Tres breves notas previas: 1. Soy autor del fotomontaje que encabeza este escrito, pero la frase que incluyo es una de las muchas y geniales ocurrencias del cómico neoyorkino Julius Henry Marx (Groucho Marx, 1.890-1977). 2. Pienso que hay principios y "principios", unos que significan solo el comienzo de algo y otros que, además, determinan todo lo que sigue a ese comienzo y que acaban condicionando nuestras formas de vivir, dando forma a nuestro mundo y a su historia. 3. La definición de "sofisma" más aceptada, la que viene en todos los diccionarios, es ésta: argumento falso con apariencia de verdad (sinónimos: falacia, engaño, falsedad, argucia, trampa).
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El título que he puesto a este escrito hace referencia a otra frase genial de Groucho Marx, esa que dice: "si no le gustan mis principios tengo otros". Sugiero a los expertos en comunicación que la consideren para figurar en el frontispicio de la moderna ciencia del marketing político, como en el comercial, y sin remilgos por su elástica moralidad, cosa que es irrelevante comparada con la decisiva contribución del marketing al éxito histórico del realismo capitalista: ésto es lo que es y no puede ser de otra manera.
A priori, pudiera parecer que la política, siendo una actividad humana que refiere a la esfera inmaterial de la cultura, nada tiene que ver con la evolución natural de nuestra especie, asunto considerado como científico. Soy de los que piensan que ambas esferas, naturaleza y cultura, no están tan incomunicadas como parece a simple vista. Que ahora esté sucediendo una crisis multisistémica y que sea percibida por primera vez a escala global, de especie, es un dato que todavía no se tiene en cuenta, a pesar de su enorme trascendencia y de que está expresando de forma bien obvia la profunda conexión entre ambas esferas, de la cultura y la naturaleza. Es muy urgente una redefinición de la política, a mi entender con un nuevo enfoque integral y holístico, algo así: actividad ecosocial propiamente humana, ocupada en procurar la calidad bioética o convivencial, de las relaciones entre individuos y entre comunidades, así como del comportamiento responsable de nuestra especie para con el conjunto de la Vida. En resumen: la política como toda actividad humana que refiere al Común y lo Común.
Tengo, además, muy clara la intencionalidad estratégica que se oculta cuando se dice "nos estamos cargando al planeta", en lugar de "nos estamos cargando a nuestra especie"... como si no supiéramos distinguir entre la parte y el todo, ni quién depende de quién en esa relación efímera que cada individuo mantiene con la Tierra, reducida a unas pocas décadas en el mejor de los casos. Esa infantilizada propaganda pseudoecologista está dirigida a desviar nuestra atención del orden político causante del peligro de extinción que corre nuestra especie, no la Tierra, que de suceder la extinción de nuestra especie, como tantas otras veces seguirá su curso pase lo que pase, a su bola. Hasta donde hoy sabemos, la Tierra sigue una ley, de la entropía, que rige para el conjunto universal de la Materia, dirigiéndola hacia su desmenuzamiento y disipación definitiva. Pues bien, en ese "mientras tanto", probablemente de cientos de millones de años, nuestra especie tiene margen de tiempo suficiente para corregir el desastre generado en unos pocos milenios por la salvaje ley propietarista que es dominante hoy en las sociedades humanas con tan graves repercusiones, también para muchas otras especies. A mi entender esa deriva caótica y autodestructiva comenzó en el Neolítico, hace unos diez mil años, cuando la primera gente nómada se hizo sedentaria y campesina y comenzara a cambiar su ancestral modo de vida, fundado en un derecho de uso social-comunitario de la Tierra por un nuevo derecho de propiedad privada o exclusiva, que rápidamente acabaría imponiéndose y haciéndose extensivo a la apropiación patriarcal de hembras reproductoras y de trabajadores de la tierra de ambos sexos, como esclavos y siervos asalariados al servicio de la Producción y las clases Propietarias gobernantes.
No tardando, en pocos siglos a partir de la aglomeración de humanos en grandes ciudades, y de la creación de ejércitos mercenarios para la defensa de las propiedades, para el manejo de siervos y esclavos, así como para la conquista colonial de nuevas y ajenas tierras, este derecho de propiedad "naturalmente" basado en la fuerza (militar), fue protegido e institucionalizado como razón y ley fundamental de las primeras ciudades-Estado...ya sin solución de continuidad durante más de cinco milenios, hasta hoy mismo.
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El mismo principio de adaptación al medio que sirviera de fundamentación científica a la teoría de la evolución natural descrita por Charles Darwin (1809-1882), ha tenido interpretaciones científicas bien divergentes y hasta contrarias, con profundas repercusiones ideológicas y políticas. Respecto de una misma finalidad de adaptación al medio, hay quien ha pensado en una permanente lucha por la supervivencia en la que siempre ganan los más fuertes; mientras hay también quienes, como yo mismo, le otorgan ventaja adaptativa a los individuos y especies más cooperantes, de lo que no tengo duda alguna para el caso de la especie humana.
