Básicamente, topofilia es amor al territorio. Es concepto propio de la geografía humanista de la que es considerado precursor el geógrafo chino-estadounidense Yi Fu Tuan, fallecido en 2022, a la edad de 92 años. Decía este geógrafo que “es la persona, y nadie más, quien imprime el carácter, el acento y cierto poder, a una realidad espacial, y es la que además puede alcanzar “conciencia pública”, precisamente cuando se ha arraigado entre la comunidad el sentido del lugar, brindándole estabilidad y permanencia”. (Tuan, 2018, p.120). Esta noción tiene su propio sustento conceptual, personal y “corpóreo”, según Yi-Fu Tuan: “aunque los conceptos de espacio y los patrones de comportamiento varíen enormemente, todos tienen sus orígenes en el pacto original entre el cuerpo y el espacio” (Tuan, 2018, p. 63). Esto es, el cuerpo humano es modelo para la organización espacial y, a su vez, el espacio se organiza de acuerdo a los sentidos o al “yo que se relaciona” y se pone en contacto con el espacio (Tuan, 2018, p. 58).
“De ahí que aparezca el concepto de "lugar", quizá, como la aportación más significativa del geógrafo chino. Es decir, el espacio se conceptualiza y se transforma en lugar (que no es una simple localización o localidad), cuando los sentidos visual, auditivo y táctil, más el movimiento y el pensamiento se juntan en la experiencia espacial hasta otorgarle conscientemente una significación”. Yi-Fu Tuan lo describe como una “personalidad” o un “espíritu” del lugar” (Joan Nogué, de la Universidad de Girona).
Joan Nogué resume la aportación de Tuan a la geografía humanista, sin encontrar contradicción con la geografía de orientación marxista y distinguiendo “el concepto de espacio abstracto y el de lugar concreto y vivido”. (Nogué, 2018, p. 239). Así lo sintetiza: “el enfoque de Tuan tiene que ver con la atención que ponemos y mantenemos entre las relaciones humanas y el entorno que nos rodea. Esto es, “los lugares, a cualquier escala, son esenciales para nuestra estabilidad emocional porque actúan como un vínculo, como un punto de contacto e interacción entre los fenómenos globales y la experiencia personal” (Nogué, 2018, p.241).
Pues bien, defiendo que hay un legítimo sentimiento de amor al lugar de nacimiento, que es cultural y es compartido por una comunidad (cultural) integrada por el conjunto de personas que comparten un mismo sentir, de arraigo respecto de un lugar. Quienes hablamos una misma lengua materna, la castellana por ejemplo, también formamos una comunidad cultural repartida por medio mundo, pero no por ello somos una comunidad política; no existe, ni siquiera como proyecto, una nación castellana, y menos un proyecto de Estado castellano, que pudiera incluir a todos los territorios y comunidades del mundo en las que se habla la lengua castellana. La lengua materna, como el lugar de nacimiento, son realidades culturales, “lo político” es otra cosa, que refiere a otro tipo de relaciones, de otro orden, en el que además de sentimientos y emociones, se comparten vínculos físicos, materiales, de convivencia presencial, de proximidad, comunales, en un territorio habitado y vivido en común, que es pais-aje convivencial, una geografía real, que no es solo emocional, ni solo virtual o solo cultural como la nación.
Que por eso decimos “país” (de paisaje) y por eso quienes vivimos en esos territorios reales, mutuamente nos reconocemos como paisanas y paisanos: por ser convivientes del mismo país, del territorio común que compartimos, aunque hayamos nacido en otro lugar y aunque hablemos lenguas diferentes.
Entiendo que el sentimiento nacionalista o patriótico es perfectamente natural, cultural y legítimo, si es de arraigo respecto de un lugar y/o de una lengua común. Pero también entiendo que no es así cuando traspasa el ámbito cultural y emocional, pasando a ser utilizado como ideología política, casi siempre arrojadiza. Entonces es cuando, a mi entender, se convierte en esa grave patología social que conocemos como xenofobia, fuente de todo tipo de conflictos sociales y de violencias dirigidas contra los “no nacionales”, contra los extraños o extranjeros nacidos en otra “nación” e, incluso, contra los de la misma nación que hablen otra lengua.
Por eso que los conceptos de “nación” y “nacionalismo” sean tan ambiguos y se presten tan fácilmente a esos extravíos (políticos) de la mente, que son patológicos y tan fácilmente manipulables. De acuerdo que ese sentimiento, “de comunidad” en torno a un lugar y una lengua “de nacimiento”, es muy potente, pero un básico esfuerzo de racionalidad debería llevarnos a considerar muy por delante al concepto realmente político de “paisanía”, por estar referido, éste sí, a las realidades materiales y no materiales que conforman nuestras relaciones de convivencia real en un mismo territorio habitado, relaciones de proximidad, que son de vecindad en modo urbano, y de paisanía en modo bioterritorial (que puede ser comarcal o regional como mucho). Es decir, con vínculos reales respecto del territorio habitado en común, ese territorio que decimos “país” y no “patria” (que es otro concepto equívoco si se hace ideológico en el sentido político de “patriotismo”, que necesariamente refiere a la arcaica institución jerárquica del patriarcado, de clara inspiración religiosa).
Si además de sentimientos, costumbres y cultura, hablamos de Política, no tengo ninguna duda en preferir los conceptos de país y paisanía, que son incluyentes de los muy respetables conceptos culturales de nación y nacionalismo o patriotismo.
A día de hoy, un proyecto actualizado de sociedad política necesariamente tiene que involucrar, conjuntamente, a nuestro conocimiento y experiencia histórica, más cuando en el tiempo presente estamos en una situación tan radicalmente novedosa y excepcionalmente crítica, ante graves amenazas - incluso de extinción - que nos son comunes a escala global, lo que nunca antes pudimos experimentar como especie.
A día de hoy, si hablamos de Política solo podemos hacerlo en radical modo humano, racional y científico, si es al margen del trillado pensamiento moderno, tipo faccioso o "de partido", solo romántico/emocional o solo histórico/científico. Necesariamente estamos obligados a involucrar, conjuntamente, a las dimensiones ética, ecológica, comunitaria y democrática de nuestras sociales vidas.
