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jueves, 4 de diciembre de 2025

EL MAÑANA QUEDA ANULADO


De morir ahora, diría: "¿eso fue todo?", o "no he acabado de comprenderlo", o también: "resultó un tanto ruidoso" (Kurt Tucholsky, 1890-1935)


La frase que me sirve para titular esta entrada, en realidad  corresponde al primer capítulo de "Ahora", el panfleto del Comité Invisible publicado en castellano en 2017 por la editorial Pepitas de Calabaza y que así comienza:

"Todas las razones para hacer una revolución están ahí. No falta ninguna. El naufragio de la política, la arrogancia de los poderosos, el reinado de lo falso, la vulgaridad de los ricos, los cataclismos de la industria, la miseria galopante, la explotación desnuda, el apocalipsis ecológico...no se nos priva de nada, ni siquiera de estar informados sobre ello. Clima: 2016 bate un record de calor, titula Le Monde, ahora ya como casi todos los años. Todas las razones están reunidas, pero no son las razones las que hacen las revoluciones; son los cuerpos. Y los cuerpos están delante de las pantallas".

Sin duda que se quedaron cortos los anónimos autores de ese panfleto. Puedo entenderlo, porque en la fecha  en la que lo escribieron faltaban tres años para la pandemia del Covid19, aún no habían comenzado las guerras de Ucrania y Gaza, y por entonces solo se intuía el tsunami neofascista que a día de hoy se extiende por todo el mundo desde que tuviera lugar la primera victoria electoral (en el mes de enero de 2017) del impresentable presidente republicano de los EEUU, el supermillonario empresario capitalista  Donald Trump.

 

 * * * 


La desaparición del deseo y del tiempo: a lo que sigue la desaparición de sí mismo.

Sí, estoy muy de acuerdo en eso, la revolución hoy necesaria no es posible mientras los cuerpos estén a otra cosa, en las pantallas...el antropólogo francés David le Breton (*) afirma en su libro "La desaparición del deseo" que "si hubiera que señalar a un único culpable de la desaparición del deseo, no dudaría en apuntar al asesino más deseado del mundo: el teléfono móvil. Y, con él, a sus cómplices inmediatos: las redes sociales e internet. Una sobredosis digital tan invasiva como letal". Y explica muy bien cómo el teléfono móvil contribuye decisivamente a liquidar el deseo humano, advirtiendo que "nos adentramos en una sociedad fantasmal donde, incluso en las calles, los ojos se clavan en las pantallas, en un gesto de adoración perpetua"..."Nunca hemos comunicado tanto, pero nunca hemos hablado tan poco entre nosotros".

En los años 90, con Internet y luego la generalización de los teléfonos "inteligentes" vimos acelerarse una gran acumulación de nuevas tecnologías, que no ayudaron a reducir el tiempo de trabajo, ni el cansancio o la tensión asociadas al mismo, sino que en realidad contribuyeron a incrementarlos. Todo ello está produciendo una escasez de tiempo  y el sentimiento de estar atrapados en una "carrera contra el tiempo" que no para ni cuando estamos agotados, teniendo la sensación de estar corriendo en una cinta sin fin que nunca se detiene, ni cuando estamos más agotados. Nos esforzamos en ganar tiempo, sólo para descubrir que cada vez tenemos menos tiempo.

Desaparecer de sí

Este es el título del último libro de David Le Breton, donde dice que "en un mundo marcado por las obligaciones, las exigencias, los compromisos, la apariencia, por la búsqueda frenética de sensaciones, surge el deseo de ausentarse. El individuo no cesa de renacer nunca. Cambia para seguir siendo el mismo. Y puede llegar a sentir la tentación del abismo, o al menos la de desaparecer, la de ser alguien distinto o, a la inversa, multiplicarse".

Es frecuente que a veces tengamos ganas de incomunicarnos, de no querer ni siquiera participar en el presente, sin proyectos ni deseos, prefiriendo ver pasar la vida desde una orilla, como algo ajeno...son ganas de ausencia que afectan cada vez a más mujeres y hombres corrientes, un deseo de desconexión y de hacernos invisibles. Es algo que nos deja fuera del tejido social, al menos por un tiempo, pero que, paradójicamente, experimentamos como una necesidad, para seguir viviendo. Esas ganas de desaparecer es un sentimiento muy contemporáneo, que llevado a su extremo explica el incremento del suicidio en la adolescencia, tal como analiza muy bien David le Breton en el libro de referencia. Me impactó especialmente lo que dice al respecto: "los jóvenes no buscan en el alcohol la euforia de la borrachera, sino el coma etílico para dejar de estar presentes".

