miércoles, 14 de febrero de 2024

EL ERROR DE DESCARTES Y EL IMPARABLE ASCENSO DE LA INSIGNIFICANCIA

 

 

"El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano" es el título de un libro del prestigioso médico neurólogo portugués Antonio Damasio, en el que éste explica por qué el racionalista Descartes se equivocaba al separar la mente del cuerpo, cuando de hecho ambas son realidades inseparables, interconectadas e interdependientes.

Seguida esta lectura de otra, sobre un texto de Castoriadis en torno a la insignificancia, ello me ha provocado una inmediata conversación a tres, con mi propia reflexión al respecto, a la que luego fueron sumándose otros pensamientos contemporáneos que, a la postre, todos conducen a la irresuelta cuestión de la dualidad humana, esa sustancial relación cuerpo/alma, materia/ espíritu...naturaleza y cultura.

Se trata de El ascenso de la insignificancia”, título de un libro de Cornelius Castoriadis publicado en castellano poco antes de su muerte. En este texto reúne diálogos, entrevistas, conferencias y artículos, todos ellos conectados en torno al problema de "la crisis de sentido generalizada en las sociedades occidentales". Refiere a la forma de esas sociedades, hoy significadas por su confusión y desorientación, una pseudo-libertad sin dirección y un conformismo disfrazado de individualismo que se caracteriza por el repliegue a la esfera de lo privado, además de la falsa concepción de la democracia como un mero procedimiento que no da cabida a la posibilidad y necesidad de hacerse preguntas respecto a la finalidad o sentido de la vida personal y colectiva.Y todo eso lo dice Castoriadis desde su insistencia en el proyecto de autonomía, en una búsqueda constante de la auto-institución explícita y lúcida de la sociedad, lo que para mí constituye su aportación más sustancial, propositiva y estimulante. 

* * * 

En una interesante entrevista sobre el libro, a la pregunta sobre la “crisis” política de las sociedades contemporáneas, Castoriadis afirmaba que no vivimos hoy una crisis en el verdadero sentido del término”, a saber, “crisis” como momento final y decisivo en el proceso de una enfermedad, en que el enfermo muere o, muy al contrario, inicia su proceso de curación, debido a una reacción saludable que la propia crisis le provoca...entonces, concluía, lo que vivimos es una fase de descomposición, no de crisis, porque en una crisis hay elementos opuestos que combaten entre sí, mientras que lo que precisamente caracteriza a la sociedad contemporánea es la desaparición del conflicto social y político.

En esa entrevista decía Castoriadis que “la gente descubre hoy lo que escribíamos hace treinta o cuarenta años en Socialismo o Barbarie (*), a saber: que la oposición derecha/izquierda ya no tiene ningún sentido; los partidos políticos oficiales dicen lo mismo.../...En realidad, no hay ni programas opuestos, ni participación de la gente en conflictos o luchas políticas, o simplemente en una actividad política. En el plano social, no solamente existe la burocratización de los sindicatos y su reducción a un estado esquelético, sino la casi desaparición de las luchas sociales. .../...La aplastante mayoría de la población del planeta no vive la igualación de las condiciones de vida, sino la miseria y la tiranía. Y, contrariamente a lo que creían tanto los liberales como los marxistas, de ninguna manera esa mayoría de la población mundial está preparándose para acoger el modelo occidental de la república capitalista liberal. Lo único que busca en el modelo occidental son armas y objetos de consumo, ni el habeas corpus, ni la división de poderes...es muy visible en los países musulmanes, en la India, en África, en China, como en la mayor parte del sureste asiático y de América Latina. La situación mundial, extremadamente grave, vuelve ridículas tanto la idea de un fin de la historia como de un triunfo universal del modelo democrático occidental. Y ese modelo se vacía de su sustancia incluso en sus países de origen”.

Todo el texto inevitablemente refiere al proceso de renovación que experimentó Castoriadis tras reconsiderar y cuestionar su previo pensamiento marxista, como él mismo reconocía: “Después del fin de “Socialismo o Barbarie”, ya no me ocupé directa y activamente de política, salvo un corto tiempo durante Mayo del 68. Intento permanecer presente como una voz crítica, pero estoy convencido de que la quiebra de las concepciones heredadas (ya sea el marxismo, el liberalismo o las visiones generales sobre la sociedad, la historia, etc.) vuelven necesaria una reconsideración de todo el horizonte de pensamiento en el que se ha situado desde hace siglos el movimiento político de emancipación. Y ese es el trabajo al que me consagré desde entonces”. (Fragmento de la entrevista a Cornelius Castoriadis realizada por Olivier Morel en 1993, que fuera difundida por “Radio Plurielle” y publicada posteriormente en “La République Internationale des Lettres”).

Tengo que decir que el subrayado es mío, y que se debe a que tal como vengo pensando desde hace bastante tiempo, tanto el sistema de Dominación como el opuesto movimiento subversivo de Emanicipación, tienen raíces que son coetáneas y bien antiguas, de muchos siglos, tantos como la edad del Primer Estado-Ciudad y no solo la edad de los “estados-nación-modernos” (de apenas tres siglos). Porque, ni en su forma política/estatal, ni en su forma económica/capitalista más contemporánea y global, el sistema de Dominación puede entenderse sin remontarnos al antiguo concepto de propiedad patriarcal, de la tierra y el conocimiento (religioso en esos primeros tiempos)...No puede entenderse al margen de esas milenarias raíces históricas, a cargo de la alianza surgida entre las primeras oligarquías dominantes (propietarias, religiosas, militares y políticas), fundadoras de los primeros Estados, en la Mesopotamia neolítica de hace no menos de cinco mil años.

