jueves, 27 de enero de 2011

LA NECESARIA BANCA PÚBLICA



Si uno se mete en el actual debate económico sin tener los principios bien claros, la confusión está garantizada. El debate nos llevará por derroteros técnico-financieros aparentemente difíciles y complejos, que se harán progresivamente obtusos  e incomprensibles a medida que intentemos profundizar en ellos. En realidad, es de lo que se trata. Los argumentos  económicos son planteados  con esa apariencia de dificultad y complejidad -y lo más alejadamente posible de las cuestiones de principio-, porque “no estamos para teorías, y menos para utopías”, porque “ésto de la crisis es urgente y de naturaleza eminentemente práctica”. Y así anda toda una sociedad, secuestrada por esta lógica del discurso dominante, con obligada sujeción a oscuras, poderosas e incuestionables fuerzas  externas (la Comisión europea, los mercados, los inversores, la pareja Angela Merkel-Nicolás Sarkocy, las agencias de evaluación financiera…) y otros honorables fantasmas,  que nos cuelan machaconamente en los medios de comunicación, para que los vayamos metabolizando adecuadamente.
Pues bien, el Gobierno no ha terminado de rematar las cuestiones de la reforma laboral y de las pensiones, cuando nos desayunamos con su posreforma del sistema financiero patrio, que era muy  bueno hace nada y que ahora parece que está al borde del desastre  por culpa de las Cajas de Ahorro, por lo que han sido anunciadas medidas drásticas  para  privatizar estas entidades, inyectándolas  más dinero público y/o conviertiéndolas en bancos.
Intervenidas por los partidos políticos y el caciquismo local (nacionalista o regionalista), la verdad es que las Cajas de Ahorro no son una banca pública ejemplar, pero ésta era una magnífica ocasión para convertirlas en banca realmente pública, con verdadero sentido social. Lejos de ello, va a ser un gobierno “socialista” quien acabe con esta posibilidad, cargándose lo poco que teníamos mínimamente parecido a un sistema de ahorro y  crédito público, para  regalárselas a la voraz banca privada. Eso sí, previamente saneadas con el dinero público.

Si, por principio, la economía debiera ser social y no especulativa, por el mismo principio, la  banca  debe ser necesariamente pública, al menos por las siguientes razones: 
1) Porque sólo siendo pública el crédito podría ser un servicio público y no un negocio privado. 2) Porque sólo siendo pública la banca, la economía  podría  tener la  estabilidad necesaria. 
3) Porque sólo siendo pública, se podría promover la transferencia de capital hacia la inversión productiva e impedir que, como ocurre ahora, vaya hacia la inversión  financiero-especulativa. 
Sólo por estas razones ya estaría justificada la conversión de las Cajas de Ahorro en un sistema de banca pública. Esto sí que ayudaría a superar la crisis financiera, aportando verdadera estabilidad y confianza a los mercados (a los únicos mercados que interesan, que son los productivos, los que manejan  bolsas de valores reales y que no se dedican a “jugar” a  otras bolsas. La banca pública  sería  la mejor alternativa  social para afrontar la crisis actual  y, en el futuro, podría formar parte de una estrategia  de largo alcance para la recuperación del poder económico y democrático por parte de la ciudadanía…
Hablar, como hace el gobierno del PSOE, de un nuevo modelo de economía  productiva y sostenible, sin contar con un elemento tan básico para ello como es la banca pública, es una pérdida de tiempo y una falacia. Otra más.
Esta vez, con este gobierno, no será posible. Pero la crisis nos está sirviendo para aprender muchas cosas y, entre otras, que es tiempo de ir preparando esa alternativa necesaria de banca pública, a partir de los principios de una economía verdaderamente social y democrática.  

Acerca de este tema, recomiendo la lectura del artículo de Juan Torres López: 




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