Por eso que me parezca tan urgente como necesaria una propuesta de futuro que en esencia sea comunal o comunalista con un integral sentido de globalidad comunitaria-convivencial, local y de especie, radicalmente ecosocial y democrática. Y pienso que eso solo es posible a partir de un nuevo Pacto social, ahora al margen de Estados y Mercados, que junto al propósito de disolución de éstos, incluya la declaración de la Naturaleza y el Conocimiento como comunales universales (de la Vida en general y de nuestra humana especie en particular, respectivamente); comunales universales a mayores de los producidos en nuestras comunidades reales, las domésticas, vecinales y paisanas (que las "empresas" son otra cosa, como el Estado y el Mercado, más propia del Orden dominante).
Comunales universales, necesariamente al margen de todo mercado y de todo derecho de propiedad y de herencia, comunales que son a gestionar del único modo que realmente puede ser ecológico y democrático al tiempo: eso que vengo denominando como política comunal de escala: con ayuntamientos comunales, de Vecindades (urbanas) y Paisanías (bioterritoriales), fundados y autoconstituidos como contrapoder realmente autónomo y alternativo frente al Orden de la globalización estatal/corporativa/capitalista; hablo de ayuntamientos o comunas libremente asociadas, en modo federal, confederal o mancomunado, en redes de intercambio, cooperación y ayuda mutua en todas las escalas territoriales.
Tengo la convicción de que no hay otra vía posible, pero entiendo que es discutible. Lo iremos viendo.
“Oh,
caballeros, la vida es corta...si
vivimos, que sea
para marchar sobre la cabeza de los reyes”
“A
los bufones: seguid danzando bajo la tormenta”
1
Qué
oportunas estas dos citas que le sirven a Raúl Cortés de
entradilla en su obra “La ópera de los caricatos”, inspirada
en “Los últimos días de la Humanidad” de Karl Kraus. Yo no creo
que estemos viviendo esos últimos días, ni de la humanidad ni del
neoliberalismo, quien eso piense ignora la inteligencia del Orden
dominante, que le ha servido hasta ahora para lograr su hegemonía
mundial sin que haya una alternativa que le haga sombra. Todas las
oportunidades de emancipación hasta ahora ensayadas son como
llamadas perdidas, básicamente a cargo de las organizaciones "de izquierdas”
surgidas al interior de la modernidad burguesa, en directa competencia con
“las derechas” conservadoras, liberales y fascistas. He llegado
a pensar que la causa última de esa continuada derrota no hay que
buscarla en la carencia de poder político, puesto que desde la
revolución francesa para acá una gran parte de la humanidad ha
sido y todavía sigue gobernada por esas izquierdas, digamos estatales o convencionales.
Más
bien, habría que indagar en otras posibles causas, por ejemplo en
esa proverbial incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace,
que aqueja a la clase política en general, según sentencia sabiamente el refranero popular que refiere al gran trecho que
va del dicho al hecho. Es esa culpa de incoherencia que especialmente persigue a
las izquierdas cuando gobiernan, cosa que no le sucede a las
derechas, que en eso son más consecuentes y que en el gobierno están como "en su sitio" ...bienaventurados los
elefantes, se dice, porque se les ve venir. Las
izquierdas solo parecen estar “en su sitio” (como
las derechas),
cuando son totalitarias en regimen de partido único. Las derechas,
sin embargo, mientras
gobiernan siempre parecen estar “en su sitio”, da igual que sean
democráticas o totalitarias, su sitio es el de la Propiedad y el Estado.
A mi entender, eso es porque hacemos un juicio
moral muy básico, pongo
por ejemplo: una misma
“putada” nos hace más daño si proviene de un amigo que si
proviene de un jefe. Por eso que en las modernas democracias
burguesas se tiene la sensación de que las derechas en el gobierno están “en su sitio”, de jefes, lo que no sucede cuando el poder del
Estado lo ocupan las izquierdas convencionales, que parecen estar ahí de
ocupas, con gobiernos precarios y provisionales, siempre como a punto
de corromperse y pasarse a las derechas.
El
pensamiento de izquierda convencional, básicamente socialista, es potente en su
propuesta filosófica, en su teoría e intenciones, pero en su praxis
se muestra muy vago, con débiles e imprecisas estrategias, improvisadas
y a destiempo, es un pensamiento ciego a lo abstracto e invisible del
poder dominante, que no es sino el misterio de la Sumisión
Voluntaria propia de las mayorías sociales y del individuo medio que
conforma las multitudes, ese individuo “moderno” acostumbrado a
ser súbdito, una condición de ciudadanía que le viene de herencia
y, sobre todo, por “la tiranía de los modos de vida”, que diría
Mark Hunyadi, unos modos que están fuera de nuestro control a pesar
de afectar al completo de nuestra existencia. Es una gran paradoja
considerarnos libres y demócratas cuando somos prisioneros de modos
de vida totalmente determinados que nos vienen impuestos. Esta
paradoja “democrática”, como dice Hunyadi, se refuerza mediante
otra paradoja ética: “en un momento en el que asistimos a una
auténtica inflación ética por la multiplicación de comités,
normativas, consejos, reglas, etiquetas éticas de todo tipo,
destinadas todas a proteger el cumplimiento de los derechos
individuales, los modos de vida, cada vez más exigentes, extienden
más que nunca su influencia sobre los individuos. Esto quiere decir
que todo este dispositivo ético sirve en realidad para "blanquear
el sistema y los modos de vida" que de él se derivan, que
pueden así extender su influencia siendo éticamente pasteurizados.
Nuestra ética no sirve, pues, para criticar el sistema ni los modos
de vida, sino para acompañarlos en su marcha triunfal. Frenar esa
marcha es el mayor reto ético y político de nuestro tiempo”.
De
no ponerle pronto remedio, mucho me temo que la sumisión voluntaria,
a fuerza de costumbre acabe siendo un comportamiento “propiamente
humano”, transmitido no solo culturalmente, también genéticamente,
completamente normalizado y “natural”, que a eso apunta la
inteligencia artificial y la doctrina transhumanista.
