiera la censura franquista. Mientras íbamos camino de Caminayo.
Y junto a la iglesia, el hermoso y remozado lavadero-mentidero con todos sus chorros en activo, en un paraje idílico, junto al Camino de los peregrinos que desciende por entre hayas y robles hasta Morgovejo.
Nos acercamos a conocer por dónde entra en Caminayo el Camino que viene de Velilla del Río Carrión cruzando la montaña.
Cuando ya salíamos del pueblo, en medio del silencio de las calles vacías, nos cruzamos con un vecino muy amable, con el que enseguida entablamos conversación, no sin antes invitarnos a probar las endrinas que venía de recoger. Le contamos de donde veníamos y que estábamos preparando el recorrido que haremos con más gente por esta etapa del Camino Olvidado. Nos dijo que había sido minero y que los de Caminayo entraban por aquí a la misma mina de carbón por la que los de Velilla entraban por el otro lado de la montaña. Que ya no quedaba ni un ganadero y que la poca gente que queda se llevaba muy bien. Le dijimos que eso se nota nada más entrar en el pueblo. Enseguida se sumaron a la conversación dos paisanos más y luego una paisana, con lo que hicimos un corro. Adiós, hasta más vernos, será pronto, cuando vengamos a hacer la travesía de Velilla a Caminayo, por este olvidado Camino.
Apenas despedirnos, en la fachada de una casa que nos parece deshabitada y más un bar que vivienda, nos sorprende la gráfica memoria del "vexu kamin" de los peregrinos altomedievales, que así se recuerda en este lugar de Caminayo, "nel faular das xentes d'eiqui".
Bajando por la carretera de Caminayo a Morgovejo no pudimos por menos que parar a fisgar la entrada de algunas de las muchas cuevas que nos pareció ver cuando subíamos por la mañana. Una parada en la primera que vimos, con un cartel que dice "Cueva de la vieja del monte". Se guarda en ella un pequeño cofre que no abrimos, pensando que ya no contiene las dos escudillas de oro de la leyenda y que ahora se refiere a la tradición popular que corriera por estos valles hasta cercanos tiempos menos industriales, la de aquella ninfa mitológica que venida a menos se quedara en "vieja del monte"; la misma vieja medio bruja que servía para meterles el miedo en el cuerpo a los niños traviesos de muchos pueblos, la misma "vejanera" de los carnavales de Silió en Cantabria y que la nuestra "viejanera" del endroido de Aguilar de Campoo, el carnaval de zamarrones y mascaritos.
Un día perfecto, que al atardecer, bajando el puerto de Monteviejo y ya cerca de Besande, nos mostraba esta maravilla de montaña perfecta que es nuestro Espigüete, al que vemos por su alba cara oeste, la que mira a las vecinas tierras de la montaña leonesa. ¡Qué bien!... qué buena idea la de ir hoy a Caminayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario