miércoles, 8 de febrero de 2023

¿OTRA TEORÍA DE LA PROPIEDAD ES POSIBLE?

 

Perdura todavía una cierta nostalgia por el soñado retorno a la Edad de Oro de la comunidad humana. Desde la antigüedad se vienen celebrando los saturnales como “fiesta de los locos”, en una carnavalesca y populista confusión de clases: los esclavos imitan burlonamente a sus propietarios y éstos les permiten estas celebraciones para que en ellas liberen sus tensiones. 

 

Dusfrutad, disfrutad cuanto podáis, que es lo que os queda, nos dice, impone, la lógica  moderna y neoliberal de nuestra época. Se puede pensar cualquier cosa y la contraria, todo nos está permitido, porque todo cabe en el Todo constituido, en este breve tránsito circular  y expansivo que se autorreproduce al interior de un  vicioso círculo perfecto, siempre igual a sí mismo. Demos por hecho que el crimen perfecto ya se ha consumado, que no deja rastro, que ya ha prescrito  y, por tanto, no tiene arreglo; luego ¡disfrutemos, malditos, disfrutemos!, olvidemonos de la historia, que solo es  memoria, que duele o sueña futuros inalcanzables, y  gozad del prometedor futuro-presente que  tenemos a mano, contenedor de todos los futuros posibles... ¡para qué darle más vueltas!

Me pregunto contra toda esta lógica neomoderna, si todavía es posible una estrategia de resistencia, de confrontación y emancipación, ante la conquista y disolución total del sujeto que somos; si es que ya se ha  consumado esta  mutación antropológica con la categoría de "crimen perfecto",  que como sociedad y como individuos nos deja sin salida, inermes y atrapados en una jaula global de paredes blandas y transparentes, en ese estado zombi de "servidumbre voluntaria", tras borrar de la memoria  la  ancestral necesidad humana de contrariar toda autoridad y reivindicar la libertad como sustancia y esencia del  ser propiamente humano. 

Y me pregunto si todavía es posible sustraerse al nihilismo imperante, incluso del que emana de las muchas y variadas  críticas "radicales", las que se dicen enfrentadas al Sistema, y que sin embargo, sospechosamente,  tras su desahogo retórico no proponen alternativa alguna. Se deslizan, escurren el bulto, con retórica seudo rebelde e iconoclasta, con adoración negativa de las tecnologías del Poder que critican, para llegar a la implícita propuesta de que nada se puede hacer, nada cuando la propia idea de libertad ya es propiedad del Sistema de dominación. Así, ¿se puede siquiera pensar que la política pueda romper el círculo de este nihilismo cultural-liberal-capitalista, así, dando por hecho que la servidumbre voluntaria es la última y consumada metamorfosis de un individuo plenamente domesticado?

Su extrema lógica binaria (bien-mal, izquierda-derecha), pone  a la venta mercancía cultural de fácil digestión, camuflando muy bien  su oculta convergencia con la cultura neoliberal de nuestro tiempo, celebrando la pasividad nihilista de la modernidad por toda respuesta, su estrategia consiste en ofrecer textos simples  acerca de un ser humano atrapado en la jaula del universo digital y hedónico, asfixiante y definitivo, del que ya es imposible escapar. Su estrategia: textos digeribles, simples y ligeros, entre anarcocríticos, seudoecologistas, conspiracionistas no declarados y desesperanzados, con envoltorio tecnológico y estético, y un estudiado marketing que llega a apropiarse  de la literatura, la ciencia  y la filosofia, todo ello al servicio de la inacción, con renuncia a toda forma de resistencia que pase de ser solo retórica.

Toda esa crítica "iconoclasta" y carente de propuesta alternativa, nos lleva directamente al pesimismo y a  la despolitización, bloquea toda idea de emancipación, invisibiliza el sutil poder totalitario del  regimen moderno de dominación, oculta el perfil de la Propiedad de este mundo y acaba por no saber en qué consiste ni cual es su "capital". En consecuencia, no sabe  lo que quiere porque desconoce la identidad y las intenciones de la Propiedad.  Contribuye así,eficazmente, a la sostenibilidad del mismo "sistema" al que critica.  incluso se permite el lujo de autojustificarse por la carencia   de  alternativa, rendida ante la poderosa metafísica de lo  abstracto y tecnológico, de esa misteriosa entidad, el "algoritmo", que como le sucede con el "sistema", ni sabe, ni quiere saber lo que es, aunque  sepa que posee el control de nuestras vidas. 

Contra toda esa lógica binaria y abstracta,  aunque sea poca, queda gente en el mundo que sabe lo que quiere. Partiendo de la misma epidemia de nihilismo y parálisis, yo mismo - un cualquiera - he llegado a pensar una alternativa, una teoría y práctica alternativa a la Propiedad del sistema.Y si yo puedo hacerlo, puede cualquiera.

Es mucha gente la que piensa que "otro mundo es posible", ¿pero, con la misma teoría de la Propiedad del viejo mundo?, ¿y si este cambio fuera la condición de posibilidad para ese "otro mundo"?...a esta cuestión  intentaré dar respuesta. Me permito empezar por el final: sostengo que mientras siga vigente la vieja teoría de la Propiedad o Dominio, sobre la Tierra y el Conocimiento, será imposible superar el colapso civilizatorio en ciernes, inviable cualquier “otro mundo”, toda solución que sea ética, ecológica y democrática.

Veamos, ¿qué hace  preferible un derecho de propiedad sobre el de uso?...sin duda, la expectativa de lucro y especulación, no cabe otra respuesta. El gusto por la propiedad no tiene más misterio, sí lo tiene la larga duración de la actual teoría de la propiedad, que se remonta al derecho romano y hasta hay quien afirma que es derecho aún más antíguo, natural, sagrado y por tanto incuestionable, y que por eso se suceden los siglos y las revoluciones, nacen y mueren Estados e Imperios, pero ahí sigue, plenamente vigente, el mismo sacrosanto derecho de propiedad sobre la Tierra y el Conocimiento humano. Me centro en estos dos bienes porque son los únicos de los que podemos decir que son comunales universales: la Tierra, comunal propio del conjunto de seres vivos, y el Conocimiento, comunal propio de la especie humana.

