Una de las aportaciones más
importantes que hasta ahora ha hecho el movimiento del 15 M es la de mostrar
indignación por la penosa realidad del actual sistema democrático. Hay que
recordar que el movimiento se denomina todavía “democracia real ya”, expresión
que muestra claramente esa indignación ante la falsa democracia que tenemos y la reivindicación de una verdadera democracia. Esa “democracia real”
reclamada por el movimiento no es sino la democracia directa, una democracia
ejercida por la ciudadanía sin la intermediación de los partidos políticos.
La democracia representativa contra
la que se levanta el movimiento del 15M es una de las patas fundamentales del
sistema capitalista, necesitado de concentrar el poder político en la misma
medida que el económico. Pero la misión de quienes queremos cambiar el mundo a
mejor, es precisamente la contraria: consiste en distribuir el poder, tanto político
como económico. Por eso, pienso que el movimiento 15M perdería su sentido y
entraría en contradicción consigo mismo, en el caso de que llegara a convertirse
en un partido político.
La democracia real se construye
en todos los frentes de la realidad social, pero fundamentalmente desde lo
local, en el ámbito de las comunidades en las que vivimos y a través de las
instituciones de gobierno municipal. Pero nuestra realidad histórica es hoy también
global, y lo es en todos los niveles, tanto ecológico, como social, cultural,
económico y, por supuesto, político. De ahí que el movimiento 15M tenga
necesariamente estas dos inseparables dimensiones de lo local y lo glabal.
Desde mi punto de vista, su evolución lógica es la de transformarse en una
red federal de Asambleas Ciudadanas. La Federación tratará de lo común y global; cada
Asamblea tiene que ser completamente autónoma,
pegada a la realidad local, en barrios y pueblos, ejerciendo como contrapoder
de los gobiernos locales. Durante años se ha hablado de democracia
participativa en los ayuntamientos y desde el poder se han hecho infinidad de
simulacros, del tipo Agendas 21 y similares, que se han quedado en eso, en meros
simulacros de participación, en un artificio para guardar las apariencias, al
estilo de lo que se ha hecho con otras medidas más o menos progresistas, como el
ecologismo o la igualdad de género. Son falsificaciones perfectamente
enmascaradas, que ya conocemos muy bien
y que constituyen un arma que el sistema utiliza para vaciar de contenido a los
conceptos de democracia, de ecología o de igualdad. No podemos seguir siendo cómplices de este juego perverso. Queremos acabar
con juegos florales y simulacros de pseudodemocracia participativa y
queremos practicar la democracia en
serio. Tenemos que ser nosotrxs, la ciudadanía responsable, quienes decidamos
nuestra propia agenda democrática.
Este es un movimiento realmente constituyente,
destinado a refundar nuestra Democracia y nuestra Constitución. Esa será una
tarea larga. De momento, tenemos que proponernos objetivos al alcance de la mano, como consolidar las asambleas y
ejercer una tarea de control político sobre los gobiernos municipales e ir construyendo
una agenda prospectiva para nuestras comunidades locales, empezando a diseñar proyectos
para un futuro verdaderamente democrático. Cuando las asambleas ciudadanas alcancen su madurez e incluyan a la mayoría de
la ciudadanía, sabremos que habrá llegado el momento constituyente, el de la democracia real.
Creo que las Asambleas Ciudadanas son
viables, contra lo que piensan sus detractores, si están bien autoorganizadas
en Consejos de área (Hacienda, Urbanismo, Patrimonio, Salud, Educación, etc…,
tantos como decida la propia Asamblea en función de las necesidades de cada
comunidad local, y si se complementa este funcionamiento presencial con un sistema seguro
de voto electrónico, junto con ágiles e
interactivos sistemas de información-comunicación-participación.
La otra dimensión del movimiento
es la global, que incluye desde el ámbito
político regional-autonómico hasta el ámbito estatal, europeo y mundial. Las
Asambleas Ciudadanas son autónomas y soberanas por principio; por eso, sus competencias
no tienen más límites que los que ellas mismas se impongan y, por tanto, su
agenda no depende de ninguna administración ni de ningún gobierno. En el ámbito
de lo global, parece lógico mantener la unidad de acción con el resto de
asambleas ciudadanas, mediante un programa político consensuado y un calendario de movilizaciones
centrado en objetivos consecuentes con la naturaleza democrática, ecológica y anticapitalista del
movimiento 15M.
1 comentario:
Aupa, Nano! Tanto tiempo esperando un empujoncito... aquí lo tienes. Y yo me alegro.
bss
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