Así,
pues, hasta ahora viene siendo superior la inteligencia estratégica de las
derechas, y hasta pienso que ahí tienen su principal fortaleza, más,
incluso, que en su fuerza bruta, que ya es decir. Aplicada en la
postmodernidad a darle gusto a la sumisión de los gobernados, hasta
ahora esa inteligencia le ha permitido a las clases dominantes, de propietarios y
gobernantes, reproducir su exitosa alianza en todas las latitudes,
generación tras generación, con apenas unos breves lapsus
“revolucionarios”. Y al igual que se dice “la arruga es bella”
(por ser natural), también podría decirse de la desigualdad normalizada: tan
“natural” como el instinto territorial de Propiedad que acaba en
capitalismo natural, el modo de vida que sigue la ley natural del la
selva, la que guía la evolución natural de las especies...todo tan
natural como el instinto patriarcal de jerarquía, que acaba
constituyendo ejércitos naturales, naturales tiranías y naturales naciones construidas a
partir de naturales enlaces matrimoniales y conquistas militares no
menos naturales, eso mismo que naturalmente llamamos "Patria" siendo en realidad Estado.
Pues
bien, a contracorriente yo sostengo que el ideal de emancipación
humana tiene un difícil porvenir, por ser antinatural, porque va a la
contra de lo natural, del instinto estatal y capitalista de jerarquía y propiedad, en contra de la selección natural y de la ley natural
de la selva. Por tanto, además de otros principios, el ideal de
emancipación si quiere tener una mínima oportunidad precisa de otra
inteligencia, de principios y estrategias nítidamente contrarias a la
Ley Natural de la Selva.
Lo
vengo diciendo, hasta ahora con escasa audiencia, con base en una
poderosa intuición que intento completar y argumentar
científicamente en lo que puedo: al ideal de emancipación ya no le sirven las
izquierdas convencionales, las que agotaron sus oportunidades con el
llamado Estado de Bienestar. Ya no sirven, porque el mundo que hoy
tenemos es otro bien distinto al medieval y moderno mundo en el que
viven anacrónicas, esas izquierdas alternativas, atascadas en un bucle de imaginarias
revoluciones, imposibles si parten de los mismos supuestos,
principios y estrategias, de mundos y revoluciones ya pasadas y agotadas. Lo explicaré, ahora
resumidamente, porque de ello seguiremos hablando durante
los próximos cien años: es Muy anacrónico el pensamiento moderno,
de clase, propio de izquierdas y derechas, lo es porque en la
encrucijada existencial en que estamos, cuando el culo ya nos huele a
chamusquina, solo cabe un pensamiento ecopolítico y comunal, de especie, ya, con extrema urgencia.
Ese
necesario pensamiento comunal y de especie, no lo concibo si no es actualizado a escala
global y a las circunstancias concretas del peligroso tiempo en
que vivimos, con la misma dimensión global de la amenaza existencial que concierne a toda nuestra especie. No lo concibo si además no se acompaña de una declaración
unilateral de Desarme. Me refiero a un pensamiento con principios y
estrategias pactadas, un pacto necesariamente anónimo y glocal (global y local al tiempo), para un compromiso y una política de
especie a desplegar localmente, un pacto del Común y lo Común
con un programa/compromiso pactado, que nos sirva para cuidar y compartir el
mundo/ecosistema Tierra, mientras éste nos dure. Tiene que servir para
seguir reproduciéndonos, al menos hasta un poco antes de que el
Cosmos se deshaga del todo, disuelto como un azucarillo en agua, que eso sí que es lo natural-inevitable, lo que no hay especie ni
Dios que lo pueda frenar.
Para ese Pacto comunal no hace falta
esperar a nadie, lo pueden acordar ya tres personas cualquiera de una
misma población que sean mayores de 14 años, en cualquier rincón del mundo, contra el regimen totalitario-global de la Propiedad y del Estado.
2
Es
ilusoria esa versión regresista de la Historia que fija el viaje
al futuro de nuestra especie como un eterno retorno a una edad
idílica, la de una antígua y medieval república igualitaria y
comunal, que si alguna vez existió algo parecido, fue muy limitada
y fugazmente, en breves lapsus de máxima
debilidad, incluso de ausencia, del aparato estatal...y esa
autonomía popular sabemos que solo llegó a darse mientras el
aparato militar se recomponía y solo con un comunal limitado y
condicionado a la propiedad privada y estatal (mal llamada pública).
Otras
veces ya he manifestado que estoy muy de acuerdo con la
tesis del antropólogo David Graeber, ya fallecido, y del arqueólogo David
Wengrow en su obra conjunta “El amanecer de Todo”. De acuerdo en
que la civilización no es ese cuento del Progreso lineal que va de
un mínimo grupo de salvajes cazadores-recolectores a una inmensa
Smart City gobernada por el Algoritmo. Estoy de acuerdo con ellos
porque así lo ha evidenciado la investigación científica más
reciente: que la igualdad no es un invento medieval de las pequeñas
comunidades rurales, porque hoy sabemos que existieron grandes
ciudades igualitarias en la edad neolítica, al igual que existieron
poblaciones sometidas a grandes desigualdades, tanto en pequeñas
aldeas como en grandes aglomeraciones urbanas; incluso sabemos que
hubo comunidades que cambiaban de regimen en el cambio de estaciones,
del verano al invierno; de acuerdo en que la agricultura no tiene la
culpa de la ideología e institución de la Propiedad (como
apropiación o robo de lo común), de acuerdo en que es en esta
religiosa y “natural” ley de la Propiedad, y no en la
agricultura, donde hay que buscar el origen conjunto del Patriarcado
y del Estado.
De
ahí que piense en la apremiante necesidad de un renovado paradigma
revolucionario, a sabiendas de que si llegara a producirse esa
revolución necesaria, de signo emancipador, integral y global, será
por vez primera. Porque nunca antes, en ningún lugar de la Tierra, hubo
una revolución social que podamos señalar como integral y global,
nunca a escala de especie, nunca para acabar con la Propiedad y el
Estado, sencillamente porque no podía ser, porque nunca antes
pudimos tener el conocimiento que hoy tenemos, ni conciencia de
especie por tanto. Solo sabemos de intentos limitados, más o menos
bien intencionados. Lo que sí sabemos es que todos acabaron siendo
derrotados.