Ningún humano nacido en la selva y criado sin contacto humano podría producir conocimiento; éste, en todo caso, es producido socialmente y resulta muy difícil justificar su uso como mercancía, objeto de compraventa, como cualquier otro producto comercial. En el caso de la Tierra sabemos que está formada por tres elementos físicos:  litosfera(sólida), hidrosfera (líquida) y atmósfera (gaseosa) y que su combinación es lo que hace  posible la vida de todas las especies.  Resulta muy difícil justificar la propiedad exclusiva de un bien como la Tierra, que no puede ser más necesario, común y universal. No me extraña que alguien dijera que “la propiedad es un robo” (1), aunque lo dijera con sentido vago y general, sin concretar qué forma de propiedad y sobre qué bienes; no me extraña, porque “robo” es que alguien se apropie de lo que no es suyo, más grave aún si lo robado fuera del común universal de la vida, caso de la Tierra, o del común humano, caso del Conocimiento.

¿Qué es la propiedad?” se preguntaba Proudhon en torno a 1840, provocando un gran revuelo con su respuesta: “¡la propiedad es un robo!”, frase que llegó a convertirse en máxima de cita común, a la que los anarquistas y otros darían vueltas y revueltas en sus agotadoras polémicas.Paradójicamente, Proudhon no usó tan audaz expresión en su sentido literal, sino sólo para dar más énfasis a su idea. Con el término “propiedad” designó lo que más tarde llamaría “la suma de sus abusos”, quiso señalar lo injusto de la propiedad como bien utilizado para explotar el trabajo de otros sin aportar el esfuerzo propio, se refería a la propiedad que se caracteriza por rendir intereses y rentas, y permitir imposiciones por parte del que no produce sobre el que produce. En cambio, afirmaba que  la propiedad como posesión, el derecho de un hombre a disponer de su vivienda, de la tierra y de las herramientas que necesita para vivir, eso era para Proudhon lo justo, "la piedra fundamental de la libertad". De ahí que reprobara el comunismo, sobre todo porque, según decía, éste buscaba la destrucción de esta forma de propiedad.

Lenin, por otra parte, se preguntaba "¿libertad para qué?", dando por hecho que la libertad está implícita en el comunismo, sistema que hace de los proletarios una clase de "propietarios iguales ". Los liberales, desde el principio asociaron propiedad y libertad, condición la una de la otra. Proudhon, anarquista, llegó a la conclusión de que la única organización social, capaz de otorgar al hombre el derecho de gozar del producto de su trabajo, era la basada en la libertad..."la anarquía como ausencia de amos y soberanos, he aquí la forma de gobierno a la que nos aproximamos día a día”, definiendo el anarquismo como teoría que proponía una sociedad en la que comunismo y propiedad se sintetizarían de manera tal que el gobierno desaparecería, al tiempo que florecería la libertad en "un mundo de pequeños propietarios unidos por libre contrato".

La tierra es de quien la trabajaes otra célebre frase, atribuida a Emiliano Zapata (2), el líder militar y campesino, cuando proclamara en 1911 su propuesta de reforma agraria, durante la revolución mejicana. Zapata, a diferencia de Proudhon, concretaba que la forma de legitimar la posesión de la tierra es mediante el trabajo. Así, el dinero o el trabajo serían estos medios, además de la herencia (en la que no media ni dinero ni trabajo). Pero, ¿posesión es sinónimo de propiedad? Veamos lo que dice el diccionario de la RAE al respecto:Acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro” y “acto de poseer cosas incorpóreas, aunque en rigor no se posean” (porque en rigor lo que es inmaterial no puede ser poseído).La cuestión se complica al hacer la distinción entre, nada menos, que cinco diferentes tipos de posesión: 1.Posesión de buena fe: que resulta de una adquisición que el poseedor estima legítima, ignorando los vicios que la invalidan.2. Posesión de mala fe: que se tiene con conciencia de los vicios de su adquisición.3.Posesión de estado: apariencia de la titularidad de un estado civil, fundada en el ejercicio público y continuado de las facultades correspondientes al mismo.4. Posesión inmemorial: cuya duración excede de la memoria humana.5. Posesión natural: que no se tiene con ánimo de dueño o de titular legítimo de la cosa o derecho poseído.Más aún se complica si le añadimos estas dos variantes no recogidas por el diccionario de la RAE: 6- Posesión mediata: es posesión de derecho, no de hecho, es decir, no es una tenencia efectiva (propiedad) de una cosa, valga como ejemplo un contrato de arrendamiento, en el que el arrendador es poseedor mediato del piso alquilado, aunque no está poseyéndolo de forma efectiva y real (porque el piso sigue siendo de propiedad ajena).7. Posesión inmediata: resultado de un contrato de compraventa, por el que el comprador se hace poseedor efectivo (propietario) al momento de hacer el pago y firmar el contrato.Se observará la confusa ambigüedad en la que se sitúan ambos términos, posesión y propiedad, que no acaba de aclararse la diferencia entre una “posesión efectiva” y una “posesión que siendo de derecho no es de hecho o no es efectiva”. La clave reside, sin duda, no en su concepto (el derecho), sino en su efectividad (el hecho).

Según ésto, en la sociedad feudal, por ejemplo, los campesinos que trabajaban la tierra eran poseedores de derecho, pero no propietarios de hecho, porque se sabe que el propietario de hecho era “el señor” titular del territorio (un noble, un rey, una “autoridad eclesiástica” -abad u obispo-, incluso el “concejo” de una de las grandes villas de la Baja Edad Media); era aquel soberano de la tierra al que se pagaban tributos por el uso de “su propiedad”. Quedaba así en evidencia la primacía del hecho (el poder) sobre el concepto (el derecho).

A partir del siglo XVII, la revolución cultural promovida por la clase emergente (la burguesía), que conocemos por sus ideas “ilustradas”, supuestamente destinadas a subvertir el orden feudal, sin embargo, conservaron celosamente la propiedad como fuente principal del poder “efectivo”, camuflado bajo la supuesta “igualdad política” que empezaba a figurar en las constituciones liberales de los “nuevos y modernos” Estados-nación-capitalistas de la Modernidad.

En la prórroga de esa modernidad burguesa, que es la época contemporánea, nada ha cambiado respecto del status de la propiedad, que conserva el mismo significado de sus anteriores épocas, feudal y moderna, por lo que la posesión efectiva (la propiedad) hoy como entonces sigue siendo del “soberano”, quien sea que detente el poder efectivo sobre el objeto de la propiedad. Y si no, véase cómo a día de hoy, al igual que en el medievo feudal, todo Estado reserva para sí un supremo poder de expropiación, en base a un abstracto concepto del “interés público”.

