Impresionante despliegue mediático de la abstención |
La
categoría de “negocio”, atribuida a las convocatorias
electorales, no es gratuita. Es un negocio cuando el Estado pone
tanto empeño, propaganda y recursos públicos para que funcione,
para que la gente vayamos a votar. Es un negocio cuando la clase
política, los partidos, despliegan para ello, junto al Estado, no
menos medios y esfuerzos. Todo para convencer a los electores de la
necesidad de votar. Debe ser un gran negocio que se alimenta del
voto, cuando allí donde la gente deja de votar el Estado lo
convierte en obligatorio, como ya ocurre en algunos países, como
acabará ocurriendo en España si el negocio sigue decayendo, si la
abstención sigue creciendo.
El
negocio electoral hace propaganda de sí mismo como “máxima
expresión democrática”, “enfocado al interés general”. Pero
no deja oportunidad alguna a quienes lo critican, a pesar de ser la
abstención una opción legal, todavía.
Se
puede criticar a la derecha y se puede criticar a la izquierda, pero
no se puede criticar al negocio del que ambas partes son socias. La
abstención parece preocupar por igual a cuantos forman parte de
dicho negocio. A su parte derecha le preocupa que en la abstención
se oculten los confusos y desorientados, o peor, el desorden social,
la anarquía; como mal menor, preferirían un voto a la
parte izquierda, ¡pero que voten! A la parte
izquierda le preocupa la abstención tanto como a la derecha, porque
creen que esos votos “perdidos” son suyos, que se pierden a favor
de la derecha. Y, por tanto, ambas partes comparten el mismo interés
porque el negocio funcione, saben que la competencia
izquierda-derecha es uno de los mejores acicates para ello, porque
induce a tomar partido, moviliza a la clientela, motiva a votar, cosa
que resulta imprescindible para que la gente entre al tenderete,
para que el negocio funcione y siga adelante.
Cuando
se asoman a la puerta del tenderete y ven pasar de largo a gente con
aire de indiferencia, cuando ven que ni siquiera se paran a mirar la
propaganda, los empleados y sindicados del negocio se alteran,
transmiten su nerviosismo en privado, a sus allegados y familiares,
a los simpatizantes y militantes del tenderete, que acaban
compartiendo esa misma desazón, que piensan que “del negocio
vivimos todos”, que sin negocio la sociedad no podría funcionar.
Incluso, algunas veces, llegan a increpar descaradamente a los que
pasan de largo: oye, tú, que si te abstienes no tienes derecho a
criticar, que si te abstienes vas a ser cómplice de que siga
gobernando la derecha, que si te abstienes vas a permitir que vuelva
a gobernar la izquierda,...venga, anda, entra en razones, tontín,
entra, vota y no me toques los cojones.
Cierto es que procuran hablar lo mínimo de la abstención y que
cuando lo hacen públicamente, en los medios, lo hacen “en
positivo”, para animar al voto. Cierto es que la propaganda
electoral es de derechas, de izquierdas y estatal. La derecha hace
propaganda contra la izquierda y ésta contra la derecha; y todos
juntos (izquierda, derecha y Estado) hacen propaganda contra la
abstención. En mi opinión, al tenderete electoral le preocupa la
abstención injustificadamente... tranquilos, que no pasa nada, que
todavía no corre peligro el tenderete, que la mayoría de la
abstención lo es sólo por desafección o por falta de aprecio
(desprecio)...que la mayoría de la abstención (aunque ésto no
puede saberse) no tiene programa alternativo al tenderete;
tranquilos, que la parte que tiene programa apenas está organizada,
¿que está creciendo?... sí, bueno, pero no es para tanto, estad
tranquilos que, de momento, el tenderete no corre peligro, que a día
de hoy no hay negocio más seguro que vuestro tenderete.