Así, pues, a quienes piensan que hemos llegado al
término de la historia humana y que ya no son posibles otros modos
de vida que los sometidos a la Propiedad y al Estado, les digo
que todo está por hacer y que, ahora sí, estamos en el preámbulo
de un tiempo Necesariamente
nuevo. Que ahora
sí es posible una revolución integral y global, porque nunca como
ahora pudimos tener la
conciencia de especie que
ahora empezamos a tener, aunque haya tenido que ser por efecto del
Desastre al que asistimos inermes y asombrados.
Solo es posible ahora que, por primera vez, sentimos cómo el mundo
se nos ha quedado pequeño y que juntos, a escala de especie,
corremos un mismo peligro de extinción.
3
Durante
estas últimas décadas cobraron
impulso nuevas corrientes de pensamiento y
nuevos movimientos sociales más o menos
críticos, surgidos como
disidencias o bien al margen de las convencionales
izquierdas del Sistema. Todas
apuntan la
necesidad de actualizar el
paradigma de la revolución social. Buena
parte tienen un actuar meramente teórico y reaccionario en el sentido de que se limitan
a contestar a
los excesos y agresiones del Sistema, yendo a remolque de su agenda. Y
eso, que está
muy bien, es muy poco porque
no cuestiona su existencia, no al menos al
completo. La mayoría de alternativas dicen ser
anticapitalistas, pero desean un Estado ilusorio y oximorón, uno que sea “ecologista y a la vez justiciero”. La mayor
parte de estas corrientes y movimientos son residuales, provienen de
los restos ideológicos sobrevivientes a la descomposición de las
modernas revoluciones proletarias, todas estatales, entiéndase la URSS y la
China Popular principalmente. Profesan un imposible anticapitalismo que no puede pasar de teórico, como su puesta en práctica
ha demostrado con creces.
Las izquierdas presuntamente alternativas consiguen
algo de adhesión
en las redes sociales, de vez en cuando convocanmanifestaciones con grandes pancartas,
siempre como reacción instintiva,
a remolque siempre de
la agenda estatal y de su
“opinión pública”. Me refiero a corrientes y movimientos como
los del Decrecimiento, Ecosocialismo, Ecofeminismo, Renta Básica,
Permacultura, Simplicidad Voluntaria, Bancos
de Tiempo, Movimiento slow,
Ecoaldeas, Municipalismo,
Ciudades en Transición o el recién
desaparecido movimiento de la Cooperativa Integral Catalana...etc,
etc.
A
estas corrientes y movimientos de carácter general, habría que
añadir otros más identitarios, al modo nacionalista de "naciones sin estado", como el Confederalismo
Democrático del Partido de los Trabajadores (PKK) del Kurdistán
(territorio repartido entre Turquía, Irak, Siria e Irán), o el
Movimiento Zapatista, reclamante de un estado indigenista propio en
Chiapas, territorio perteneciente al actual estado mejicano.
Entiendo
que los dotados con mejor armazón teórico frente al sistema
dominante son actualmente el movimiento Ecosocialista (con origen en
el pensamiento ecoanarquista, comunalista según su primer mentor, el
norteamericano Murray Boochin) y también el conglomerado de movimientos afínes, como el de
la Vía de la Simplicidad (con origen en el pensamiento ecológico
del australiano Ted Trainer), el movimiento por el Decrecimiento, el Ecofeminismo, así como la mayor parte del espectro ideológico del Ecologismo.
Recientemente,
me ha sorprendido que Ted Trainer haya dirigido su crítica al
movimiento por el Decrecimiento a la vez que al Ecosocialismo. Me
refiero a dos escritos publicados en su web,
respectivamente titulados “La
respuesta es el ecoanarquismo, no el ecosocialismo”
y “Una
crítica (amistosa) al movimiento por el Decrecimiento”. A
mi entender esta crítica de Ted Trainer tiene escaso fundamento, ya que su
propuesta de Simplicidad no aporta nada realmente nuevo y cae en la misma
indigencia estratégica de los movimientos a los que critica. Ted
Trainer y su movimiento de la Simplicidad tampoco saben QUÉ HACER, NI CÓMO, para que
el Sistema no se los coma, integrándolos sin problema, incluso
poniéndolos de moda como atractivos "estilos de vida".
Todos
esos movimientos “alternativos” de izquierdas tienen en común una
misma matriz “moderna” aunque se digan “neos”, neomarxistas
o neoanarquistas. Si me hago eco de la crítica de Ted
Trainer es porque apunta a lo que quiero aquí exponer como epílogo
de este escrito; me refiero a lo que considero es el error básico
que lastra a los movimientos sociales que, como el Ecosocialismo o el
Ecofeminismo, como el Decrecimiento o la Vía de la Simplicidad,
tienen la pretensión de constituirse en “alternativas” frente al
sistema dominante. Todos estos movimientos han producido teorías y
experiencias muy valiosas, pero incompletas y fallidas a la vista de los resultados.Mi
modesta aportación crítica, siendo modesta es radicalmente incompatible con el programa de todos esos movimientos. Primero, tiene que ver con un aspecto teórico acerca de
la Propiedad: ya no se puede entender la ecología sin una previa
concepción de lo que es la Propiedad, y de la Naturaleza junto al Conocimiento como bienes comunales
universales. Hay que superar, por anacrónico, el viejo paradigma campesino-medieval de los bienes comunales. No es posible sobrevivir a
los desastres del cambio climático, de la devastación de la
biodiversidad, del agotamiento de las fuentes energéticas, de la
banalización de la vida...manteniendo ese anacrónico paradigma que no reconoce a los comunales universales de la Naturaleza y del Conocimiento. No mientras se defiendan a la chita callando las mismas ideologías, de la
Propiedad y del Estado, que provocaron y siguen provocando todas las
guerras y todos los desastres encadenados que ahora afloran como su consecuencia.