 

Nada piensa quien nada espera (o des-espera)

Pensar no se lleva, ahora más bien se vocea, se llora o se berrea, porque ante la acelerada actualidad que nos pasa de continuo por encima, no se está en disposición de esperar nada,  el poco tiempo del que disponemos tan solo nos da  para una reacción emocional instintiva, primaria, que como mucho comporta una respuesta escueta, condensada en unos pocos caracteres...y así, el tipo humano medio, el cliente habitual de las redes sociales y los massmedia, tiende a ser un típico bocazas, alguien que no esperando nada, lo quiere todo de inmediato y por eso prescinde de toda necesidad de reflexión (no hablemos de  pensamiento estratégico). Lo que hace este bocazas se parece mucho a lo que hacen los recién nacidos cuando sienten hambre, que solo sienten y solo atienden a su instinto animal más primario, no esperan, y por eso no piensan,  su única urgencia  es la de comer cuanto antes; en esa des-esperación  solo les sale llorar o berrear, y viéndose en su absoluta precariedad y soledad no pueden esperar, ni tampoco pensar.

Tras el nacimiento, y conforme se va desarrollando la capacidad de pensar a lo largo de los  meses y años siguientes, a la par irá creciendo la capacidad de espera. Sin temor a equivocarnos, podríamos decir que nuestra capacidad de pensar está directamente relacionada con las capacidades de espera y elección, ante el apremio de nuestros instintos animales más primarios. Al fin y al cabo, la vida es estar siempre esperando cosas, sea a corto plazo o a largo; y cuando se van consiguiendo, enseguida aparecen nuevas razones: para pensar y seguir esperando. 

A pesar de la que está cayendo,  intuyo que vamos siendo algo más de cuatro gatos quienes pensamos que nuestras sociedades no podrán continuar durante muchos años con su actual inercia autodestructiva, la que nos organiza jerárquicamente (por razas, sexos y clases sociales), en  identidades divisorias y aislantes, en sumisas multitudes de espectadores/clientes adictos al espectáculo tecnológico, en sociedades ruidosas e infoxicadas, privadas de tiempo para la reflexión y la conversación, como también para el silencio...porque así, ¿qué alternativa puede imaginarse, cuando nada se piensa, porque nada se espera...cuál que no sea la de llorar o berrear o, aún peor, el gobierno imperial de los bocazas? 

Este es el desafio al que estamos emplazados:  la política no puede limitarse a un ejercicio administrativo y de control de la vida, sino que está obligada a cuestionar y resistir activamente contra las estructuras del Poder que la reducen a mera biología domesticada y controlable. Nada justifica la necesidad de vivir aisladamente, encerrados en nuestras pobres individualidades, condenados a vivir clasificados y estabulados en granjas urbanas, con nuestra existencia reducida a una  permanente competencia y lucha por la supervivencia, entre individuos, sexos, clases, empresas,  mercados y naciones/estado.

En esta encrucijada evolutiva, como especie disponemos de conocimiento y experiencia histórica suficiente para entender que ninguna de las ideologías políticas procedentes de la Modernidad  burguesa está a la altura de los singulares desafíos de la época en que vivimos. Cierto que ninguna generación de las precedentes pudo saber lo que hoy sabemos nosotros, que  nunca antes nuestra especie tuvo a mano tecnologías tan avanzadas y que, además, nunca como ahora se dio la posibilidad de una mínima conciencia global, a escala de especie. Es en esta encrucijada, en un   contexto histórico tan singular y tan agónico como distópico,  cuando nos convendría, pienso yo,  ponernos en espera activa de un futuro mejor, comenzando por pensar en lo que ahora -como individuos y como especie- nos es más urgente y esencial: en cómo salir de ésta.

 

* * *

 

Y ahora, por favor, que levanten una mano los "communitas" presentes en esta sala...nadie... o ni caso...han debido entender otra cosa, quizá algo así como "comunistas"...¿o es que el auditorio está lleno de "inmunitas"?

Las palabras en latín "communitas" e "immunitas" refieren a conceptos filosóficos y  políticos acerca de la organización de la vida en común, son dos modos de entender la relación entre las personas y el cuerpo social, que entendemos como polos opuestos o dialécticos, sobre todo a través de la obra del filósofo italiano Roberto Esposito.