* * *

Personalmente, tengo una gran coincidencia con su pensamiento en torno a los conceptos sustanciales de “heteronomía” y “autonomía”. Como Castoridis, pienso que hasta el presente las sociedades de nuestra especie han sido heterónomas, que siempre hasta ahora han construido sus imaginarios sociales atribuyéndolos a alguna autoridad superior y extrasocial (Dioses, Antepasados, Necesidad Histórica…) sin llegar a considerar que esas sociedades heterónomas y sus instituciones siempre son autoconstruidas y que, por tanto, siempre son modificables. 

Por ello que, al igual que Castoriadis, pienso que el camino hacia la emancipación real resulta imposible sin comprender la autonomía de las instituciones imaginarias, imposible sin tener la voluntad explícita de auto-instutuirse o auto-emanciparse.

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El caso es que desde el lapsus del 15M y la desolación que su fracaso me dejó como cicatriz, reconozco vivir un tanto obsesionado por el convencimiento de que hemos llegado a un punto de no retorno en la quiebra del pensamiento heredado, acerca del viejo y siempre pendiente proyecto de la emancipación humana, lo que al menos a mí (y sospecho que a más gente, no mucha, lo sé), me obliga a reconsiderar integralmente esa herencia ideológica, tradicionalmente tildada como pensamiento de “izquierdas” y/o “revolucionario”, un pensamiento que a día de hoy, y muy precariamente, apenas mantiene una mínima presencia en el mercado mediático y global donde actualmente se cotizan las ideas. 

Tras una rapidídisima sucesión de revoluciones fallidas, de poco más de dos siglos, la contemporánea insignificancia de las ideas de “emancipación” y/o “revolución” nos deja, como especie, ante un inmenso y desolado vacío, un sin-futuro-común del que nadie espera nada, porque en medio de un presentimiento general de naufragio global, y al agónico grito de “sáĺvese quien pueda”, bastante tiene cada cual con pensar en sí mismo...como para entretenerse en pensar acerca de la emancipación “ajena” -de la Humanidad nada menos-, o en ocuparse de “salvar al planeta”, como no sea en modo político-recreativo, para pasar el rato. Y eso sólo en esta parte del “mundo desarrollado”, porque el otro mundo restante está pensando en venirse con nosotros, a “disfrutar del capitalismo”, aún a riesgo de un naufragio casi seguro.

En la subversión de la básica idea de “comunidad” o “comunismo” consiste, pienso yo, el éxito de la utopía ultra-neoliberal que viene gobernando en la mayoría de los Estados del mundo contemporáneo, en diferentes versiones, todas derivadas de las tres ideologías políticas que comparten el mismo tronco histórico de la Modernidad burguesa: liberalismo, socialismo y fascismo. Esas tres ideologías comparten una misma idea de “Progreso”, como desarrollo exclusivamente económico y tecnológico, sustentado en la promesa de un futuro hipertecnológico, incluso posthumano, que da para soñar la utopía-oximorón de un “capitalismo para todos”, con producción y consumo ilimitados, con la promesa de una fácil y mecánica larga vida por delante, con renta básica como “nómina social” a cargo de un hipotético estado paternal y protector, con un perfeccionado sistema de Estado-Sociedad-Mercado, de Progreso Social, Tecnológico y de Derecho...según la jerga habitual del pensamiento único, cuyo gobierno del mundo se disputan hoy todos los “neomodernos” pensamientos antiguos: neocapitalistas, neomarxistas, neoecologistas, neofeministas...todos más o menos neofascistas: todos adoradores científico/religiosos de la Propiedad, la Jerarquía y el Estado,  la milenaria Trinidad del pensamiento mágico.

De ser cierto, como pienso, que todas nuestras tradicionales visiones y concepciones acerca de la sociedad, de la política o de la historia, han entrado en quiebra irreversible en esta época; si por primera vez (¡no se olvide!) ésto está sucediendo a escala global, esta inédita situación convierte en imperativa la necesidad de reconsiderar el pensamiento que decimos “crítico” o “de izquierdas”, el que traemos a las espaldas y que hoy vemos estancado en una especie de coma o estado vegetativo. 

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Volviendo a las lecturas que dije al principio, el libro de Antonio Damasio se enfoca en la relación entre la emoción y la razón y en cómo ambas influyen en nuestras decisiones. En "El Cerebro Social", Damasio explora su teoría de que las emociones y la interacción social están estrechamente relacionadas; las emociones son por ello una parte fundamental de nuestras relaciones sociales, nos ayudan a conectarnos con los demás y a formar lazos sociales. A. Damasio sostiene, además, que el cerebro social es una red compleja de regiones cerebrales que trabajan juntas para procesar la información social y emocional. Esta red incluye áreas como la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo, siendo los "marcadores somáticos" señales que el cuerpo envía al cerebro en respuesta a un estímulo emocional. Estos marcadores somáticos pueden ser positivos o negativos y ayudan al cerebro a tomar decisiones más rápidas y precisas: “Nuestro cerebro no sólo piensa, sino que también siente”. Una de las teorías más importantes de A. Damasio es la de la Síntesis del Cuerpo, por la que sostiene que  mente y cuerpo son entidades interconectadas e inseparables, que las emociones son parte integral de la experiencia humana, integralmente conectadas a la actividad de nuestros cuerpos. Piensa Damasio que las emociones se originan en el cerebro, siendo resultado de la interacción entre las señales que llegan del cuerpo y que se procesan en el cerebro. Sostiene que las emociones no son simples y automáticas respuestas a estímulos, sino que son el resultado de un complejo proceso que involucra al conjunto cerebro/cuerpo/entorno.