La
propuesta que vengo proponiendo pivota sobre dos aspectos
fundamentales, uno teórico, en torno a un nuevo paradigma de la Propiedad Comunal Universal (comunales de la Naturaleza y del Conocimiento) y otro
paradigma estratégico en torno al modo de organización comunal, a prefigurar en la
Transición revolucionaria, que sirva para instituir un contrapoder popular, en modo de ayuntamientos comunales, vecinales/urbanos y paisanos/bioterritoriales, que acaben por disipar las estructuras sistémicas del
Orden estatalcapitalista. Se concreta esta propuesta en un libre Pacto del Común, global y local, que también podríamos decir "de especie".
Porque, siendo la naturaleza y el conocimiento nuestros comunales universales, ya solo eso, por sí es una letal carga de profundidad dirigida contra la reproducción del Patriarcado y
del aparato de dominación Estado/Mercado. Que muerto el perro se acabó la rabia.
PD: Se
me olvidaba incluir en la lista de “alternativas"
izquierdistas-fallidas al movimiento de la Revolución Integral liderado
por Félix Rodrigo Mora, en el que me he sentido partícipe durante
los últimos años, hasta la reciente aprobación "pseudoasamblearia" de sus
Bases, que acaban con mi adhesión a esa corriente de pensamiento.
Básicamente, porque en esas Bases se acuerda persistir en los mismos
graves errores que el resto de "alternativas" izquierdoides: mantienen la anacrónica
creencia anarquista en que la propiedad de la tierra deja de ser capitalista si es propiedad pequeña y campesina...y ni hablar del comunal universal-inmaterial del “Conocimiento” (sin el que es inimaginable la emancipación real de cualquier sociedad futura).
Y en paralelo, esas Bases dejan en suspenso la duda de si pudiera ser mejor la vida, o al
menos más soportable, en pequeños estados como los del medievo ibérico. Imposible
ir por ahí a ningún sitio que merezca la pena. Y mira que lo
siento.
G
M
T
Y
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La historia que nos hemos estado contando sobre nuestros orígenes es incorrecta y perpetúa la idea de la inevitable desigualdad social. David Graeber y David Wengrow preguntan por qué el mito de la “revolución agrícola” sigue siendo tan persistente y argumentan que hay mucho más que podemos aprender de nuestros antepasados.
Acabo de revisar y editar una traducción automática al castellano de un artículo de David Graeber y David Wengrow. Seguiré con otros artículos todavía no traducidos ni publicados en castellano.
Gracias
a mi relación personal con la gente de Abya Yala, me llega una
videoconferencia de Rafael Bautista Segales titulada “Pensamiento
político y descolonización”, que enseguida suscitó mi interés y
que recomiendo ver y escuchar atentamente, mediante este enlace:
En
marzo de 2022 dimitió de su cargo en el gobierno boliviano el
escritor, pensador y filósofo boliviano Rafael Bautista Segales, considerado el hombre de
confianza de David Choquehuanca (*). Ocupaba el cargo de director
general de “Geopolítica del Vivir Bien y Política Exterior” de
la Vicepresidencia y renunció, "desgastado", según sus propias palabras, por la
“dictadura técnico-administrativa que no le ha permitido
continuar la ejecución de proyectos de soberanía hídrica,
alimentaria, medicinal y energética".
En
su carta de renuncia venía a reconocer que "el laberinto burocrático que
creíamos inicial, pero que ha resultado infinito", ha recortado su novedosa
experiencia a nivel de la Vicepresidencia. Afirma que nada de ese
trabajo fue valorado por “la mezquina y torva mirada de la
burocracia convertida en poder desnudo e instrumento de dominación y
represión continua”. (Fuente: periódico digital “El
insurgente”, Bolivia, 2022).
En su conferencia, Rafael
Bautista Segales hace un buen diagnóstico de la situación y lo
explica muy bien, lástima que cuando entra a esbozar su propuesta
estratégica no pueda evitar incurrir en grave contradicción con
su previo y propio diagnóstico. Su propuesta estratégica es perfectamente
contradictoria cuando apuesta por un “nuevo” Estado-Nación
indígena, manteniendo el mismo fetiche -el de “nación”-
inventado por los modernos Estados precisamente para destruir las comunidades
convivenciales, incluidas las indígenas. Aún gobernado por una
mayoría, fuera indígena o feminista, cualquier Nación-Estado no podría
dejar de ser lo que siempre ha sido y es: el fetiche instrumental
inventado por el Estado burgués-moderno para la dominación.
Confiar
en ese milagro es tan ilusorio como esperar que el patriarcado
desaparezca mediante un parlamento nacional-estatal con mayoría de mujeres. El
Estado no puede ser otra cosa que instrumento de dominación y la
“Nación” es su fetiche por excelencia. Su disipación es
condición necesaria para la superación del paradigma burgués de la Modernidad que propone Rafael Bautista Segales. Es condición necesaria para todo proyecto revolucionario orientado hacia la descolonización-emancipación de la
existencia humana, en todas las latitudes de la Tierra común; lo
que es perfectamente compatible con la natural diversidad de culturas y formas
de organizar la propia vida y soberanía de las comunidades humanas.
Superar
el fetiche de la “Nación”, propio del sistema estatal-mercantil de dominación,
creado por el pensamiento “moderno”, es la última frontera a
derribar en el camino hacia la construcción del nuevo
paradigma integral de la emancipación humana, necesariamente ético,
ecológico y comunitario a escala glocal... ¿pero tánto
cuesta imaginar la democracia en su genuina forma
comunitaria-directa-convivencial? , ¿la ayuda mutua y la solidaridad
entre las comunidades humanas en modo de libre asociación,
mancomunada y/o confederada, conservando la plena autonomía de
personas y comunidades sin necesidad de sometimiento a ningún
aparato estatal?, ¿por qué habría de ser imposible un pacto glocal, entre
personas y comunidades, para declarar a la Tierra y al Conocimiento
humano como Procomún de uso universal, por la vida en general y por la
especie humana en particular?...¿y a qué viene seguir promoviendo esa idea moderna de una "comunidadnacional", tan extraña a los pueblos y tan propiamente burguesa?
Con todo mi afecto, le digo a Rafael BS que la
revolución comunitaria, integral y glocal, necesaria para superar la distopía patológica en la que estamos atrapados, precisamente consiste en impedir la destrucción de las comunidades a cargo de ficticias "comunidades nacionales" de creación estatal, para poder llegar así a
glocalizar nuestra relación simbiótica con la Tierra común, a la vez que la empatía
entre humanos. Este es el nuevo paradigma que me atrevo a resumir como proyecto de un mundo procomún de la vida...en el que yo soy si Tú eres.