Pero toda esta historia, de interesadas ambigüedades y confusos conceptos acerca de la posesión y la propiedad, si me interesan hoy es, sobre todo, por su directa repercusión en los acontecimientos del tiempo presente, en referencia al contexto de crisis sistémica y global en que hoy vivimos. Experimentamos este contexto como amenaza a la viabilidad de la civilización humana en un próximo futuro, un temor que ya experimentamos ante las clarísimas señales de un acelerado e imparable proceso destructivo: en la máxima concentración de los poderes -económico, político, mediático, tecnocientífico, legal, y militar sobre todo, mostrando su inequívoca tendencia al UNO, a un único Poder global, cuyo ilusorio programa prevee una Gran Transición para restaurar todo lo que previamente ha destruido. Qué decir de su devastador efecto sobre el individuo, ahora reducido a un perfil virtual, aislado en la masa, privado de presencialidad y desvinculado de toda comunidad real, nadificada su existencia, disuelta ésta en mínimas relaciones sociales, exclusivamente reducidas y mediadas por una compulsiva obsesión por la propiedad y el consumo. 

Vemos normalizarse el auge de la xenofobia y los totalitarismos, hacerse crónica la crisis profunda de las democracias estatales, asistimos al secuestro de la creatividad y del conocimiento humano a cargo de unas Ciencias que se lo apropian y lo desmenuzan en parcelas “disciplinarias”, de conocimientos cuantitativos e inconexos, con su deriva mercenaria y tecnológica apuntando a un inminente futuro eugenésico y “transhumano”… y nos produce vértigo la grave crisis demográfica, sea por sobrepoblación o por envejecimiento, la proliferación y extensión de enfermedades crónicas y pandemias globales, la progresión geométrica de la desigualdad en todas las latitudes.

Pero el efecto destructivo del “orden” social impuesto por la Modernidad, con su fija idea de “la propiedad como fundamento de la libertad”, su religiosa creencia en un “progreso” ilimitado, que ignora los límites materiales del planeta, en sus efectos no se limita a la destrucción del individuo y la sociedad. Ahí está, por si fuera poco, la alteración brutal del equilibrio ecológico que significa la devastación de la biodiversidad, los efectos del cambio climático, el agotamiento de las fuentes energéticas que nutrieron el “progreso” durante los dos últimos siglos de modernidad capitalista, la desertización y la mengua acelerada de la fertilidad de la tierra...y paro de contar. Esa es su evolución histórica “de hecho”, bien contraria a los “derechos” que proclama. En todo ésto se traduce su “éxito”, en el invento de una “racionalidad” moderna, que no hay por donde cogerla.

Propongo un experimento: que por un momento imaginemos que en un arrebato de locura una parte de la humanidad, una comunidad cualquiera, se vuelve “irracional” y proclama unilateralmente la efectiva abolición de la propiedad de la Tierra y del Conocimiento, imaginemos que a estos bienes esa irracional comunidad los declara “comunales universales”, la Tierra como propiedad comunal de todas las especies y sus generaciones, el Conocimiento como propiedad inmaterial del conjunto de la humanidad, de todas sus generaciones presentes y futuras...¿alcanzamos a imaginar siquiera lo que ésto supondría, un futuro tan “irracional”?, ¿que nadie tuviera el poder de propiedad sobre la Tierra y el Conocimiento, que como bienes comunales universales quedaran al margen de toda forma de comercio, de los que nadie pudiera, de ningún modo, hacerse propietario o soberano, ningún individuo, ningún colectivo, ninguna corporación, ningún Estado?

Para ilustrar este “supuesto”, resumo en un esquema esa nueva teoría de la propiedad que, de momento, solo cuatro gatos pensamos: 

 

Como puede verse en este esbozo, no todo es perfecto,  aún cabría una posible relación de dominación, del individuo por su propia comunidad, pero no siendo obligatorio el trabajo comunitario, siempre le cabría trabajar solo para sí mismo. También podría la comunidad explotar al límite su territorio, saltarse el principio ecológico de autosuficiencia y reserva, pero sería a costa de su propia supervivencia; eso lo sabían muy bien las tradicionales sociedades campesinas, haciendo un uso realmente sostenible de los bienes disponibles. Y podría darse un trato desigual, pero  sería improbable que eso pudiera suceder en una asamblea de autogobierno comunitario, entre "próximos", vecinos y paisanos del mismo territorio. 
 
Téngase en cuenta que lo que hoy llamamos "democracia" solo puede serlo  en modo ficticio o  "representativo", que no puede ser real si no es en asamblea de iguales y en comunidad real, es decir, convivencial, dada en un territorio realmente compartido, físico y relacional. Y téngase también en cuenta que lo que hoy, indistintamente,  denominamos como "economía" o "capitalismo" es, antes que nada, una relación social de dominio y explotación, de la naturaleza y del trabajo humano. Por todo eso, una nueva teoría de la propiedad es inseparable, necesariamente tiene  que formar parte, de una nueva teoría y práctica social-integral:  ética, ecológica y democrática al tiempo.
 
De momento, tengan tranquilidad los neoliberales y todos los neos modernos, como todos los defensores a ultranza de la propiedad sobre la Tierra y el Conocimiento, que la mayoría de la humanidad todavía no se ha vuelto loca, que sigue siendo "racional y moderna"; que, grande, pequeña o ilusoria, la Propiedad seguirá por largo tiempo haciéndonos tan libres, iguales y fraternos como hasta ahora... no se preocupen, que solo "cuatro gatos" pensamos estas cosas. De momento.

Notas:

(1) La frase “la propiedad es un robo” es atribuida a Pierre Joseph Proudhon (1809-1865), filósofo, político y revolucionario anarquista francés, uno de los padres del movimiento anarquista histórico como de su primera tendencia económica, el mutualismo, junto a los rusos Mijail Bakunin y Piotr Kropotkin y el italiano Errico Malatesta. A mi entender, Proudhon debería ser considerado como padre ideológico de los modernos liberales, en general, y de la burguesía “de izquierdas” en particular.

(2) La imagen “revolucionaria” de Emiliano Zapata no logra ocultar la ideología propietarista-liberal afincada en sus ideas sobre la propiedad de la tierra. La pretensión de legitimar la propiedad de la tierra por el trabajo de pequeños propietarios, legitima la idea liberal de la propiedad como hecho de dominio, soberanía o señorío exclusivo sobre un bien comunal universal, una idea que en esencia es liberal, aunque lo sea a la manera pequeño-burguesa.

 

sábado, 4 de febrero de 2023

LAS LORAS, EL ENIGMÁTICO TOPÓNIMO DE UN TERRITORIO SINGULAR


 Presentación y resumen

Este trabajo trata de hilar todas las posibles interpretaciones del origen etimológico del nombre de Las Loras, un territorio singular al que le cuadra muy bien un nombre tan único y especial.
En 2016 hice una primera investigación al respecto, a partir de la nula información que entonces encontré y siguiendo las escasas pistas existentes, con fundamento en las analogías con otros lugares que tenían el mismo o similar nombre. Así, llegué a la conclusión de que “lora” procede del latín  “laura”, laureada, que los ejércitos bereberes invasores de la península ibérica a principios del siglo VIII decían “lawra” en su lengua árabe. La coincidencia orográfica e histórica entre  lugares con ese mismo topónimo apuntaban en una dirección: lugar en alto que por estar flanqueado por altos cantiles es una fortaleza natural e  inexpugnable y que  por esa razón es nombrada como “laura” o laureada, por invicta.