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Funes es “el memorioso” personaje de un cuento de Borges publicado en la colección “Ficciones” en 1944. El propio autor lo definió como “una metáfora del insomnio”. Se sabe que en su primera fase el sueño funciona como un depurador de recuerdos, de tal manera que en la mente permanezca solo lo más importante de lo que nos sucede y, por tanto, si no dormimos, nuestro cerebro no puede eliminar los recuerdos o la información “sobrante” o “insignificante”, de tal manera que sin esta capacidad de olvidar, con el cerebro desbordado por un exceso de información (infoxicación) y de recuerdos (hipermnesia o síndrome del sabio), la vida sería insoportable.

Rodrigo Quian Quiroga es un neurocientífico argentino, de máximo prestigio, que  en su libro "Borges y la memoria" recurre a ese cuento: “millones de años de evolución nos han conducido a disponer de un cerebro capaz de enfocarse en lo esencial. Y volvemos a Borges, que dice que abstraer es olvidar detalles, ignorar cosas que nos distraen. Una persona con una memoria infinita no es capaz de abstraer, y si no es capaz de abstraer tampoco es capaz de pensar”.

Este científico es el descubridor de “la neurona de Jenifer Anston”, que supuso un hito muy importante a la hora de comprender el proceso de formación de los recuerdos en nuestra mente: 

“Podemos remontarnos a Aristóteles, que ni siquiera sabía que los pensamientos estaban en unas células llamadas neuronas, sino que los ubicaba en el corazón. Y aún así, las preguntas que se planteaba son de absoluta actualidad. Descubrí esto mismo en los escritos de Borges, que en su famoso «Funes, el memorioso» se plantea cómo sería nuestra vida si nuestra memoria fuera infinita y lo recordásemos absolutamente todo. Y concluye que no podríamos ni pensar”.../...“Me sé todas las calles de mi barrio de Argentina de la infancia, pero no recuerdo ni una de mi barrio de Leicester, donde vivo actualmente. Eso es porque ahora el GPS del coche las recuerda por mí, delego en él. Pero no es algo que me moleste, porque no creo que tenga especial utilidad acordarme de las calles de alrededor de casa. Me preocupa más no tener tiempo de estar aburrido sin hacer nada, de mirar el cielo y que, de repente, venga una idea.”

* * *

La Inteligencia Artificial parece apuntar a una capacidad de memoria y procesamiento sin límites. Y la gran duda ya no está en esa capacidad, sino que estriba en si alcanzará o no un desarrollo tal que le permita hacer abstracciones, pensar por sí misma, tener conciencia de sí, al margen de su creador humano...Entonces estaríamos hablando, seguro, de una Inteligencia Artificial destinada a su propia locura de no aprender a olvidar toda la información “prescindible” o superflua, de no aprender a desconectar (dormir) y a soñar (crear). 

No hace falta ser neurocientífico para tener ese conocimiento intuitivo. Personalmente, a la Inteligencia Artificial le deseo y pronostico el peor de los futuros: convertida en IL (Inteligencia Loca), pasada de rosca, como le sucediera al memorioso personaje de Borges. La locura es su inevitable destino de no incorporar en su algoritmo principal la capacidad de dormir y de olvidar, al modo humano, para desconectar y prescindir del exceso de insignificancia, de aquellos datos y recuerdos irrelevantes que impiden el pensar abstracto, ese olvido-reseteo que nos permite a los humanos centrarnos en lo esencial que nos importa, en aquello que para nosotros tiene significado y sentido, para no quedar sobrepasados, saturados de datos y recuerdos...para no enloquecer, pasados de rosca.

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En estos tiempos de máxima confusión y saturación mediática, me reconforta que un científico tan prestigioso como Rodrigo Quian Quiroga haya llegado a pensar que nuestra humana inteligencia, en el camino de construir “con sentido” nuestras vidas, guarde proporción con la capacidad de abstracción, como de soñar y crear, prescindiendo de datos y recuerdos superfluos o insignificantes...por ejemplo, toda esa basura informativa que nos inunda cada día, para distraernos de nuestro sustancial deseo de encontrarle sentido a nuestras vidas, ese “querer vivir” de otra forma, ese deseo de un-mundo-otro y mucho mejor, uno en Común.

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Actuamos en respuesta al significado que le atribuimos a lo que sucede, no a lo que sucede en realidad”, dice Rodrigo Quian Quiroga, y también dice que "si estamos permanentemente pendientes de lo que nos llega a través de Whatsapp, el correo electrónico, etcétera, podemos correr la misma suerte que Funes el Memorioso”. Y confiesa Rodrigo Q.Q. estar muy preocupado porque teme que la tecnología acabe matando la imaginación y la creatividad” y hace una recomendación a la que me sumo con entusiasmo:  “dedicar más tiempo a estar aburridos, mirando las nubes pasar, para permitir que afloren las ideas”.../...porque “millones de años de evolución nos han conducido a disponer de un cerebro capaz de enfocarse en lo esencial”.

Y vuelvo ahora al Borges que no sabía lo que R. Quian Quiroga ha demostrado: que detrás de esa capacidad de abstracción hay un tipo de neurona del hipocampo a la que todo el mundo denomina a estas alturas la neurona de Jennifer Aniston:

Trabajando con esquizofrénicos encontramos que había una neurona concreta que respondía a la imagen de Jennifer Anniston, a cualquier imagen de ella, o incluso a una caricatura de la popular actriz de la serie televisiva Friends. Existe una similar para cada personaje… Lo interesante es que esa neurona codifica abstracciones: responde a un personaje (y solo a uno) sin importar cómo se lo mostremos. No responde a los detalles, le da igual si está de frente o de perfil porque responde al significado. Y no se ha encontrado de momento nada similar en ratas o en monos. Creo que demuestra que nuestro pensamiento está basado en abstracciones”. Y concluye que eso es, precisamente, lo que nos define como especie. 