Nota:
(*)David
Choquehuanca Céspedes es dirigente sindical y político boliviano
de origen aimara. Es el vicepresidente de Bolivia desde el 8 de
noviembre de 2020, tras vencer en las elecciones presidenciales con
el 55 % de votos en tándem con Luis Arce como presidente, abanderado
por el MAS-IPSP. Anteriormente, fue ministro de Relaciones Exteriores
de Bolivia entre enero de 2006 y enero de 2017, durante el primer,
segundo y tercer gobierno de Evo Morales. Entre 2017 y 2019 también
ejerció como secretario general de la alianza ALBA (la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América es una organización
internacional de ámbito regional, fundada en 2004 por países de
América Latina y el Caribe, con énfasis en la lucha contra la
pobreza y la exclusión social con base en ideologías de izquierda).
Lo
hecho ya pasó y no tiene arreglo, como no sea a presente y a futuro. Es
en el Por Hacer donde podemos aplicar las enseñanzas del pasado, es
ahí donde, como dice Karlos Luckas, “nos encontramos
en una especie de torbellino que no termina de cuajar en una senda
común de acumulación de fuerzas revolucionarias”, aunque yo precisaría: "capaces de cambiar el rumbo
de los acontecimientos".
Y
en esa inercia del torbellino estamos atrapados, añado yo, en modo
que resulta fácil precipitarse y meter la pata "revolucionaria". Respecto a la necesidad de una nueva teoría de la
revolución, añado la de incorporar a ésta una permanente
sospecha escéptica, acerca de su factibilidad. La experiencia
histórica así lo demuestra y demanda. De tener una idea
del mundo que queremos, ésto ya implicaría un
juicio del mundoque no queremos. Supongamos que fuera el de la decadente época en que vivimos, esta modernidad
tardía que nos aboca a un futuro que presentimos más que peligroso, como un perverso proceso hacia la artificialización de la existencia humana.
Necesitaríamos, pues, saber cómo abortar este proceso, cómo empezar a construir la nueva época de ese otro mundo mejor, una
teoría y una estrategia, un proyecto factible, que tuviera efecto demostrativo que lo hiciera creíble. Por eso que la mejor estrategia será
aquella que, en congruencia con el deseo (la teoría), se proponga
a sí misma como anticipación terapéutica, reparadora y demostrativa, efectiva para la sanación del viejo y patológico mundo moderno. Si
se piensa, como a mi me sucede, en los
males
del mundo moderno-contemporáneo
como grave patología de la Modernidad, la
entendamos como burguesa o proletaria,
a continuación estamos
obligados a explicar en qué consiste esa patología, antes de atrevernos
a proponer una revolución integral como terapia alternativa y
realmente curativa.
Ni conspiracionismos ni curanderismos. Para mí esa patología
es, en resumida esencia, consecuencia
de disociarla
ética
de
la ecología y
la
política...pero
¿cuándo sucedió
ésto y
por qué?, y¿por
qué este divorcio es
tan
enfermizo, tan crónico y terminalen
definitiva?
Solo
ahora empezamos a tener
consciencia
de
las consecuencias que
acarrea
ser la especie propietaria de
la Tierra. Ahora que somos
más de ocho mil millones de individuos y la
mayor parte vive hacinada en colosales aglomeraciones urbanas, cuando asistimos
a la reducción
masiva de la
biodiversidad yvemos
agotarse las fuentes de energía que sirvieron al espectacular progreso atribuido a
la Modernidad capitalista, y
apenas
empezamos a atisbar
su
lado oscuro, junto a los
enormes peligros que amenazan
el futuro de nuestra especie, precisamente como
consecuencia, insisto, de nuestro "éxito evolutivo". Por
eso que ha llegado el momento de cuestionar este éxitoen
profundidad y a escala entropológica-global o de especie, más allá de identidades particulares, de razas y clases sociales, de
pueblos, culturas onaciones-estado; porque siendoglobal el
Problema, teniendo como causa última un concepto global de la evolución humana, como Progreso en modo de crecimiento y consumo sin límites de la naturaleza, parece obvio quede
ser posible una solución, ésta no
podrá ser
parcial ni superficial, sino
integral y global, es decir, a escala de especie.
Acostumbramos a situar
el lugar alcanzado por la evolución humana a
gran distancia, en un nivel superior y diferente al del resto de animales,
pero ésto
es muy cuestionable en
cuanto observemos
que instintos tan primarios y comunes a todos los animales,
como los de territorialidad y jerarquía, siguen determinando
la conducta y organización social de nuestra especie como
las de otros animales. Y que su diferencia solo es aparente tras su sofisticación. Sin embargo, acostumbramos a poner por delante nuestro más especial instinto -ético, decimos- que supuestamente nos distingue como especie singular. Supuestamente quiere decir teóricamente, porque en la práctica, el balance de nuestra evolución histórica deja mucho que desear, porque sigue mostrando la prevalencia de nuestros instintos animales más primarios, de territorialidad y jerarquía. Lo que no cambia porque nos refiramos a ellos metafóricamente como "derechos", que de hecho sirven a perpetuar los instintos animales de territorialidad y jerarquía. Incluso hemos llegado a consagrarlos en el frontispicio universal con el título de Derechos Humanos, tal es la inversión conceptual que, por inercia y costumbre, el significante sucedáneo acaba por hacerse familiar entre nosotros, e incluso a determinar lo que es "la realidad".
A base de repetir mil veces la palabra ética no se consigue que el comportamiento acabe siendo ético. Solo es cierto para una ínfima parte de la especie. Solo vagamente, nos referimos a ese instinto ético
por el que tenemos conocimiento y conciencia del
mundo y denosotros
mismos, por el que deberíamos sentir
la carga de
responsabilidad derivada
de nuestro personal comportamiento en sociedad y naturaleza. Ningun otro animal ha llegado a desarrollar ese instinto, nos consta que en
el planeta que habitamos no hay nadie que posea tal
conocimiento de
sí y del mundo, del que pudiera emanar ese
instinto ético, nadie
a quien pudiera pesarle la carga de responsabilidad que conlleva tal instinto.