Ya dije en su momento que no siendo  especialista en la materia, esa explicación me valía en tanto no la mejorara alguien más experto que yo y que aportara nuevos datos y más  convincente información acerca de este topónimo. Pues bien, recientemente he podido reunir nuevas y  sorprendentes pistas que llevan a diferentes interpretaciones: desde una versión puramente lingüística y académica (“flora”: de afloramiento rocoso),  a otra posible interpretación historico-política (“lorazgo”: equivalente en su significado a los términos castellanos señorío y mayorazgo) que, curiosamente, encontré referida  en el texto de “El Capital”, el más popular de los  libros escritos por Karl Marx.

Todas esas interpretaciones del topónimo “loras”, incluida la mía original, están incluidas en esta publicación, junto a un apartado final dedicado al territorio en su contexto actual.

La cuestión sigue abierta y al menos yo no me atrevo a inclinarme por un significado y etimología “verdaderos”, porque pienso que todos tienen algún punto de base razonable y porque “las loras”, como la mayoría de los topónimos antiguos, han llegado a nosotros con una misteriosa carga de significación simbólica, a partir de leyendas, mitos y metáforas, cuando no se limitaban a simples descripciones físicas del lugar, como pienso que hicieron la mayoría de las veces los primeros pobladores de un lugar. a la vista del paisaje y la primera impresión que éste les causaba. 

 

Texto completo, lectura y descarga en este enlace:

https://es.scribd.com/document/623738428/El-Enigmatico-Toponimo

 

martes, 31 de enero de 2023

LIBROS DE KARLOS LUCKAS

 

Libre descarga de todos estos libros, en castellano o en inglés, en el siguiente enlace: LIBROS DE KARLOS LUCKAS

 

Karlos Luckas es el sinónimo de Enrique Alvarez Carrillo, escritor y amigo canario cuyo pensamiento político considero una de mis principales referencias en el empeño común de contribuir a la elaboración del nuevo paradigma de Revolución Integral. Me parece muy buena iniciativa que haya liberado todos sus textos, poniéndolos a disposición de quien quiera leerlos, tanto en lengua castellana como inglesa. Recomiendo vivamente su lectura.

Reseña Biográfica

Enrique Álvarez Carrillo, nace en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, islas Canarias. Durante años se ha presentado públicamente bajo el nombre de Karlos Luckas, a través del blog "Conciencia, Libertad y Revolución Integral", en el que se recogen las líneas generales de su pensamiento. Aunque de formación eminentemente autodidacta, de joven ejerció de marino mercante y luego obtuvo la licenciatura en Ciencias Políticas. El interés por la política y la historia le viene desde muy joven, por influencia, en primer lugar, de su propio padre, hombre de gran cultura e inquietud política. Vino luego la influencia intelectual procedente de la Universidad de La Laguna, a través de un hermano y también de algunos amigos procedentes de la órbita del PCE, por lo que se orienta claramente por abrazar la doctrina marxista leninista. Pasa por toda una etapa nacionalista y marxista revolucionaria entre los años 1976-80, integrándose en el Partido Comunista Canario provisional, PCC(p), época coincidente con la crisis del Sahara y el auge del movimiento nacionalista independentista canario. Concluye esta etapa con la salida de ese mundo ideológico y político, pasando -después de un largo periodo de reflexión- a sostener la doctrina marxista-leninista-maoísta en su versión más radical, manteniendo una militancia de 12 años.

Comparte actividad, colaboración y amistad con Félix Rodrigo Mora, Prado Esteban y muchos antiguos militantes y amigos. La influencia de Félix, desde el inicio, y durante más de 35 años, ha sido decisiva en la formación intelectual, ideológica y política de Karlos, con el que ha colaborado en el desarrollo estratégico del proyecto denominado “Espacio de Reflexión sobre la Revolución Integral”. Ha participado en la redacción de la Introducción, junto con Félix R. Mora, de la reedición del libro del que fuera anarquista Félix Martí Ibáñez, “El sentido de la vida”, editado por Potlatch-ediciones. 

La necesidad para Enrique Álvarez de escribir este ensayo viene desde muy lejos, realmente desde el mismo momento del ascenso de la ideología nacionalista en Canarias a partir de 1975. Aunque ya poseía cierta formación marxista antes del auge del llamado Movimiento Canario de Liberación Nacional (MLNC), sin embargo, el impacto de éste fue decisivo, y tratar de comprender el llamado “hecho nacional” e integrarlo en una estrategia de revolución socialista, se convirtió en su prioridad. Por esa razón, tras su militancia en el PCC(p), y la comprobación teórico-práctica de la naturaleza estatista, capitalista y reaccionaria de su estrategia, trata de buscar respuestas históricas, políticas y doctrinales en la variante más radical del marxismo. 

Este proceso finalizó a principios de los años 90, momento en que asume claramente que el marxismo es, igualmente, una doctrina estatista, economicista, capitalista y “nacionalista” de naturaleza antidemocrática. Ello le induce a la búsqueda de un nuevo paradigma capaz de comprender la naturaleza del nacionalismo, y las cuestiones del Estado y la revolución. Así, concluye con este ensayo, en el que vincula directamente al nacionalismo con el Estado y el capitalismo, como aquella ideología que le da justificación y cobertura. Aboga, por tanto, por la implementación de un modelo de convivencia social basado en la comunidad, en la democracia directa, en la liberación de las mujeres y la ecología radical, en el proceso estratégico de una revolución integral.  

Además de estos libros, Karlos Luckas es autor de numerosos artículos publicados en los blogs  "Inekaren" "Conciencia, libertad y revolución integral"

(Texto de Potlatch-ediciones)






























miércoles, 25 de enero de 2023

MITOS Y METONIMIAS DE LA MODERNIDAD (LA RETÓRICA DEL PENSAMIENTO DOMINANTE)

 

Una metonimia es una figura retórica de pensamiento que consiste en designar una cosa con el nombre de otra, con la que existe una relación de contigüidad espacial, temporal o lógica por la que se designa el efecto con el nombre de la causa (o viceversa), el signo con el nombre de la cosa significada, el contenido con el nombre del continente, el instrumento con el nombre del agente, el producto con el nombre de su lugar de procedencia, el objeto con la materia de que está hecho o lo específico con el nombre genérico. Es, pues, un fenómeno de cambio semántico por el que se designa un concepto con el nombre de otro, sirviéndose de alguna relación existente entre ambos, siendo frecuente la sustitución e intercambio en relaciones de causa y efecto. La metonimia es un tipo de tropo muy habitual, junto la metáfora, la alegoría, la hipérbole, la sinécdoque, la antonomasia, el énfasis o la ironía. En general, un tropo es la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado, se trata de un término propio de la retórica, significa un cambio de dirección, de una expresión que se desvía de su contenido original para adoptar otro.