 Si queremos ir a lo sustancial no podemos perdernos en detalles insignificantes: “Newton se dio cuenta de que la manzana que cae de un árbol y la Luna que no se cae, sino que gira todo el rato alrededor de la Tierra, se guían por un mismo principio, que es la ley de la gravedad. Esa fue la genialidad de Newton. Pero para poder llegar a esa ley física tuvo que abstraer; si nos quedásemos pensando en que la manzana es roja, que tiene dos hojas o que la ha perforado un gusano, nos perdemos en detalles y no llegaríamos nunca a nada”.

En una investigación con monos, el neurocientífico argentino demostró que, mientras el cerebro de un mono tarda 120 milisegundos en procesar un aplauso, los humanos tardamos al menos el doble, por lo que podríamos pensar que nuestro cerebro es lento reaccionando, y eso es cierto, pero tiene explicación según Rodrigo Quian Quiroga: “creo que somos tan lentos, en comparación con los monos, porque procesamos más la información, porque no reaccionamos al estímulo en sí, sino al significado del estímulo. Vivimos en un mundo que no es real, que es una construcción nuestra. Actuamos en respuesta al significado que le atribuimos a lo que sucede, no a lo que sucede en realidad. No hay que tener prisa: si respondiésemos más rápido, pensaríamos y nos comportaríamos como un mono.”

 

Nota: 

(*) Socialismo o barbarie fue un grupo marxista, francés, que existió entre 1948-1965. El nombre también se refiere a la revista del grupo. La expresión Socialismo o barbarie fue utilizada por primera vez por Rosa Luxemburgo en 1916, inspirada por un texto escrito por Friedrich Engels. En la Francia de 1946, Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, entre otros miembros del Partido Comunista Internacionalista (trostkista), crearon la llamada tendencia Chaulieu-Montal, que pronto pasaría a llamarse Socialismo o barbarie. En 1948, esta facción se separó del PCI, abandonando los postulados trotskistas. Los miembros de Socialismo o barbarie combatían el estalinismo en todas sus formas y trataron de desarrollar un marxismo antidogmático. Consideraban a la URSS como unestado obrero degenerado” y a todos los países autodenominados “socialistas” como capitalistas de Estado.



 


martes, 6 de febrero de 2024

CAMPESINOS CON CAPITALISTAS, A RÍO REVUELTO GANANCIA DE ESPECULADORES

 

Tractorada en Bruselas

 


Manifiesto traducido:

Ante el alboroto que hay a nivel europeo y que está entrando en el Estado español en forma de movilizaciones programadas para el día 6 de febrero, desde la Assemblea Pagesa de Catalunya creemos necesario expresar nuestra posición.                   

Miramos críticamente las protestas ya que se han iniciado en unos grupos de whatsapp poco transparentes, con esquema estatal y que han sido reivindicados por personas de ideología ultra. En estos grupos, circula libremente propaganda xenófoba y se expulsa a personas por sus opiniones. Algunas de sus propuestas transmiten un giro conservador y reaccionario del movimiento campesino, emparentadas con el movimiento de extrema derecha que se extiende por el continente, con la mirada puesta en las elecciones europeas.                                       

Bajo la exigencia de unidad se pretende dar una imagen uniforme de un campesinado que en realidad es plural y diverso. Bajo la defensa del “sector primario” se quieren camuflar las desigualdades y las asimetrías de poder entre la gran agroindustria y el campesinado. Bajo una falsa pretensión apolítica, se transmiten ideas ultraliberales y antiecologistas.  

La Asamblea Pagesa defiende un campesinado autónomo, numerosa, de pequeña y mediana escala, respetuoso con la tierra y con el medio, dirigida a producir alimentos de calidad para las poblaciones y los mercados locales y cercanos. 

La actual crisis agraria proviene de la apuesta por un modelo agroindustrial que ha querido destruir la figura del pequeño campesinado local y sustituirla por un empresariado agrario dependiente, integrado, en crecimiento constante, endeudado, en competencia mutua y volcado hacia el mercado capitalista global. Este modelo ha sido impulsado por la Unión Europea, por los estados y por las autonomías y aceptado acríticamente por los sindicatos mayoritarios. Y nos ha llevado a ser cada vez menos y a estar cada vez más solos.  

Para nosotros, el campesinado es una forma de vivir humilde, libre y digna. Es un compromiso con la sociedad forjado a través de alimentos saludables y de vida rural. Somos campesinos y ecologistas, porque el campesinado es cuidar la tierra, preservarla, y mejorarla para quienes vendrán después.  

Reclamamos a los colectivos y personas críticas que se organizan alrededor del campesinado y la alimentación en tierras catalanas, para que se coordinen y actúen conjuntamente en las semanas que vienen. Les invitamos a hacer suyas las siguientes propuestas y a ampliarlas si conviene. 

No somos “sector primario”, somos campesinado y ciudadanía, libremente aliados. No venimos a apuntalar el sistema, sino a cambiarlo por uno nuevo.

 -Desobediencia en el Cuaderno digital y en la aplicación FOTODUN.

 -Exigimos que ningún sindicato colabore en la tramitación de estas medidas digitales de control y de succión de datos y de conocimientos.

 -Proponemos al campesinado que se muestre en desobediencia este 2024.-Parar los macroproyectos energéticos y logísticos en suelo agrario.

