Revolución Francesa |
Más de dos siglos de conspiraciones.
Nos sentimos revolucionarios porque "creemos percibir el ruido que hace la
hierba al crecer”. Ésta pasión que nos invade a quienes estamos en el 15M, fue
descrita así de poéticamente por Carlos Marx y podría ser el síntoma de que una
¿nueva? revolución ha empezado…pero yo creo que ésta de ahora no es sino una
reedición de la misma e inacabada revolución que se inició a finales del siglo
XVIII y casi simultáneamente, con la declaración de independencia de las
colonias británicas de Norteamérica en
1783, con la constitución de los EEUU de América en 1787
y con la rebelión republicana
contra la Francia absolutista de
1789.
La constitución de los
EEUU estaba inspirada en los principios
de igualdad y libertad que defendían los ilustrados franceses y se configuró
como la primera carta magna que recogía los principios del liberalismo
político, estableciendo un régimen republicano y democrático.
La independencia y democracia estadounidense causó un notable impacto en la
opinión y la política de Europa que, como bien sabemos, aún perdura.
“Sobre la revolución”, publicado en 1963, es
el libro en el que Hannah Arendt (Hanóver, Alemania, 14 de octubre de 1906-
Nueva Cork, Estados Unidos, 4 de diciembre de 1975) hizo una interesante comparación entre las revoluciones francesa y estadounidense. De acuerdo con su tesis,
la revolución francesa fracasó por el “Terror de Robespierre”, que intentó superar la
miseria social y crear una sociedad igualitaria sobre una base moral; la revolución
americana, por el contrario, pudo perseguir objetivos casi exclusivamente
políticos, porque la cuestión social no era tan candente. De esta forma fue
posible fundar una república libre, en la que el ciudadano tenía los
mismos derechos que sus conciudadanos en todos los asuntos públicos políticos,
manteniendo la pluralidad. Afirma Arendt que “la creencia filosófica en el
progreso no debe convertirse en un criterio en el ámbito político, tal como
sucedió en la revolución francesa. Precisamente la implementación de ideas
filosóficas fue lo que condujo al gobierno del terror. En la revolución
americana se materializaron los principios de la antigüedad y los de
Montesquieu: el principio de la separación de poderes y el
de la limitación del poder a través del federalismo de
repúblicas pequeñas con un poder central”.
La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo
en Europa, a fines del siglo XVIII. No fue sólo importante para Francia,
sino que sirvió de ejemplo para otros países , en donde se desataron conflictos
sociales similares, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como
era la monarquía. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, de los
privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista. Cuando llegó el
momento de decidir por la forma de gobierno, la alta burguesía apoyó a los girondinos,
oriundos de la provincia de La
Gironde , que querían llegar a un acuerdo con la monarquía e
instaurar una monarquía constitucional, es decir, tenía una actitud moderadora
respecto a los cambios políticos. Por otro lado, estaban los jacobinos,
que tenían ideas más revolucionarias y de cambios radicales, con tendencia a la
instauración de una república democrática, con derechos a la participación
política y con la aplicación de medidas más equitativas para la distribución de
la riqueza y la lucha contra el hambre popular. El nombre de jacobinos proviene
de que se reunían en asambleas, en un convento ubicado sobre la calle San
Jacobo. Los diputados de la asamblea decidieron eliminar los privilegios de la
nobleza, se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días
después la asamblea dicta la
Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, proclama que se transformó en la síntesis de
las ideas revolucionarias, basadas en tres banderas: igualdad,
fraternidad y libertad…que se concretaban en la libertad para comerciar,
la defensa de la propiedad privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
Los Enragés (literalmente, "los Furiosos") fueron un grupo radical activo durante la Revolución Francesa ,
situados a la izquierda de los jacobinos. Iniciado por Jacques Roux, Leclerc
Théophile, Jean Varlet y otros,
que creían que la libertad para todos significaba algo más que meros derechos
constitucionales. Fueron apoyados
por los Sans Culottes (literalmente, “Sin pantalones”).