Pues
bien, viendo a donde hemos llegado, es evidente lo
débil que todavía es, de hecho, nuestro
instinto ético, tanto como para permitir una evolución humana tan irresponsable y tan abandonada
al dominio de nuestros primarios instintos animales de
territorialidad (propiedad) y jerarquía (gobierno). Eso ha beneficiado solo aaquellos
individuos con el poder de imponerlos como "natural" norma y costumbre. Son los que pudieron hacerse con la propiedad de la Tierra y el Conocimiento a la par
que con el dominio sobre las
condiciones de existencia de individuos
y comunidades. Son los protagonistas de una Historia por ellos escrita. Su derecho de propiedad y gobierno siempre lo creyeron
“natural”, y hasta "sagrado", por analogía con la ley natural que veían gobernar la
Naturaleza, donde
sobrevive mejor el individuomejor
adaptado a esa ley de
la competencia, o de la selección natural, que
Charles Darwin elevara a categoría científica al meter
a nuestra especie en el mismo saco de la evolución general de las especies. Pero,
¿no es la ley de la
propiedad y del
mercado capitalista la mejor expresión de esa ley natural?, y ¿no es la organización
estatal de las comunidades humanas la más clara
expresión del orden jerárquico que
sigue imperando al
interior de nuestra especie?,
es que ¿no
es cierto que aquel
individuo que no
se acomode a esta Ley será
marginado,
cuando no perseguido o
anulado en alguna forma?
Así,
desde fechas que no podemos fijar en el calendario de la historia
humana, en lasque
alguien dijera“esta
tierra es solo mía y
de
mi descendencia”, “yo
soy el que más
sabe y el que más puede" y, por tanto, "yo
soy el que manda”...
siempre se dio un pulso desigual al
interior de las comunidades,
entre primarios
instintos y
el singular instinto ético, exclusivo del animal humano. Si repasamos la
parte última de la Historia, veremos que durante
milenios fueron una
mínima excepción aquellos momentos de
los que podamos decir que primara el instinto ético sobre los de territorialidad y jerarquía. Hasta ahora,
nadie podrá negar que la historia humana ha sido una sucesión de gobiernos
propietarios
y jerárquicos,
sustentados
en
última instancia por
su fuerza bruta, siempre sin más pausa que aquellos momentos de recambio,
de un Soberano por otro, fuera monarquía o república, estado o imperio; o bien por paréntesis derivados de su propia
decadencia
y corrupción interna. Y cuando ésto sucedió,
como ocurriera
tras
la descomposición del imperio romano, la autonomía de las
comunidades campesinas y sus
prácticas
comunales y democráticas, durante
el medievo feudal, siempre fueron incompletas, limitadas autonomías, siempre
tuteladas
por los poderes nobiliarios y eclesiásticos, propietarios de la tierra y del conocimiento, como del gobierno y destino de las gentes. Siempre, al igual que ahora, el
instinto ético acabó siendo domesticado,
siempresubordinado
a los de
propiedad y jerarquía, siempre a expensas de la voluntad de un Soberano,
expropiado, como los comunales y las democracias de los medievales concejos campesinos, siempre usados por el Soberano como graciosas concesiones,
o fueros...y eso en
el mejor de los casos.Y todo a cambio de un supuesto pacto con el Soberano: de sumisión, a cambio de su promesa de seguridad y orden.
Alrededor
del siglo XV se inició un cambioque determinaría el futuro "moderno" de nuestra
especie, al menos hasta el
presente. El
punto de inflexión fue
sin
duda
la conquista europea de nuevos territorios en desconocidos
continentes, gracias a los avances tecnológicos de la navegación y
la milicia.
La colonización-expropiación de nuevos territorios generó un mundo nuevo, con nuevas y modernas clases sociales, según la nueva división de la propiedad y del trabajo, clases y subclases, de siervos, esclavos, terratenientes, comerciantes, artesanos, artistas, literatos, filósofos, banqueros, científicos...un comercio global de mercancías y el auge
de una población burguesa que
entraba en competencia con la vieja clase “noble y eclesiática” dominante hasta entonces; y
poco después, entrara en competencia interna con la clase campesina
recién devenida en proletaria, obligada a vivir de la venta de su trabajo a poco de ser desposeída de sus propias tierras y ver cercadas las comunales, recién iniciada la revolución industrial
en la Europa del
siglo XVIII.
La
rebelión de esta nueva y gran clase burguesa, concentrada en las nuevas ciudades industriales, no tardó en producirse como sucesión de revoluciones liberales, sea en modo cultural, político o industrial, caso de la Ilustración, la revolución Francesa o la industrial iniciada en Inglaterra, entrando en directa
competencia con nobles y eclesiáticos, en nombre de la libertad y contra el
Antiguo
Régimen
feudal
delos gobiernosabsolutistas.
Se inauguraba así la época Moderna, en cuya fase tardía estamos,
todavía.
No se entenderá el éxito de aquella rebelión
burguesa y
su duración de más de tres siglos, sin comprender cual
fue el mecanismo conceptual empleado, al que llamaron “el imperio de la
razón” y que, básicamente, consistía en una ingeniosa
inversión conceptual de significantes, como los de libertad, progreso y democracia.
Véase, si no,
cómo
en la misma Francia revolucionaria, el levantamiento contra el
regimen absolutista devino al poco en un regimen republicano
no menos totalitario, simulado
tras un velo parlamentario de
apariencia asamblearia o democrática.
Y
véase cómo
fue fijado el
moderno concepto de “progreso”
como nueva
religión cívica,
que en teoría abría
las puertas de
la Historia a
la igualdad de las clases sociales, mediante un presuntoderecho
de acceso
universal a la propiedad y al consumo; a la libertad económica como
derecho ejercido
en un mercado supuestamente“libre”; a la democracia como asamblea política de
ciudadanos
presuntamente
iguales...o sea: todo un artificio conceptual basado en la presunción de
unos
derechos
humanos
universales,
que fueron
y siguen siendo el
armazón delimaginario
liberal-burgués
de
la Modernidad.