-Defendemos la tierra; el mundo rural no es una colonia energética.-Parar las prácticas abusivas de las Denominaciones de Origen. 

-Ninguna denominación tiene derecho a monopolizar topónimos ni elementos de la cultura popular. Y menos en pedir sanciones.  

-Abandono del retorcido sistema de ayudas de la DUN y creación de un estatuto diferenciado para el campesinado que esté vinculado con el sistema alimenticio del país. 

-Con exenciones y mecanismos alternativos para garantizar su renta. 

-Cierre definitivo del Departamento de Agricultura y de Acción Climática y de todos sus organismos, porque han sido más de cuatro décadas trabajando para la desaparición de la agricultura campesina.  

-Agua para las producciones locales y no para exportarla dentro de alimentos. 

-Basta de infraestructuras hidráulicas al servicio de la expulsión del campesinado y de las de empresas de obra pública. No a los trasvases.  

-Garantizar el acceso a la tierra para todo el mundo, menos para los especuladores y fondos de inversión. Prohibir las compras y arrendamientos de tierras por parte de sociedades mercantiles. 

-Organización del campesinado y del sistema alimentario en clave interna de país y con visión de servicio comunitario.  

-Superar el modelo importador y exportador de alimentos. 

-Recuperación de la ganadería extensiva. La ganadería debe estar siempre ligada a la tierra, no la entendemos de otra forma. Es el modelo de la agroecología que ya se está practicando y necesita un fuerte apoyo. 

-Asamblearismo y autonomía. No aceptamos el autoritarismo ni el paternalismo. Nadie decide por nosotros.


 


viernes, 2 de febrero de 2024

¿QUÉ HACER CON LOS CUERPOS?

 


Sin que yo me distinga por ser especialmente rencoroso, lo cierto es que todavía no he podido superar el doloroso impacto que me produjo el vacío social que sentí durante el tiempo que duró la pandemia del covid-19, a cargo de personas que suponía “próximas”. 

A día de hoy pienso que es equívoco hablar de nueva normalidad como etapa post-pandemia, porque la normalidad (capitalista) ha mutado, sí, pero a peor. Y eso me provoca un gran desánimo, a mayores del aislamiento que durante meses experimenté como “enfermedad social”. Siento que hoy todavía nuestras vidas siguen estando semiconfinadas, al tiempo que sigue (ahora aumentada) la realidad/normalidad capitalista: con sus inversiones y beneficios, sus restructuraciones financieras y geopolíticas, la normalidad de sus guerras comerciales y estatales, su devastación ambiental y cultural, su colonización de las vidas, de nuestros cuerposde modo que me siga preguntando: ¿cómo pensar un Mundo Común, cómo, sin acabar con esta normalidad, cómo, si ni siquiera pudo hacerlo una pandemia global?

Al respecto, decía la filósofa y activista Marina Garcés que el mundo Covid es “la experiencia más alejada de lo que sería un mundo común”. A modo de resumen de su libro Un mundo común: esta vida, que no es mía, es la declaración de una conquista que hunde la ley de la propiedad, y con ella hunde un falso anhelo de libertad diseñado a su medida. La vida no se libera a sí misma, sólo puede vivirse liberando la riqueza del mundo”...liberando-nos, que digo yo (lo que viene a ser lo mismo) de la violenta ley de la Propiedad o Patriarcado, fundadora milenaria de los estados e imperios que siguen construyendo la realidad/normalidad de nuestras vidas y cuerpos, todavía...cinco mil años después.

Entonces, ¿cómo y quién dirá (y en qué lenguaje) la distancia entre los cuerpos?  

Una balsa ya sabéis cómo está hecha: con unos troncos de madera atados entre ellos de forma que queden bastante sueltos, para que cuando les caen encima montañas de agua, ésta pase a través de los troncos separados. Dicho de otro modo: Nosotros no retenemos las preguntas (el agua), nuestra libertad relativa procede de esta estructura rudimentaria (…) Cuando llueven los interrogantes no cerramos filas, no juntamos los troncos para constituir una plataforma impenetrable...muy al contrario, del proyecto común retenemos lo que a él nos vincula (…) Nuestro vínculo habrá de ser SUELTO Y FUERTE al mismo tiempo. (Del Pressentiment nº27, con texto de Fernand Deligny dirigido a los educadores. Libre interpretación del texto original. Web: http://elpressentiment.net )

Espai en Blanc: querer vivir, en un mundo común. 

Marina Garcés viene dedicando su obra al proyecto principal de “un mundo en común”, y desde 2002 fue impulsora del Espai en Blanc junto a Santiago López Petit, quien a su vez ha centrado toda su obra filosófica y militante en la formulación ontológica-existencial del querer vivir

El Pressentiment. 

En la figura que encabeza este escrito he reunido una selección aleatoria de “Presentimientos” publicados en la web del "Pressentiment"  (http://elpressentiment.net). Fueron publicadas 99 hojas a modo de póster o pasquín, listas para descargar e imprimir. Se dice en esa web que el Pressentiment es el arma con el que Espai en Blanc quiere intervenir en el actual combate del pensamiento. En este combate se decide quién y cómo construye la realidad. Hoy la realidad se descompone y se hace imprevisible, pero a la vez se rehace sobre y contra nosotros. Nadie sabe qué pasará. Los discursos políticos son intercambiables. Sólo los presentimientos tienen fuerza y permiten tomar una posición. Buscamos presentimientos valientes, insospechados, veraces… liberadores. El Pressentiment también eres tú: descárgalo, imprímelo, distribúyelo, pásalo”.