Roux dijo una vez que “la libertad no es más que una cáscara
vacía cuando una clase se permite condenar a otra a la inanición y no a a las
medidas adoptadas contra ellos". Sus ideas fueron recogidas y desarrolladas por
Babeuf y sus asociados.
La
conspiración de los iguales. En
enero de 1796, la represión llevada a cabo por Napoleón Bonaparte, que ocupaba
la jefatura del Ejército del Interior, contra François Noel Babeuf y su
entorno, da lugar como reacción la creación de la «Conjuration
des Égaux», dirigida por Babeuf,
Darthé, Filippo Buonarroti y otros, creándose el llamado «Directoire
secret de Salut Public» y lanzando
una campaña propagandística destinada a agitar a las clases populares con el
fin de lograr la igualdad real que, aunque ya promulgada por la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789, no era puesta en práctica por la represión
que ejercía Napoleón.Babeuf decía: "No queremos la igualdad escrita en una
tabla de madera, la queremos en nuestras casas, bajo nuestros techos." Según
este grupo, la igualdad real sólo llegaría gracias a una revolución social que,
sucesora de la
Revolución Francesa , se constituiría como otra revolución mayor,
que sería la última y definitiva, así; por el optimismo imperante en la época
se anunció que pronto llegaría esta nueva revolución: la Revolución Proletaria.
La campaña debía terminar con un levantamiento, derrocar al Directorio y poner
en vigor la Constitución
de 1793, que nunca había sido aplicada. Pero el Directorio está informado al
detalle de la conspiración y el 10 de
mayo de 1796, los conjurados son detenidos por la policía. Babeuf y sus cómplices fueron
detenidos en mayo de 1796, llevados ante un alto tribunal reunido en Vendóme y
condenados el 26 de mayo de 1797: Babeuf y Derthé a la pena de muerte, y los
demás a la deportación.
El
pensamiento político de François-Noël Babeuf (1760-1797). Político, teórico y revolucionario, también conocido como Gracus dio a
conocer su pensamiento en
1789 con la propuesta de reforma fiscal igualitaria
contenida en su proyecto de "Catastro Perpetuo”. En palabras del
propio autor su intención era: "Demostración de los métodos convenientes,
para garantizar los principios de la base y la distribución justos y
permanentes y de la percepción fácil de una única contribución tanto sobre las
posesiones territoriales como sobre las rentas personales". Entusiasta partidario de la Revolución , arremetió
desde su periódico Le Tribun du Peuple (1794-96)
donde firmaba con el seudónimo de Gracchus Babeuf, tanto contra los jacobinos como contra el régimen que surgió de la reacción
termidoriana (1794-95). Postulaba la organización de la sociedad sobre la base
del trabajo en común y una revolución social que debía completar la revolución
realizada desde 1789, defendiendo, incluso, el empleo de la violencia y la
necesidad de un periodo de dictadura. Firme defensor de la abolición de la
propiedad privada y del derecho de herencia así como de la colectivización de
la tierra ha sido considerado como uno de los primeros teóricos del socialismo y, a
través de esa ideología, tanto un predecesor del comunismo como
un pre-anarquista.
El manifiesto de los plebeyos. En este documento, publicado en El Tribuno del
Pueblo y dirigido a Fouché, Babeuf anuncia
su programa revolucionario, que así comienza: “Proclamaremos, bajo la
protección de nuestras cien mil lanzas y de nuestras bocas de fuego, el verdadero
código de la naturaleza que jamás se hubiera tenido que infringir. Explicaremos
claramente cuál es la felicidad común, finalidad de la sociedad.Explicaremos
que la suerte de todo hombre no debía empeorar al pasar del estado natural al
estado social. Definiremos la propiedad. Probaremos que la tierra no es de
nadie, pero que es de todos. Probaremos que todo aquel que acapara más allá de
lo que puede nutrirle, comete un robo social. Probaremos que el pretendido
derecho de alienabilidad es un atentado infame y criminal
contra el pueblo. Probaremos que la herencia por familia, es otro horror
no menos grande; que aísla a todos los miembros de la asociación, y hace de
cada hogar una pequeña república, que no puede dejar de conspirar contra la
grande y consagrar la desigualdad. Probaremos
que todo lo que tiene un miembro del cuerpo social por
debajo de la suficiencia de sus necesidades
de toda especie y de todos los días, es el resultado de una expoliación de su
propiedad natural individual, realizada por los acaparadores de los bienes comunes”.