En su libro “Metahistoria”, Hayden White advirtió la conexión entre tropos y teorías histórico-sociológicas. Por ejemplo, la metonimia sería la clave del método de Marx, la sinécdoque para Hegel y la metáfora para Nietzsche.


La lectura del último libro de J.M Naredo (“La crítica agotada”) me ha permitido una reflexión más profunda acerca de la importancia estratégica del uso del lenguaje en la batalla de ideas que se libra en  estos tiempos de la Baja Modernidad. Naredo reconoce en su libro que sus propias reflexiones al respecto siguen la huella del filósofo y filólogo Jose Luis Ramírez González (1) en su comunicación “Ciencia social y mitologías modernas. Acerca de las metonimias del pensar”, presentada en el simposio “Hacia una ideología del siglo XXI” (Madrid, 21-23 de septiembre de 1997) (2).

Resumo a continuación lo que a mi entender es la sustancia concluyente de dicha comunicación, por el interés que pudiera tener para quien quiera indagar en qué medida el pensamiento Ilustrado es positivista y metafísico en contra de su propio propósito “científico” y, sobre todo, cómo ha conseguido su hegemonía a partir de tal autoengaño.

Jose Luis Ramírez, filósofo y filólogo


1. Vivimos un ambiente intelectual dominado por la rendición de las ciencias sociales al pensamiento positivista de la Modernidad, deslumbradas por el prestigio de la ciencia y de la técnica en una sociedad ya posindustrial, haciendo profesión de fe en el paradigma positivista, pretendidamente antimetafísico, que preconizara Comte.

2. La Sociología representa la filosofía del sistema social moderno, mientras que la Economía Política es algo así como su teología, con una clase sacerdotal que son los economistas. La Ciencia Política se ocupa de la liturgia y el protocolo que regulan las formas de uso del poder. Ese triunvirato disciplinario es el que otorga estructura y legitimidad a la sociedad democrática moderna, definiendo su sistema de valores, sirviendo de base y fundamento a su paradigma de conocimientos y a la praxis que rige todo el conjunto de saberes útiles y los cauces por los que se ha de mover la formación de sus súbditos.

3. El posititivismo ha fracasado en su pretendida superación de las etapas teológica y metafísica del pensamiento moderno, cuya ininterrumpida vigencia encuentra nuevas formas en nuestras sociedades y en el lenguaje usual de las ciencias sociales y de la política, dando lugar a nuevas e inevitables mitologías, por lo que tampoco nosotros, educados en la ciencia moderna, carecemos de agentes divinos o abstracciones metafísicas que se presentan como causas o explicaciones últimas de los acontecimientos humanos.

4. Tanto en el lenguaje cotidiano como en el discurso de la ciencia, cada vez que usamos un nombre substantivo en forma determinada singular, nos hallamos en la inmensa mayoría de los casos ante una personificación o reificación de entidades abstractas.

5. La mayor parte de las abstracciones que se presentan como explicación de algo, no hacen sino urgir esa explicación. Las declaraciones políticas y los comentarios económicos están llenos de pseudoexplicaciones de esa índole, pero no nos damos cuenta de ello ni de nuestro autoengaño.

6. El lenguaje de la Economía moderna, que ha venido a dominar totalmente los canales de la información y el discurso político, nos ha acostumbrado a someternos a una serie de supuestas entidades que, siendo meras creaciones de la mente y de la acción humana, se presentan con los atributos de lo necesario e inevitable.

7. Lo que el positivismo aporta de razón no es histórico y lo que aporta de histórico no es racional.

8. La tesis positivista establece una relación invertida, entre naturaleza e historia, de fatales consecuencias cuando su coordinación es cada vez más urgente para nuestra amenazada supervivencia ecológica y sólo se puede llevar a cabo desde la perspectiva humana.

9. La importancia atribuída a un factor social, según Wright Mills, depende de la facilidad de su tratamiento por métodos estadísticos, por lo que el empiricismo abstracto se fija en un detalle del proceso investigado y lo deja dominar por completo, con lo que origina un "fetichismo del concepto", el mismo que caracterizaba al pensamiento teológico primitivo que el positivismo, engañosamente, cree haber superado.

10. La consideración estructuralista del lenguaje, junto con la pretensión de que toda actividad humana puede estudiarse como si tuviera estructura lingüística, ha originado una nueva metodología extensible a todas las ciencias, excediendo el ámbito de la propia lingüística.

11. El ideal científico-social positivista ha logrado imponerse plenamente en los sistemas educativos y profesionales de los países occidentales a partir de la segunda guerra mundial. Contrariamente a la creencia positivista de una trasformación radical en la mentalidad occidental desde la antigüedad hasta la modernidad,lo que se advierte es una asombrosa continuidad en los presupuestos determinantes de esa mentalidad desde Platón hasta nuestros días.

12. Hay que vivir muy irreflexiva y despreocupadamente en estos días (de tránsito al siglo XXI) para no experimentar un sentimiento de encrucijada histórica, como si estuviéramos llegando a un límite y “como si algo totalmente imprevisible se nos estuviera echando encima”.

13. La encrucijada en la que estamos apenas estrenado el nuevo siglo consistirá en la necesidad de abordar un problema que la mentalidad platónica ha venido proscribiendo o relegando a un plano secundario durante 25 siglos: el problema de la asunción de la responsabilidad humana; lo cual exige una auténtica ciencia de la acción humana, una ética de índole diferente a la que venimos profesando: en lugar de una reforma moral basada en la ciencia, lo que ahora se impone es una reforma de la ciencia basada en la moral.

14. La autoconciencia ilustrada, basada en la razón, es una conciencia falsa. Entre el dicho y el hecho se abre un abismo y las palabras de Kant siguen todavía esperando su realización. Lo que ha hecho el hombre occidental no ha sido sino sustituir la norma divina por una regla racional tan externa como la teológica. Ha trocado una divinidad por otra. En la etapa ilustrada la acción humana pasó a ser dirigida por la norma de una razón transcendente al individuo humano, eso es la ética deontológica diseñada por Kant. Su constante alusión a la Ley y a la Obligación desenmascaran el carácter jurídico de una ética que se arroga la defensa de la libertad humana.