Sin embargo, algo pasó para que el último “Pressentiment” publicado fuera el n.º 99, con fecha 6 de diciembre de 2021 (*), con un mensaje tan desalentador como intrigante:

 
 
(*)La pandemia comenzó el 1 de marzo de 2020, siendo declarado el primer estado de alarma del 15 de marzo al 21 de junio (98 días) y el segundo del 25 de octubre al 9 de mayo de 2021 (196 días). El Consejo de Ministros del 4 de julio de 2023, acordó declarar la finalización de la pandemia ocasionada por la COVID-19 en España, mediante la Orden SND/726/2023, publicada en el BOE del día siguiente (5 de julio de 2023).

Politizarse es dejar de ser idiotes.  

Se dice idiotas en su significado histórico, del mundo romano,  ciudadanos asociales o apolíticos, contrarios o (al menos) desinteresados por lo común.  

El objeto de toda politización solo puede ser el abandono del estado de idiocia, solo puede ser el mundo real y complejo, concreto y corpóreo, que todavía nos es ajeno, que todavía no compartimos, porque todavía no somos un Nos-otros, porque ni siquiera llegamos a pensarlo...todavía.

El objeto de politizarnos no podrá consistir en solo “tener conciencia”, en solo una idea o un discurso. Su objeto ya solo podrá ser bien corpóreo: construir-nos como un Nos-otros de verdad, como cuerpos singulares, únicos y diferentes cuerpos vivos, vidas realmente propias, cuyo vínculo de comunidad sea realmente libre y constituyente de la singularidad humana que nos hace igualmente únicos y diferentes

Nada que ver con el regimen de idiocia en que todavía viven, fosilizadas, las mayorías sociales de las clases en lucha del mundo moderno estatal/capitalista: de propietarios, desposeídos, consumistas, consumidos, de derechas y de izquierdas, los de arriba y los de abajo, todos bajo la  tiranía de un mismo modo de vida.

En enero de 2011, año del 15M, en la web de Espai en Blanc fue construido un texto a partir de multitud de respuestas a la pregunta “¿qué es para ti politizarse hoy?”. Pasados trece años sigue teniendo el mismo interés (el texto completo puede consultarse en el blog que entonces fuera abierto expresamente a tal efecto: http://politizarsehoy.blogspot.com

Ahí se dice, por ejemplo, que "necesitamos estar atentos al mundo, experimentarlo en sentido fuerte, tener millones de razones para politizar-lo y politizar-nospor otro lado, hay que asumir que el conflicto es algo ineludible y, si queremos llevar a cabo esa politización, ésta debe pasar por entender el “Estado de Guerra” en que vivimos, el declarado contra Nosotros y contra toda forma de singularidad y comunidad. Y pasar entonces a usar el conflicto como herramienta de ajuste social, asomarse al mundo y asumir que no es de nuestra propiedad, entender que seremos un mundo Común solo si somos un Nos-otros. Abrir los ojos, atender al mundo con el mundo adentro y mirarnos a la luz de una vela, para vernos en la oscuridad y susurrarnos al oído…politizarse es hoy estar en el mundo con todas sus posibilidades".

Al respecto de la corporalidad, dice Marina Garcés que “ser cuerpo no es fácil, pero escapar de él tampoco”. Y puede que la explicación esté en lo que ella misma responde a la pregunta de ¿cómo se involucra el cuerpo en la vida como problema común?: “la corporalidad es un territorio hecho de muchas relaciones que no son sólo del individuo. Aunque una dimensión del cuerpo sea -por supuesto- individual, muchas otras no lo son, empezando por el hecho de haber sido engendrados por otros, cuidados por otros, educados por otros. Podríamos decir que cuando uno muere, sólo muere ese individuo…pero ni siquiera eso sería verdad, porque en cada muerte mueren muchas otras dimensiones de las vidas de otros…(cuerpos)”

Marina Garcés Mascareñas y Santiago López Petit

 

domingo, 7 de enero de 2024

LA VIDA NO, PERO LA MUERTE SÍ PUEDE SER VOLUNTARIA Y DEMOCRÁTICA

 

Queda muy claro que para el Estado español, el suicidio forma parte del repertorio patológico clasificado junto a los “trastornos mentales”.
 

Será difícil dar con un asunto que sea más controvertible que éste de la muerte voluntaria o suicidio. Obsérvese que la terminación “cidio” del latín “caedere” (matar) con el prefijo “sui” (a sí mismo) ya nos está señalando la culpabilidad de un sujeto agente: ese alguien que mata a otro, uno que es él mismo. 

Hubo que inventar esa palabra (suicidio), al parecer en Inglaterra, allá por el siglo XVII, el previo al de las Luces y de la Revolución Industrial, porque para la sociedad europea de entonces no era concebible el concepto de “morir voluntariamente”, como tampoco lo fue en la Edad Media. Fuere como fuere, había que decir “matar” recurriendo al latín, caedere; matar, el caso es matar, aunque sea a uno mismo, matarse, para fijar nítidamente la naturaleza delictiva de ese acto, del suicidio. Pero algo ha sucedido en este tiempo para que el Estado español  -como todos según creo- considere hoy que el suicidio es un trastorno mental y no un delito.                                                                                        

Nadie puede decidir si nacer o no, ésto sí que es indiscutible. Se piensa que tampoco tenemos nada que hacer cuando la muerte nos sobreviene, sea por enfermedad, por un accidente, por asesinato o en medio de una guerra. Esa es, en todo caso, una muerte a la que se llega involuntariamente, igual que a la vida. 