Téngase en cuenta que Darwin no era biólogo, como sí lo era Richard Dawkins (*), quien respecto de la teoría darwinista de la evolución natural de las especies, en "El relojero ciego" se preguntaba: "¿cómo una idea tan simple pudo permanecer oculta para pensadores del calibre de Newton, Galileo, Descartes, Leibnz, Hume y Aristóteles? ¿Por qué tuvo que esperar a dos naturalistas de la época victoriana? (**) ¿Dónde se equivocaron los filósofos y matemáticos que la pasaron por alto? Y ¿cómo una idea tan importante no ha sido absorbida todavía en amplios sectores de la conciencia popular?"
En ese mismo libro afirmaba Dawkins que es falsa la analogía entre el telescopio y el ojo, o entre un reloj y un organismo vivo. Y que, aunque parezca lo contrario, el único relojero que existe en la naturaleza es la fuerza ciega de la materia, si bien, desplegada de manera especial: "un verdadero relojero tiene una previsión, diseña sus engranajes y muelles, y planifica las conexiones entre sí, con una finalidad en mente. La selección natural, el proceso automático, ciego e inconsciente que descubrió Darwin, y que ahora sabemos que es la explicación de la existencia y forma de todo tipo de vida, con un propósito aparente, no tiene ninguna finalidad en mente. No tiene mente ni imaginación. No planifica el futuro. No tiene ninguna visión, ni previsión, ni vista. Si puede decirse que cumple una función de relojero en la naturaleza, ésta es la de un relojero ciego".
Por eso vengo diciendo desde hace mucho tiempo que el éxito del sistema propietarista (modernizado como "capitalista"), es debido a que sigue ciegamente la ley espontánea de la selva, la del animal más fuerte. Podemos quedar deslumbrados ante el espectacular desarrollo tecnológico, que erróneamente es atribuido al éxito del sistema capitalista, pero eso no puede ocultar los graves riesgos y la incertidumbre que sentimos hoy a escala de especie, ante la actual y masiva extinción de especies y ante los graves peligros que amenazan la viabilidad de nuestra propia especie. Entre esos peligros, yo sitúo por delante a la propia idea de evolución natural que interpreta lo “salvaje” como “natural”, para justificar la existencia de un orden social que se rige por la misma ley del “relojero ciego” que decía Dawkins y que yo digo así: a partir de los instintos “naturales y espontáneos” que corresponden a nuestra animalidad más primaria y salvaje, como es el instinto de supervivencia basado en la propiedad territorial y reproductiva, básicamente el mismo principio que siguen el resto de especies animales.
De ahí que tengamos, creo yo, este desasosiego que nos invade, este presentimiento generalizado de estancamiento evolutivo, como si la evolución de nuestra especie ya no diera más de sí, con esta incertidumbre existencial encima, que tan rápidamente se ha hecho sistémica y global. Recordemos que si ésto, este temor, está sucediendo AHORA por primera vez en la Historia, a escala de Mundo y de Especie, es por la certeza que sentimos, de haber gastado "ciegamente" todos nuestros futuros.
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A propósito de los principios personalizados (a gusto del consumidor), sirva como ejemplo paradigmático el derecho de Propiedad aplicado a la Tierra, principio fundado en el robo o apropiación de lo Común, según dijera Proudhon en su día, entonces sin incluir todavía al Conocimiento humano, junto a la Tierra, ambos como Procomún o "Comunales Universales". Tal principio de Propiedad viene siendo determinante, según pienso, de la forma de vida y de la evolución que siguen las sociedades de nuestra especie. El derecho de Propiedad es un principio incuestionado e incuestionable, que me deja en absoluta soledad frente a la inmensa mayor parte de mi propia especie.
Hay todo un mundo que se empeña en considerar a ese principio/institución de la Propiedad como condicíón necesaria de la Libertad. Incluso fue colocado así entre los principales Derechos Humanos, mientras yo me empeño en ser uno de los últimos homo sapiens que, al revés de su especie, piensa que el derecho a la propiedad (individual o colectiva) de la Tierra y del Conocimiento humano, es por sí mismo un acto social, ecológica y éticamente delictivo. Y que lo es al menos para las generaciones contemporáneas que conocemos la evolución historica de la experiencia humana (a diferencia de las generaciones que nos precedieron) y que, además, somos perfectamente conscientes de lo que supone el crecimiento exponencial de la población humana, al igual que somos conscientes de la redondez y limitado tamaño de la Tierra que habitamos.