15. Las ideas regulativas del tipo Libertad, Igualdad y Fraternidad poseen una estructura conceptual semejante a la de los conceptos matemáticos, en los que el concepto es su propia realidad y no apunta a nada que esté fuera de sí mismo.

16. Las tres etapas éticas recorridas por la civilización occidental son la teológica, deontológica y utilitarista; son las predominantes, pero no de modo exclusivo. Son etapas recorridas de hecho, no ciclos impuestos por ninguna ley histórica (como lo era en la filosofía positivista de Marx o de Comte). Lo que sucede es que lo ya pasado, al estudiarlo parece lógico y necesario, puesto que ya no puede cambiarse, las razones fácticas que lo hicieron surgir están patentes, en tanto que las contrafácticas (lo que pudiera haber sido), quedan ocultas.

17. Ante el cambio de época que es presentido con un alto grado de incertidumbre e inseguridad, nada parece indicar un cambio de mentalidad, más bien una continuidad del mismo pensamiento mítico construido desde la filosofía griega sobre la intangible objetividad del ser, que supone la necesidad de “un algo invariable” que explique todos los cambios y variaciones. Las ciencias sociales han tratado de buscar el origen de la situación actual en las ideas de la Ilustración, sin tener en cuenta que la sociedad ilustrada-moderna es fruto de la semilla griega. El concepto occidental del conocimiento refiere a un saber de algo intemporal. Todo movimiento significa traslado o transformación, un cambio de lugar, de forma o de esencia y como fenómeno objetivo de la naturaleza se produce por propia iniciativa; pero a éste movimiento o cambio hay que añadir el que se produce por iniciativa de un ser provisto de voluntad propia. He ahí la diferencia entre el movimiento o cambio natural y la acción humana que también es principio de movimiento o cambio. Cuando sucede esto último, surgen dos tipos de explicación, una natural y otra histórica, que exigen dos diferentes formas y metodologías del saber. Sin embargo, acostumbramos a reducir las explicaciones a las del orden histórico, por razón de que son más exactas, que los son porque dejamos a un lado lo que esté sujeto a interpretación y se nos presente como ambíguo o inseguro. Así, a esta explicacioón la llamamos “objetiva”, sin plantear la cuestión de su elaboración conceptual y lingüística. Una explicación natural puede ser verdadera o falsa, mientras que una explicación histórica (científica) podrá estár bien fundada, ser convincente o verosímil, pero nunca verdadera en un sentido absoluto: ¿quién nos asegura que la explicación científica es correcta?, ¿no está acaso una demostración científica también sometida a la exigencia del buen fundamento?, ¿no ha de ser convincente?, ¿no está condicionada por la reserva del ceteris paribus, que pone la afirmación científica en entredicho?

18. La elaboración científica es producto de la acción humana y toda teoría que pretende ser verdadera tiene primero que ser una buena teoría, una teoría bien hecha. Por eso que toda explicación natural tiene su fundamento en una explicación humana e histórica. Lo bueno y lo verdadero no están al mismo nivel, a los humanos nos importa más lo bueno que lo verdadero. Sin embargo, para Platón lo bueno era algo tan objetivo como lo verdadero.

19. Para llegar a lo absolutamente cierto abstraemos de nuestros conceptos y de nuestras teorías todo aquello que da concreción a la realidad, todo aquello que la hace interesante para nuestra vida cotidiana. Pero ¿no es acaso la vida una actuación que se mueve entre reiteradas incertidumbres? Si solamente obráramos en el terreno de lo seguro nos quedaríamos paralizados, no podríamos vivir.

20. La adquisición de conocimiento supone un arte, la ciencia es producto de ese arte, el de razonar e investigar bien y de expresar lo investigado correcta e inteligiblemente. Como decía Aristóteles en diatriba contra Platón, para ser buen médico no basta conocer lo que es la salud y la enfermedad, no se trata de curar al Hombre, hay que saber curar a los enfermos. Sin embargo, la pauta del saber científico, como único y absoluto, en Occidente la marcó Platón y no Sócrates.

21. El objetivismo platónico introduce una escisión en el concepto griego de lógos a lo largo de la historia de nuestra concepción del saber, separando el pensamiento del lenguaje y reduciendo la realidad a las cosas. En lo sucesivo, el ser será cosa, todo lo que haya de ser entendido ha de reducirse a la condición de cosa. Platón, el gran precursor del idealismo, era un materialista empedernido que buscaba en las cosas el modelo de las ideas, no al revés, como él mismo creía. Pero no las cosas singulares y concretas. La ontología ilustrada-moderna, como la de Platón es una metafísica de la cosa abstracta, cuyo modelo son las entidades matemáticas. Frente a la concepción estática de Platón, la de dinámica Aristóteles es dinámica: ya no cabe poner como ejemplo del ser una figura estática, que es puro aspecto o espectáculo, sino que "ser" va a significar el esforzado sostenerse de algo en la existencia" (en “Ideas para una historia de la filosofía”, ).

22. En la ratio latina el concepto apunta sólo al pensamiento y Cicerón se ve obligado a hacer un juego de palabras en la expresión “ratio et oratio”, para reparar el conceptual divorcio entre pensamiento y palabra. El lenguaje y la gramática determinan, sin embargo, los conceptos y obligan a la realidad a adaptarse al paradigma del sustantivo. A pesar de que "verbo" significa "palabra", la categoría lingüística por antonomasia es el sustantivo, no el verbo.

23. Estamos educados en un pensar lógico que nos lleva a objetivar la realidad. Objetivar es tanto como reificación o cosificación. El sustantivo es la categoría correspondiente a la cosa y cada palabra escrita se nos hace visible como algo delimitado, una cosa. A partir de la consolidación del poder de la lengua escrita y del alfabeto vocálico, el proceso de reificación se hace total, las palabras se construyen en lo sucesivo metafóricamente con referencia al sentido de la vista, la idea es una imagen visual y entender es como ver. Este cambio de sentido es fundamental para entender la evolución de nuestra civilización occidental con el paso de la cultura hablada a la escrita, del pensamiento narrado al pensamiento escrito, condición necesaria para el desarrollo de la ciencia y de la técnica modernas, así como para la democratización del conocimiento, lo que a su vez conlleva la hegemonía de un pensamiento y un lenguaje dominados por la cosa y el sustantivo.