Podemos decir, sin temor a equivocarnos que, en su inmensa mayoría, la gente de nuestra especie llegamos a la vida con una existencia por delante ya muy condicionada por las particulares  circunstancias de nuestro nacimiento (en qué época nacemos, en qué país, de qué padres). Y ésto es así por mucho empeño que hayan puesto en ello todas las religiones, todas las filosofías y todas las ideologías juntas, en proclamar obstinadamente que “la libertad nos constituye”, que somos individuos libres por el mero hecho de ser humanos  y que por eso podemos moldear nuestras propias vidas...cuando por experiencia bien sabemos que ésto, de verdad de la buena, solo lo pueden hacer muy pocos individuos, solo los que son “suficientemente poderosos”.

Lo que nos pasa con ésto es que la verdad del asunto (o sea: que es libre quien dispone del poder para serlo) nos resulta insoportable y políticamente incorrecta, como el suicidio. ¿Quién se atreve a decirle a la gente lo que la gente ya cree, que la libertad depende del dinero que se tenga, más que de otra cosa?

Y, sin embargo, lo cierto es que a cualquier humano, no importa la fecha ni el lugar de su nacimiento, tampoco su herencia o su inteligencia, como ninguna de sus personales circunstancias, a cualquiera, digo, le cabe el poder  de decidir sobre si acabar con su propia vida. Y ésto es lo que  hace del poder del suicidio el más real y potente que tenemos, el más libertario y el más democrático de todos nuestros poderes, sin duda...y probablemente sea el que mejor nos distingue como especie. No sabemos de  ningún otro animal   que pueda  querer morir voluntariamente. 

Para referirse al suicidio, al menos en nuestra cultura occidental - no sé si también en otras-  siempre fue costumbre el empleo de rodeos en perífrasis  como el decir “darse muerte” o, más literariamente, “huir con el morir” (aquel dicho de “col morir fuggir” mentado en la Divina Comedia). Cómo será la cosa para que Albert Camus llegara a decir del suicidio que “es el verdadero problema filosófico”. 

Me traigo esta reflexión porque recientemente leí un informe con datos de la  OMS acerca del suicidio, que me sorprendieron extraordinariamente, porque no me cuadraban con la percepción social que tenemos al respecto, a través  de la opinión pública. Más sorprendente aún, cuando como ahora, los medios de información nos abruman con los datos de muertes en los conflictos bélicos hoy activos, en Ucrania, en Sudán y sobre todo en Palestina. 

Esos datos de la OMS vienen a confirmar que el suicidio es la primera causa, el 50%, de las “muertes violentas” en el mundo,  por delante de los homicidios (que suponen el 31%) y de las guerras, que son responsables del 19% de todas las muertes violentas. Y en una revista recuerdo haber leído que la Asociación   Internacional para la Prevención del Suicidio decía que entre 20 y 30 millones de personas en todo el mundo  intentan cada año quitarse la vida.

Esta misma mañana, a muy primera hora, he escuchado una entrevista con un psiquiatra, en un programa que la Radio Nacional dedica a los mayores los fines de semana (deben suponer que los viejos madrugamos mucho, incluso en días festivos), se hablaba en esa entrevista  de la melancolía que origina la soledad en la vejez, más cuando esta soledad es por aislamiento social, que es característica general  de las contemporáneas sociedades de mercado, pero que especialmente afecta a las personas mayores cuando dejamos de estar activos en el mercado de trabajo y ya solo tenemos cierto interés para el mercado de consumo. Este vacío social que se le hace a los viejos, dicen psicólogos y psiquiatras que genera un crónico estado de melancolía y, en muchos casos, hasta ganas de morir cuanto antes para no alargar más el dolor que causa ese vacío. 

Pero lo más preocupante es que esas ganas también las tengan la mucha gente joven que se suicida, que son más que los suicidas ancianos.  

Veamos esos datos, tras este titular: "DATOS DEFINITIVOS EN DICIEMBRE DE 2023: EL INE REVISA AL ALZA EL NÚMERO DE SUICIDIOS EN 2022, 130 MÁS QUE EL AÑO ANTERIOR". Efectivamente, el pasado  19 de diciembre de 2023, el INE publicó los datos definitivos, cuyas conclusiones más importantes fueron éstas: 

1.Se registran 130 suicidios más que en los datos provisionales, lo que aumenta hasta un 5,6% las muertes por esta causa respecto a 2021.
2.Es la mayor cifra de suicidios registrada nunca en España, siendo el tercer año consecutivo en superarla.
3.Se registran también las mayores tasas de suicidio de la historia, tanto totales (8,85 muertes por 100.000 habitantes) como por sexos (13,34 en hombres y 4,52 en mujeres). (1)
4.Si en 2021 preocupaba el alto número de suicidios infantiles (22 niños y niñas menores de 15 años se quitaron la vida, frente a los 13 de 2022), en 2022 llama la atención al aumento del suicidio adolescente (de 15 a 19 años), especialmente en varones: mientras que en 2021 se produjeron 53 suicidios (28 chicos y 25 chicas), en 2022 han sido 75 (44 chicos y 21 chicas).
5.También es preocupante el aumento de suicidios entre las mujeres más jóvenes (15 a 29 años): 79 en 2021 y 117 en 2022.
6.Aunque en los datos provisionales las muertes por accidente superaron a las producidas por suicidio, los datos definitivos vuelven a situar al suicidio como la principal causa de muerte violenta en España. (Todo ello puede consultarse en el Informe del Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: www.fsme.es)

Los datos definitivos de mortalidad en España referidos al año 2022 constataron que ese fue el peor año en relación al suicidio. Se registraron 4.227 suicidios, la cifra más alta de la historia, que confirma una tendencia imparable, ya que  respecto al año anterior crece un 5,6%, pero en solo cinco años ha aumentado un 19,4% y en los últimos 40 años, la cifra ha crecido un 128%.