Intuimos, por otra parte, que la viabilidad de nuestra especie disminuye aceleradamente a medida que crece la potencia tecnológica y militar de los Estados y de las Corporaciones multinacionales, y se incrementa su capacidad destructiva en consecuencia. Esta organización estatal y global del Orden Capitalista en la actualidad se va pareciendo mucho al orden feudal del Antiguo Regimen, ocupando ahora los aparatos estatales el papel de las monarquías medievales y las empresas multinacionales el de los señoríos feudales.
A mi entender, es la “normalización” y "naturalización" institucional de la ideología propietarista lo que explica muy bien cómo ha logrado hacerse hegemónico el pensamiento y cultura capitalista en apenas trescientos años, los de la "modernidad burguesa", en la ecléctica versión liberal/socialista autodenominada como “progresista” en todas sus modalidades, estatales o privadas.
Véase el “realismo capitalista” como muestra del éxito histórico de esa revolución reaccionaria, estatal/propietarista, de origen neolítico: cómo todo humano sabe, por experiencia propia, que su libertad personal, en la realidad capitalista es proporcional al capital disponible (mueble, inmueble o financiero), que cada cual pueda acaparar para sí, sea cual sea el color ideológico del Gobierno.
Hace años que ya di una explicación al éxito y longevidad de esta ideología estatalista/propietarista (por razón de su salvaje “naturalidad”), y a estas alturas tengo muy claro que me voy a ir de este mundo muy cabreado conmigo mismo, por haberme quedado tan solo frente a esta "lógica natural”, que nunca pude compartir con la mayoría de mi especie.
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Pues bien, en relación a la elasticidad de los principios de la que hiciera mofa Groucho Marx, críticando el mercadeo ideológico propio de la política al uso, hubo un célebre economista-jurista-filósofo austriaco, de nombre Friedrich August von Hayek (1899-1992), que pensó una propia teoría de “principios”, a la que puso el nombre de "teoría de la evolución del orden espontáneo", que gustó tanto que le hizo merecedor del Premio Nobel de Ciencias Económicas en 1974. Podría parecer que hay una coincidencia entre mi teoría acerca de la "animalidad sistémica" del capitalismo y su teoría del "orden espontáneo", que según Hayek hace insuperable a este sistema frente a su “principal amenaza, que es el socialismo". Pero no, más bien es todo lo contrario, como explicaré a continuación y a partir de sus propios argumentos.
Mi teoría antipropietarista es comunalista en su modo propositivo, es una propuesta que en el cajón mental de Hayek y de todos los propietarismos pertenece a la categoría de “socialista”. Mientras que para mí, su teoría del capitalismo como orden natural y espontáneo, la tengo bien ubicada en ese espacio ideológico caracterizado como “ilustración oscura”, inclinado a favor de un retorno histórico al genuino Orden Monárquico, "natural y espontáneo", al modo Trump, de su capitalismo ultraliberal y "antiestal de boquilla"...sí, porque del Estado a estos anarcocapitalistas solo les interesa lo más importante, su animalidad, la fuerza bruta de Policías y Ejércitos.
¡Es impresionante, ahistórica, ciega y hasta enfermiza! esa visión-obsesión de Hayek acerca del socialismo como “el mayor peligro que amenaza a la sociedad humana"...sencillamente patológica, viendo socialismos inexistentes, fantasmas, asediando al Capitalismo y a su Mundo "Libre-capitalista por todas partes. ¿Dónde están esos peligrosos socialismos en un mundo organizado en modo de falsa lucha de clases entre dos modos (material y cultural) de capitalismo?: el de la clase propietaria dominante/gobernante y el capitalismo ideológico de la mayoría social desposeída y gobernada, no menos deseante de Propiedad.
Me pregunto qué trastorno es ese que imagina un "Peligro Socialista", si nunca hubo más que intentos fallidos y siempre derrotados, si nunca hubo ningún intento, ni siquiera proyecto, de democracia real, o sea, convivencial y de economía comunal y simbiótica...nada que se pareciera a un socialismo real, sin clases sociales, ni Estados por tanto, nunca, nada que fuera realmente contrario al orden salvaje de la Propiedad y el Estado.
Por eso que todas las enciclopedias tienen pendiente incluir a Friedrich August von Hayek en la nómina de intelectuales inspiradores del movimiento neorreaccionario que triunfa en nuestros días, liderado por Donald Trump, por delante de otros filósofos y científicos igualmente neorreaccionarios, como Nick Land o el trastornado Curtis Yarvin.