24. Todo aquello que se refiere a un cambio o a una conducta es expresado mediante sustantivos gramaticales, como si fueran objetos aprehensibles y no actividades o cualidades. Las abstracciones a las que reducimos cualidades y elementos de la realidad proliferan en nuestro lenguaje, el discurso cotidiano se llena así de dioses: nos quejamos de la "carestía de la vida", del "despotismo", de la "demagogia" y de la "política", admiramos la "poesía", el "arte" y la "sabiduría", cultivamos la "amistad" y anhelamos la "tranquilidad" y el "bienestar". Mismamente, este texto está lleno de iguales e impropias sustantivaciones, nos es imposible hablar sin hipostasiar. Se trata de un fenómeno que no es metafórico, sino metonímico, como veremos.

25. Todo conocimiento y todo saber es conocimiento y saber humano. El mundo es un mundo humano, tal y como lo concibe el ser humano. Hablamos de un conocimiento de lo objetivo, pero un "conocimiento objetivo" es una contradictio in terminis, un oxímoron o figura literaria en retórica, que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, generando un un tercer concepto.

Lo abstracto, el objeto, es una objetivación humana, una concepción hecha por la mente humana en un acto concreto de pensar. Toda realidad en sí es siempre concreta y cada pensamiento es un acto mental concreto aunque en él tratemos de aprehender algo general y abstracto que haga referencia en un solo acto a una pluralidad de realidades concretas.

26. La mediación gnoseológica del lenguaje está desatendida en nuestra cultura. Las teorías del conocimiento modernas (Descartes, los empiristas, Kant) igual que Platón se plantean el problema de la relación entre el conocimiento humano y el mundo conocido como si el lenguaje no contara, olvidando la directa influencia que el lenguaje tiene en la estructura de nuestro conocimiento del mundo. Lo que llamamos “mundo y realidad” son un mundo y una realidad conceptualmente estructurados, en íntima relación con las categorías gramaticales y con los hábitos semánticos adquiridos con nuestra lengua materna.

27. Si el pensamiento y el lenguaje no tuvieran influencia en la forma de captar y expresar la realidad, todos la entenderíamos y describiríamos exactamente de la misma manera y el error sería imposible. Bastaría con abrir los ojos y decir lo que vemos; propiamente ni siquiera tendríamos que decirlo, pues ni siquiera habría lenguas diferentes. Pero al pensar y al hablar hacemos uso de una forma de pensar y de hablar heredada culturalmente. Sin lenguaje el pensamiento humano se habría anquilosado en su evolución, pero es fácil, una vez adquirida y desarrollada la capacidad de pensar con ayuda del lenguaje, olvidar el camino que seguimos hasta llegar aquí, cuando ya hemos aprendido de la sociedad lo que necesitábamos para podernos bastar a nosotros mismos aislándonos de ella.

28. Un atento examen fenomenológico, de cómo formamos y cómo usamos nuestros propios conceptos, nos ayuda a descubrir algunas de las deformaciones a las que nuestra comprensión de lo real se ve sometida. La comparación de unas lenguas con otras y el conocimiento histórico de la evolución semántica, fonemática y morfológica de las palabras, nos permite descubrir las trampas del lenguaje y de los conceptos.

29. Lo que aprehendemos como “realidad” no son solamente las cosas entre las que nos movemos (como pretenden la ontología y el positivismo), nuestra experiencia cotidiana nos hace denotar constantemente las actividades en las que nos hallamos implicados, incluso podríamos decir que éstas actividades constituyen lo que verdaderamente es nuestra realidad humana, nuestro mundo. Podemos dudar de la existencia de las cosas y de su esencia, pero no de lo que nosotros hacemos, de nuestras actividades, al tiempo que las de los demás las interpretamos por analogía con las nuestras.

30. Cuando Descartes buscaba un punto indubitable de partida y se encontraba con la certeza absoluta de la actividad pensante, estaba en el camino, pero como buen platónico no se ciñó a la evidencia de la actividad pensante que le imponía su conciencia (lo que debiera haber resultado en un cogito ergo cogitare verum est, sino que la hizo derivar a la afirmación de la existencia del propio Yo (cogito ergo sum), soy porque pienso, un yo, sujeto de la conciencia, tan cuestionable como los objetos de ésta.

31. La ontología postula un mundo externo de cosas con esencias propias, independientes de nuestra conciencia, pero lo que sean las cosas independientemente de nuestra conciencia y de nuestra posibilidad de servirnos de ellas, es algo que queda fuera de nuestro interés y alcance, pues el ser humano sólo puede entender lo que él mismo ha creado. El significado y la esencia de una cosa están dados por su contexto con otras y por su relación con el hombre, de modo que es esta relación y este contexto lo que el hombre concibe interesadamente como esencia y significado. Todo significado es un "significado para". De este análisis se deduce una conclusión sobremanera inquietante: si lo que define a las cosas no es lo que vemos de ellas, sino nuestra interpretación de ellas, aquello para lo que nos sirven, es decir las acciones que éstas posibilitan y promueven, entonces resulta que lo más real de nuestra realidad no es lo visible sino justamente lo invisible.

32. Vemos lo que los hombres hacen unos con otros y con las cosas, en sentido estrictamente físico de movimientos del cuerpo y de sus diferentes partes, pero el significado o sentido de ese hacer empíricamente constatable no sería entendido describiendo el suceso físico-material que presenciamos, sino interpretando lo que entendemos a través de ello. La actividad que se manifiesta a través de lo que vemos es lo que da significado a las cosas, a los cambios y hasta al sujeto que ejecuta las acciones. Si conocemos a los hombres por sus obras, por su mera presencia física simplemente los reconocemos. Reconocimento quiere decir que entendemos lo que son por lo que sabemos de antemano, por experiencia de sus acciones anteriores. Aristóteles hablaba de la energeia o actividad (al movimiento, a la mutación visible, lo llamaba kinesis) y era esa actividad lo que daba su ser a los entes. Así, era el alma (lo invisible), y no lo físico, el cuerpo, lo que hacía hombre al hombre.

33. Aunque no entendamos las cosas, podemos nombrarlas. Pero ¿cómo vamos a poder nombrar correctamente, es decir de una manera inteligible para otros, algo que todavía no entendemos?, ¿no va acaso el nombre unido a su significado? He aquí otro de los engaños del pensamiento positivista que ha logrado hacer extensiva esta superstición a las otras formas de saber y al saber de la experiencia cotidiana. Para deshacer el enredo hay que investigar el propio y dudoso concepto de "concepto".

34. El saber matemático es el único en el que los conceptos suponen sus definiciones, por la sencilla razón de que en la matemática el concepto y la realidad a que se refiere coinciden. El concepto matemático es a priori. En el concepto de triángulo está dado plenamente el triángulo y su mera enunciación racional conlleva su entendimiento y su posible definición.