La
investigación del historiador
y filósofo alemán
Reinhart Koselleck (1923-2006),
en torno a la historia de los conceptos, aclara muy bien cómo
muchos conceptos que
hoy nos parecen fijos, en realidad cambiaron
de significado a
lo largo de la historia,
a la medida del
interés
y deseo de las
élites
dominantes en cada momento,
que acabaron
imponiéndolos por fuerza, de ley o de costumbre.
La
revolución burguesa creó las condiciones para la “modernización”
del antíguo sistema de dominio feudal,
lo actualizó, creando una versión ilustrada o moderna de sí misma: el
moderno Estado-Nación,
conforme
a los instintos de propiedad territorial y gobierno jerárquico, perfectamente acorde a su mercantil
y competitiva visión del mundo, llevada a la práctica como economía (capitalismo) propia de las sociedades modernas.
La
burguesía atinó a modernizar
el viejo concepto romano de República adaptado a su modo “liberal-burgués”, es
decir, perfectamente
compatible con la apropiación
y explotación,
industrial y comercial, de la naturaleza y del trabajo humano, sin límites. Fue
sin duda una revolucionaria recreación histórica que triunfó y sigue haciéndolo
hoy en día, sin
que encontremos mejor explicación para ello que la sumisión voluntaria de la
mayoría social. Su
justificación teórica está contenida en “El
contrato social”,
el
libro
que escribiera Jean Jacques Rousseau a mediados del siglo XVIII, donde
el autor teorizaba sobre filosofía política, estableciendo
la necesidad de un supuesto “contrato
social”,
entre dos entes tan abstractos como la Sociedad
y el Estado, un contrato imaginario como garante de la libertad e igualdad de los
súbditos-ciudadanos bajo la protección y el poder del "nuevo" Estado-Nación. Acababa de ser inventado un nuevo concepto, el de "Nación" equivalente a Pueblo. Si al Viejo Regimen feudal le bastaba la propiedad del territorio, el Estado moderno quería, además, un Pueblo-Nación unido en la sumisión al Estado.
El
pensamiento ilustrado hizo una exitosa pirueta
conceptual, para, en nombre de los
Derechos Humanos fundar un "orden teóricamente nuevo”cuyas
instituciones estaban
pensadas, precisamente,
para impedir esos derechos y perpetuar la servidumbre y
desigualdad, así como
para disolver toda forma de comunidad
que no fuera la artificial “comunidad nacional”
de factura estatal.
Es
la misma pirueta que hace todo Estado cada
día,
en nombre de la libertad, para adoctrinar a niños y jóvenes en escuelas y universidades estatales, públicas y privadas; y a la población general a través de los aparatos
culturales y mediáticos con los que cuenta todo Estado moderno; o cuando en nombre de la paz, se financia "públicamente" la fabricación y comercio de armas de guerra, se equipan y entrenan ejércitos "nacionales" para guerras estatales, siempre territoriales y comerciales.
Solo
ahora, cuando empezamos a ser conscientes de lo pequeño que se
nos ha quedado el planeta para
la enorme masa de humanos que lo habitamos, ahora
quevemos
agotarse
las fuentes de energía que
han permitido el espectacular crecimiento de nuestra especie y
que
experimentamos
directamente los devastadores efectos de un modelo de progreso
basado en la depredación sistemática de la biodiversidad y de
lasfuentes
de energía,
sóloahora
llegamos
a percibir
las
consecuencias
del mal uso de la Tierra y del
Conocimiento humano, que
ponen
al descubierto sus verdaderas causas, como
a sus responsables.
Se
podrá especular
y polemizar
cuanto se quiera, con todo tipo de argumentaciones históricas,
filosóficas, científicas y políticas, pero será imposible
convencerme de que podremos
salir del "torbellino" en el que estamos atrapados, sin
empleo a fondo de nuestro instinto ético, y sin
una nueva teoría-concepto de la propiedad y del gobierno,
que sea radicalmente contraria a la teoría burguesa hoy dominante.Es
absurdo pensar en soluciones mágicas a la crisis global, pensar que se
puede acabar con la
desigualdad sistémica, regenerar
la
biodiversidad o
revertir
el
cambio climático,
manteniendo el derecho deapropiación
-privada o colectiva –sobre
la
Naturaleza y sobreel
Conocimiento, tan imposible como absurdo mientras perdure el
orden jerárquico-estatal
que
rige sobre
las
sociedades
humanas, haciendo irresponsables y asociales a los individuos sometidos.
Por
eso que hierran quienes crean
que hemos llegado al fin de la Historia, tanto
quienes sueñan la utopía tecnológica-transhumana,
como
los agoreros que auguran la inevitabilidad del próximo
colapso
y
la extinción de nuestra especie. Hierran
porque ningún futuro está determinado, cuando
ni siquiera alcanzamos
a imaginar ese
“otro
mundo mejor”que
queremos, cuando no tenemos
elaborada una básica
teoría
integral de ese nuevo mundo, cuando todavía no
alcanzamos a concebir nuestras vidas como autónomas, cuando
carecemos deuna
mínima experiencia
de
autogobierno en auténticas democracias, si todavía no nos cabe en la
cabeza que podemos vivir mejor con menos cachibaches superfluos y
liberados
de artificiales
necesidades, sitodavía
no
sabemos cómo
autoorganizarnos para la convivencia, ni
cómo
revertir la tecnología para
que juegue a
favor de la vida y no en contra, si seguimos ignorando quién es el
verdadero Soberano, cuando no haciendo la vista gorda ante quién o qué gobierna nuestras vidas; si
ni siquiera llegamos a imaginar cómo compartir nuestros bienes comunes, de la Tierra y del Conocimiento, si
todavía estamos lejos de querer asumir la responsabilidad que tenemos en el
equilibrio ecológico y en el cuidado de la vida toda, y en especial de la humana vida ...entonces,
¿a qué viene eso de que estamos llegando al fin de la Historia?, ¿qué
sentido tiene esta tristeza nihilista que campa a sus anchas por el mundo, la desidia y el pesimismo, cuando sabemos que todo comienza y cambia cada nuevo día, qué sentido tiene tergiversar el concepto de sumisión atribuyéndole el significado de "civilización", qué sentido cuando queda tanto
Por Hacer?