A mí me parece que la idea del Estado sigue siendo evasiva respecto al suicidio, solo ha cambiado el diagnóstico: de ser delito ha pasado a ser considerado como resultado de un trastorno mental; el caso es no asumir las posibles causas derivadas del propio “Estado”, de las condiciones y los modo de vida  que, sí o sí, nos vienen dados. Porque nadie hay que se libre: o trabajas para la parte privada del Estado (las empresas del sistema capitalista) o para su parte pública (la de los Ministerios, las Autonomías y otros Entes estatales), lo quieras o no. Incluso también dependes del Estado si formas parte de las llamadas “clases pasivas” (2). 

Ramon Andrés, el escritor navarro, ensayista y poeta al que descubrí hace unos años en un libro de aforismos titulado “Los extremos”, publicado en 2011 (3), publicó unos años después, en 2015, Semper dolens. Historia del suicidio en Occidente” (Editorial Acantilado, 2015), que recomiendo a quien como yo, aunque no piense en suicidarse,  si  le preocupe esta tendencia al suicidio que caracteriza cada vez más, creo yo, a ese individuo-masa  (4) que han producido las  sociedades postmodernas, las del Pensamiento y el Estado Único, totalitario en modo capitalista y glocal.   

La hipótesis acerca del suicidio inscrita en ese ensayo de Ramón Andrés vendría a ser ésta: que el suicidio, concebido durante muchos siglos por el pensamiento clásico como un ejercicio de libertad, e incluso como una liberación (5),  luego como un delito (en la Edad Media y en la Moderna), a la luz de la psiquiatría de las últimas décadas queda reducido a mera patología mental, un trastorno psíquico, lo que supone una grave simplificación de uno de los aspectos más básicos y decisivos de la experiencia humana: el dolor, esa dimensión de la realidad que es prepolítica, previa a todas las ideologías, y que se da en todas las épocas y sociedades. Es ese dolor que proviene de la enfermedad o la pobreza, de la inseguridad y el miedo al futuro, del cansancio por el trabajo y por la propia vejez, de la desilusión por la acumulación de fracasos...todos esos otros factores que producen un dolor que es genérico e impreciso y que está en el origen de muchos suicidios.

Por eso que este magnífico libro de Ramón Andrés  nos presente tan bien, tan profunda y delicadamente, nuestra condición de fragilidad, que ésta sí nos es propiamente humana.

No debiera extrañarnos que al individuo medio de estos tiempos (que en potencia somos todos, por activa o por pasiva), cuando llega a descubrir que su vida carece de sentido, le entren esa ideas (¿trastorno?) y las ganas  de morir, solo para huir de tan penoso destino...lo que es tomar la muerte como huida, "ese morir fuggir”.

Notas:

(1) Atención, apunto yo, a este último dato: los suicidios de hombres (13,34%) prácticamente  triplican a los de  mujeres (4,52%)

(2) Según los datos más recientes, correspondientes al pasado año 2023, el 82,8% del empleo total (21.265.900 a final de año) era privado y el 17,2% público. Si en 2023 la población española era de poco más de 48 millones, podemos deducir que pertenecen a las “clases pasivas” unos  27 millones, es decir, una cantidad de personas -entre parados, enfermos, niños y ancianos- algo superior al 56 % del total.

(3)Del libro de aforismos de Ramón Andrés “Los extremos” (2011, editorial Lumen): “Nuestra finalidad estriba en ser posibilidad”, “La melancolía es un bisbiseo que nos va durmiendo en el existir”...o “De la especulación del suelo surgieron las naciones”.

(4) Ese individuo-masa-medio es al que Félix Rodrigo Mora, con extrema crudeza,  denomina  “ser-nada”.

(5) En una reseña del Semper Dolens leo consideraciones tan sorprendentes como éstas, que no recordaba de cuando leí el libro: "¿Sabían que en la Biblia no se condena el suicidio? ¿Que en los pueblos antiguos tampoco hubo repulsa ante estos hechos, y que los suicidios de Catón, Lucrecia y Sócrates fueron considerados ejemplares? ¿Que en la Edad Media se tomaba al suicida como criminal, se le juzgaba incluso y se confiscaban sus bienes a su familia? ¿Que cierta rama de la teología -y también Borgesconsideró a Jesucristo como un suicida? ¿Que en el siglo XVI, tanto católicos como protestantes, veían al mismísimo diablo detrás de cada suicidio? Schopenhauer decía que el suicidio, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. Cioran afirmó vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea de suicidio hace tiempo que me hubiera matado”. Lo curioso es que las distintas visiones e interpretaciones de este col morir fuggir -desde las más comprensivas a las más condenatorias- se van alternando en las distintas épocas, huyendo siempre del consenso. A veces, incluso, nos resultan más avanzadas y sensibles las más antiguas. Así, destaca (Ramón Andrés) la posición de John Donne en su Biathanatos, según el cual el suicidio no es un pecado por naturaleza, lo que demuestra con ejemplos bíblicos, así como la (posición) de David Hume, que con gran sensibilidad y respeto consideró el suicidio como signo de madurez e incluso de responsabilidad para el prójimo, contradiciendo la visión aristotélica: el suicida no daña a la sociedad, sino que la sociedad previamente lo ha dañado a él". (Sara Mesa, enero 2016, "Con el morir huir", https://www.criticoestado.es). 

PD: Y ahora mismo me estoy  acordando de otros muchos suicidas que contaron con gran reconocimiento social, como los pilotos kamikazes del ejército nipón en la Segunda Guerra Mundial, o los más actuales "mártires" suicidas de la Yihad islámica.