Partiendo del saber matemático elaboró Platón su teoría de las ideas, haciéndola equivocamente extensiva a todo el conocimiento humano. En la ciencia natural, sin embargo, encontramos que una cosa es el concepto y otra es la realidad a que el concepto se refiere. Si de la ciencia natural transcendemos a otras formas de conocimiento, la independencia entre un nombre y lo que significa aquello a que el nombre alude se hace todavía más patente y sólo el contexto en que se usa puede determinar su significado si éste posee cierta claridad, lo que no es tan frecuente como los semánticos quieren hacer valer.

35. Las denominaciones y formulaciones con que objetivamos y describimos los aspectos de la realidad tienen una referencia a ésta, pero sólo a posteriori van adquiriendo significado. La denominación precede a la significación.

36. En el sistema educativo la enseñanza suele comenzar con las definiciones, creando una conciencia engañosa. En la investigación la definición es lo último a que se llega aunque comience por nombrar provisionalmente el fenómeno investigado, objeto o actividad que nos interesa pero que quizá no sabemos bien lo que significa. La función de nombrar es denotativa, trata de hacer presente como objeto aquello que queremos desentrañar. Así, dar nombre es señalar un camino de diálogo e investigación.

37. Cuando queremos ponernos de acuerdo en la significación de algo de lo que en principio tenemos ideas imprecisas, comenzamos por preguntarnos ¿qué es? ese algo, lo que quiere decir que el discurso humano está lleno de palabras y proposiciones gramaticalmente correctas sin que en realidad sepamos lo que queremos decir. Gran parte del discurso científico social, especialmente la llamada ciencia económica, nos ha familiarizado con conceptos sin significado reconocible y explicaciones que no explican nada. No notamos su vaciedad justamente porque nos hemos familiarizado con ellos.

38. La actividad está en íntima relación con la conciencia, es un modo de conciencia, por eso que, ocupada con su objeto, la actividad no se advierta bien a sí misma. Sólo un acto de reflexión, un traslado del QUÉ al CÓMO, nos hace plenamente conscientes de nuestra actividad. Podemos haber realizado una actividad muchas veces y haberla realizado bien sin siquiera planteárnosla, ni menos darle nombre. Cuando advertimos que lo que hacemos nos sale mal, comenzamos a preocuparnos del CÓMO, haciendo a la actividad objeto de la propia actividad consciente. Entonces el CÓMO se convierte en QUÉ de la conciencia, y para poder hablar de ella, abrimos un diálogo que nos ayude a esclarecerla y le damos un nombre. Ese es el orden del conocimiento, no el que nos han acostumbrado a creer. El hecho de que la actividad tenga que ser objetivada para ser investigada, es al mismo tiempo lo que nos tiende la trampa de concebir las actividades como cosas, confundiéndolas con su resultado. Es así cómo nos imaginamos que la arquitectura son los edificios y no el arte de construirlos, o confundimos la pintura con el cuadro pintado por el pintor. Así llenamos el lenguaje y el pensamiento de una infinidad de seres a los que atribuímos actividades.

39. En su teoría de los tropos, la retórica explica la creación y desviación de los conceptos. Lo que llamamos metáfora y metonimia no son meros recursos estilísticos para dar elegancia al decir, sino recursos psicolingüísticos mediante los cuales damos expresión del pensamiento. Cuando Sigmund Freud, en su Interpretación de los sueños, hablaba de los elementos complementarios de la condensación y el desplazamiento, estaba aludiendo a la función metafórica y metonímica.

40. La sociedad moderna profesa una serie de mitos que son debidos a nuestra forma de pensar y al uso de nuestro lenguaje. Si no se puede culpar a las ciencias sociales de ser las causas originarias de la mitología espontánea, siendo ellas mismas un producto del pensamiento mítico de origen platónico sí les incumbe la responsabilidad de haber consolidado esa mitología como ciencia. El deber de la ciencia es desenmascarar la falsa conciencia y los mitos engañosos de la sociedad. Pero en lugar de ejercer su función depuradora, a 300 años de la Ilustración las ciencias sociales han asumido la función de dar legitimidad científica a las nuevas mitologías y perpetuar el sometimiento del ser humano a poderes ajenos a su razón y a su voluntad.

 

Notas:

(1) Jose Luis Ramírez González (Madrid, 1935), filósofo y filólogo que ha desarrollado su actividad científica y social en Suecia. La mayor parte de su obra está publicada en lengua sueca. Publicaciones en castellano y catalán:

. Notas sobre fenomenología semántica. Congreso internacional de fenomenología. Santiago de Compostela, 1988.

. Categorías de vida urbana pública y privada. Jornadas de Sociología y vida urbana, Barcelona, 1989.

. Individuo y sociedad en la Suecia actual. Un estudio de la transformación histórica del sistema local de autogobierno, ("Ética día tras día - Homenaje al profesor Aranguren", Trotta, Madrid, 1991).

. El significado del silencio y el silencio del significado, Universidad de Verano, San Roque (Cádiz); Ed. Alianza, Madrid, 1992.

. La retórica como lógica de la evaluación, Sociedad española de pedagogía, Revista Bordón, Vol. 43 nº4, Madrid, 1992.

. La participación ciudadana en los países nórdicos. Conferencia Europea sobre Participación Ciudadana en los Municipios, Córdoba, 1992 (Publicado en separata de la Comunidad de Madrid).

. Democracia como estructura y como forma de vida, Conferencia »Variedades y límites de la democracia», Universidad Internacional »Menéndez Pelayo», Valencia, 1993.

. La existencia de la ironía como ironía de la existencia, Universidad de Verano 1993, San Roque (Cádiz).

. Los límites de la democracia y la educación, ICE, Universitat de Lleida. 1994.

. La ciudad y el sentido del quehacer ciudadano, ICE, Universitat de Lleida, 1995.

. El exilio como forma de vida, (Conferencias en castellano sobre "El exilio y la literatura") Nordplan, 1995.

. El espacio del género y el género del espacio. Revista ASTRÁGALO, Madrid, nov. 1996.

. La teoría del diseño y el diseño de la teoría (Revista ASTRÁGALO, Alcalá-Valladolid, aug. 1997)

. Ciencia social y mitologías modernas: un estudio de las metonimias del pensar (Comunicación al simposio "Hacia una ideología para el siglo XXI", Asociación Española de Estudios Canadienses & Instituto de Filosofía del CSIC, Residencia de Estudiantes, Madrid, 21-23 noviembre 1997.

. La invenció de territoris: "jo", "l'altre", "el món", "el cosmos", Revista Transversal, 6.1998, Lleida.

(2) Dicho texto está publicado en la revista “ Geocrítica” (de la Cátedra de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona), disponible en este enlace :  

 “Ciencia social y mitologías modernas. Acerca de las metonimias del pensar”