Rossvelt,
un siglo después: “Destruir este gobierno invisible (se refería al de
los “trust” industriales y financieros), para disolver la alianza impía de los
negocios y la política corrupta, es la primera y diaria tarea del Gobierno”. Esto
lo afirmaba Theodore Roosevelt, conservador, del Partido Republicano, con palabras
que nos recuerdan a algunas de las propuestas acordadas en las asambleas del 15 M . Y lo decía al poco de acceder a la
presidencia de los EEUU en 1901, tras suceder al presidente McKinley, muerto a
consecuencia de un atentado; el vicepresidente Theodore Roosevelt se convertía
así en el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos de América cuando
sólo tenía 41 años; fue un personaje de ideas contradictorias y su llegada al
poder desesperó a su propio partido, debido a sus avanzadas ideas sociales en algunos terrenos y, al mismo tiempo, demasiado conservadoras en
otros. Su presidencia marca el inicio del estatus de EEUU como gran potencia
mundial.
Enragés, mayo del 68. Otro grupo de “enragés” surgió en Francia en 1968,
entre los estudiantes de la
Universiodad de Nanterre. Estaban muy influenciados por el
movimiento situacionista y pasaría a ser uno de los principales grupos en el Mayo francés
de 1968. Sobre ellos, dice
René Viénet:…”El rechazo que en varios países abarcaba
ya a considerables estratos de la juventud, todavía no significaba en Francia
más que una mínima franja de grupos avanzados. No se podía observar ninguna
tendencia a la "crisis" económica, ni siquiera política. La agitación
iniciada en enero de 1968 en Nanterre por cuatro o cinco revolucionarios que
iban a construir el grupo de los Enragés,
debía ocasionar dentro de cinco meses la casi liquidación del Estado. Esto hace
reflexionar. La profunda crisis que entonces estaba latente en Francia existe
igualmente en todas las demás sociedades burguesas modernas. Lo que faltaba,
era una perspectiva revolucionaria real y su organización práctica. Jamás una
agitación emprendida por un número tan pequeño de individuos ha ocasionado en
tan poco tiempo tales consecuencias”.
El imperio de la vergüenza. En 2005,
tres años antes del advenimiento formal
de la crisis económica en la que estamos inmersos, Jean Ziegler
publicaba “El imperio de la vergüenza”. Ziegler es un analista político
cualificado: profesor de Sociología en las universidades de Ginebra y en La Sorbona de París, diputado
federal del parlamento suizo y, actualmente, Relator Especial de Naciones
Unidas sobre el derecho a la alimentación. En este libro, Ziegler nos remite de
nuevo a los “enragés”: “Muchas teorías e
ideologías de pacotilla oscurecen la conciencia de los hombres y mujeres
de buena voluntad en Occidente. De esta forma, muchos de ellos consideran que
el actual orden caníbal del mundo es
inmutable. Esta creencia impide que transformen en acciones de solidaridad y de
rebeldía la vergüenza sumergida en el fondo de ellos mismos. Lo primero es
destruir esas teorías. La misión histórica de los revolucionarios, tal y como
lo describen los Enragés en 1793,
consiste en combatir a favor de la justicia social planetaria. Deben despertar
las cóleras contenidas, estimular la capacidad de resistencia democrática
colectiva. El mundo debe volver a estar erguido, con la cabeza alta y los pies
en la tierra. Hay que triturar la mano invisible del mercado. La economía no es
un fenómeno natural. Sólo es un instrumento que conviene colocar al servicio de
un objetivo único: la búsqueda del bienestar común”.
Y aquí estamos, indignados y
furiosos, en la encrucijada histórica
del 15M, girondinos-jacobinos/reformistas-burgueses por un lado y enragés-sans
culottes/revolucionarios por otro, como desde hace más de dos siglos: más o
menos respetuosos del Estado y la
Propiedad , juntos de momento, frente al imperio sutil de la
vergüenza.
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