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A esos intelectuales y políticos propietaristas no les gustan los principios de cooperación y comunidad para explicar la teoría darwinista de la evolución natural, eso es algo que no les importa, porque ellos tienen otros principios alternativos y disponibles a gusto del consumidor, tan convincentes como el "orden espontáneo" basado en la competencia de todos contra todos, capitalismo salvaje, como vemos cada día en modo de lucha de clases, de "libre mercado" comercial y electoral, y de guerras entre Estados...¡cómo no darle parte de razón a Hayek, cuando su teoría describe tan bien la salvaje realidad del Orden social, propietarista y estatal, que ha logrado ser hegemónico durante tantos siglos y milenios!
Me pregunto ¿dónde verán socialismos estos propietaristas, dónde en un mundo plenamente estatal y capitalista...¡dónde, si hasta mis amigos de la "revolución integral", al igual que los anarquistas, siguen hoy reclamando como legítima la propiedad de la tierra "si ésta es pequeña, en manos de pequeños propietarios campesinos", según el principio anarquista de "la tierra para el que la trabaja"; es que ¿acaso hay un capitalismo bueno a condición de ser “pequeño capitalismo”?...¿todavía hay que explicar a estos propietaristas lo que es el comunalismo, y que nada tiene que ver con ninguna forma de propiedad privada, sea ésta individual o colectiva?... ¿cúantas parcelas de pequeñas propiedades campesinas piensan que serían necesarias para un reparto justo de la Tierra, con una población de 10.000 millones de humanos que seremos muy pronto?
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Sin abandonar la referencia al genial Groucho Marx, tengo que referirme aquí a otro ejemplo de "principios a gusto del consumidor" que tengo bien reciente. Me refiero al ataque desmedido de Esteban Vidal (EV) en la web libertaria "Portal Oaca", contra la democracia en general y en particular contra la democracia directa y, de paso, contra Félix Rodrigo Mora y sus seguidores de la Revolución Integral, acusados de demofascismo rojipardo y sobre todo, por ser partidarios de la democracia directa, por cierto, como lo es la mayoría de los anarquistas, que así también entrarían en la clasificación de demofascistas que hace EV desde un anarquismo inmaculado que no acierta a explicar en qué consiste. Esto pasa por tirar de sofisma y escupir hacia arriba. Hay un tipo de gente, del estilo de EV, que aunque les des la razón acostumbran a llevarte la contraria aún a costa de quitársela a sí mismos recurriendo al burdo empleo de un sofisma, como en este caso: tildando de demofascistas a quienes, como FRM, defiendan la democracia en su forma asamblearia o directa, por ser "totalitaria" y contraria a la Anarquía -según EV-, a pesar de no explicar en qué consiste su sistema-sin-sistema, su Anarquía, tan perfectamente superior y contraria a toda forma de democracia. Y aunque me parece ininteligible, solo veo un cierto parecido con el anarcocapitalismo, como el de Milei o de Trump, por ejemplo...que no deja de ser un anarquismo más (si convenimos que lo común a todos los anarquismos es su negación del Estado). EV se dispara a sí mismo al querer argumentar mediante sofismas sus "suposiciones". Sofisma 1: que consiste en partir del falso supuesto por el que considera “comunalista” a FRM, un acérrimo defensor de la pequeña propiedad privada siemre que sea "campesina". Sofisma 2: que consiste en partir del falso supuesto que identifica la democracia directa con cualquier asamblea, como las estidiantiles o sindicales, con las entretenidas asambleas del 15M, o con la democracia concejil y comunal que defiende FRM, inspirado en las "democracias concejiles-feudales", cuya "soberanía" y "bienes comunales" fueron graciosas concesiones de monarcas y señores feudales (al igual que las Cartas Pueblas y los Fueros). La supuesta autonomía de aquellas asambleas concejiles es más que discutible en el contexto de un sistema estatal-monárquico-feudal en el que hasta los concejos muncipales llegaron a funcionar como poderosos y auténticos "señoríos feudales".
Notas:
(*) Clinton Richard Dawkins (1941-) es un biólogo evolutivo, etólogo, zoólogo y divulgador científico británico, autor de dos famosos libros: "El gen egoista" y "El espejismo de Dios".En este último libro Dawkins sostenía que es casi una certidumbre la no existencia de un creador sobrenatural y que la creencia en un Dios personal podría calificarse de delirio, como una persistente falsa creencia. A propósito de esta afirmación, el escritor y filósofo Robert M. Pirsig (1928-2017) decía que «cuando una persona sufre de un delirio se llama locura. Cuando muchas personas sufren de un delirio se llama religión».
(**) La idea básica de la evolución biológica es que las poblaciones y las especies de organismos cambian con el tiempo. Hoy en día, cuando pensamos en evolución, tendemos a relacionar esta idea con una persona: el naturalista británico Charles Darwin, pero la teoría de la evolución tiene dos padres y el segundo es Alfred Russel Wallace, quien llegó a la misma conclusión que Darwin, a la vez y de forma totalmente independiente. (fuente: Khan Academy)
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