Con
todo, lo más paradójico es que hay una parte de los clientes del
tenderete que tienen como objetivo entrar en el negocio para luego
cargárselo, dicen que no hay otra manera. Y suele ser buena gente,
gente de la parte izquierda del negocio. Llevan dos siglos diciendo y
haciendo lo mismo, no acaban de enterarse de que ellos son sólo
clientes (votantes), que ni son empleados ni dueños del tenderete y
que, por tanto, no debieran poner tanta fe en un negocio que les es
ajeno, que les reporta tantos disgustos y que, ¡además!, proyectan
destruir... El hábito partidario les hace monjes predicantes del
parlamentarismo, de la democracia burguesa. La fuerza de la costumbre
les impide comprender cuán valiosa es su aportación “involuntaria”
al fortalecimiento del negocio. Y aún así, se atreven a increpar
a los que se abstienen, se atreven a acusarles de ser cómplices del
éxito y mantenimiento del negocio, ¡a aquellos que no entran al
trapo propagandístico del tenderete, a los que muestran verdadera
indiferencia y desprecio por el negocio!...
Tienen
parte de razón cuando afirman que al Regimen se la refanfinfla la
abstención. Pero la experiencia histórica, si la tuviéramos en
cuenta, lo que nos demuestra es que lo que más se la refanfinfla es
el voto de la gente. No hay duda, lo que le importa al negocio es no
perder la clientela, que ésta entre a comprar al tenderete, cuantos
más mejor, que voten lo que sea, pero que voten, que sientan que eso
vale para algo y ¡hasta la próxima, Lucas!...ya lo creo que el
voto es útil.
Ese
tipo de clientes siguen creyendo en abstracciones del tipo “clase
obrera”, consideran una pérdida de tiempo aprender de la historia,
aún más el entrar a analizarla con pensamiento y opinión propia.
Si lo hicieran, sabrían que en la realidad (en eso que llamamos la
vida de la gente) las clases sociales existían mucho antes de que
Marx escribiera “El Capital”. Sabrían que en lo que concierne a
la libertad y autonomía de los individuos y las comunidades humanas,
siguen existiendo las mismas clases de siempre, sólo dos: dominantes
y dominados. Sabrían que lo que ha cambiado en estos dos siglos son
las formas de la dominación y sus estructuras, que ahora se
concentran en un sistema global, estatal y capitalista.
Estos
clientes de la parte izquierda piensan que quien se abstiene no hace
nada más que eso en su vida, abastenerse, piensan que abstenerse es
sólo un gesto mínimo e inútil, que no vale para nada, que nada
soluciona. Deberían explicarnos para qué ha servido el voto en los
dos últimos siglos, en las épocas de capitalismo estatal-liberal,
en las de capitalismo estatal-marxista o en las de capitalismo puro
(totalitario, estatal, sin disimulos). Yo creo que gran parte de los
que se abstienen sí saben para qué ha servido.
Comprendo
la enorme dificultad de comprenderse y reconocerse a uno mismo como
"clase obrera" que trabaja a favor del Regimen, a favor de la clase
dominante. Sin ejercicio de libre pensamiento estamos lejos de
adquirir conciencia, siquiera, de tal hecho; imposibilitados para
reunir la determinación y la fuerza social necesarias para el
derribo del Regimen; más lejos aún de abordar el proyecto
revolucionario que apunta a la emancipación y a la regeneración de
la maltratada vida humana. Sin pensamiento autónomo, sin romper con
el adoctrinamiento partidista, sin repudio de la dominación
estatal-capitalista, resulta imposible conocer la identidad,
naturaleza y artimañas del enemigo al que nos
enfrentamos......imposible entender los errores del pasado, imposible
superarlos...imposible imaginar, siquiera un esbozo, de la sociedad
que queremos, la que está por construir...imposible si
perseveramos, otros dos siglos más, en los mismos errores;
imposible si seguimos siendo clientela fiel del tenderete, negocio,
electoral.
Abstenerse
no es, pues, poca cosa. Claro que es insuficiente, lo sabemos. Por
eso, estamos haciendo algo más: nos estamos preparando y
organizando, desconectando de los medios de adoctrinamiento,
desenganchándonos de las múltiples adicciones que el aparato
estatal-capitalista nos procura todos los días; estamos anticipando
la democracia del futuro, la democracia sin adjetivos ni disimulos,
el autogobierno en asambleas soberanas; poco a poco, estamos
abandonando metrópolis y repoblando comarcas rurales; creando
cooperativas integrales y economías comunales, espacios de ayuda
mutua, autogestión y autonomía, promoviendo y practicando la
desobediencia civil...estamos en ello, poco a poco, pero va para
largo, ya lo dijimos, pero lo habéis olvidado: “vamos despacio
porque vamos lejos”.
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