"Communitas" proviene de cum (con) y munus (con el significado de don: deber u obligación), que implica una relación entre los miembros de una sociedad, por la que éstos comparten un "munus", una obligación mutua. No se trata de una propiedad que se posee (como un territorio), sino que es una relación de radical coexistencia y de identidad abierta, del individuo hacia el otro y plural. Asi, la comunidad se define por este "tener en común una obligación mutua".

"Immunitas" proviene de munus (carga u obligación), con el prefijo privativo in- (no). Significa estar exento de la obligación del munus (ya sea personal, fiscal o civil). Representa la protección y la negación de esa deuda compartida que define a la communitas. Es un mecanismo de defensa que busca preservar al individuo o al cuerpo social de los riesgos que son  inherentes al "estar-en-común", riesgos como  el contagio, la violencia o la pérdida de identidad. El paradigma inmunitario busca neutralizar las amenazas mediante la exclusión o el control, como se ve en los sistemas jurídicos, políticos y también en los biológicos mediante el uso de vacunas. 

La política del Orden Dominante (estatal/nacional/capitalista/moderno) está dominada por el paradigma inmunitario, según argumentara Roberto Esposito; y es así, porque la comunidad (communitas), para este Sistema implica una exposición y  un riesgo muy radical, del que necesita protegerse mediante dispositivos inmunitarios. En resumen: mientras que la communitas supone exposición a una vulnerabilidad compartida por razón del munus,  la immunitas supone la exención de esa exposición mediante mecanismos de  aislamiento y control, a modo de vacunas que suponen la liberación de  la obligación comunitaria (del munus), una especie de "privilegio" que mantiene al individuo aislado de la comunidad.

Tal como yo lo entiendo, el Sistema que organiza el aislamiento social del individuo, que le deja  inerme, desvalido y solo ante el poder de la clase dominante, se sostiene no solo por la fuerza de su estructura legal/militar, sino también y sobre todo con fundamento en su primitiva y salvaje ideología que fija la Propiedad junto a la Fuerza Bruta como fuentes de Libertad, una ideología que tiene una antigüedad neolítica y que todavía es  compartida por la mayoría de nuestra especie, que aspira a vivir con la misma libertad que exhiben aquellos humanos que, por herencia o por mérito propio, llegan a formar parte de la clase dominante integrada por propietarios y gobernantes. 

Pero, si pienso que este Sistema tiene sus días contados, es precisamente porque advierto claros síntomas de que la ideología estatalista que lo sostiene (tanto en su versión neoliberal como socialdemócrata),  comienza a disiparse por efecto de su propia entropía. De ello, la prueba más sólida es el auge de los  movimientos neofascistas e hipernacionalistas que vemos extenderse por todos los continentes como una plaga, buscando irracionalmente el repliegue nacionalista de los capitalismos locales, ahora que ven como la Globalización Capitalista, en su crisis terminal  ya no da más de sí.

 

Nota:

 (*) David Le Breton (1953), nacido en Le Mans, es sociólogo y antropólogo, profesor en la Universidad de Estrasburgo,  miembro del Laboratorio Interdisciplinar de Estudios Culturales y del Instituto Universitario de Francia. Es autor de numerosos ensayos y libros  como "Antropología del cuerpo y modernidad", "Antropología del dolor" o "El silencio". Ha publicado también numerosos artículos en revistas y obras colectivas. Es uno de los autores contemporáneos más destacados en materia de estudios antropológicos. En castellano han sido publicados, por la editorial Siruela, sus libros: "Elogio del caminar", "La sociología del cuerpo", "Caminar la vida" y "Desaparecer de sí". 

En 2023 publiqué en este mismo blog un texto con referencias a una de sus libros más leídos, "Elogio del caminar":

https://blognanin.blogspot.com/2023/10/del-escalar-o-caminar-montanas.html

jueves, 13 de noviembre de 2025

REFORESTAR LA IMAGINACIÓN

 

 

Arriba: graffiti en una calle de Villangómez (Burgos). Abajo: imagen de portada del libro "Criticar el valor. Superar el capitalismo", de Anselm Jappe, Jordi Maiso y Jose Manuel Rojo

 

"Refosterar la imaginación" es el título de uno de los capítulos del libro de referencia ("Criticar el valor, superar el capitalismo", de autoría colectiva y editado en 2015 por la editora Enclave de Libros). De ese concreto capítulo es autor Anselm Jappe, especializado en pensar la categoría abstracta del trabajo asalariado, en desentrañar el misterio de cómo se produce  "valor" (el capital), en qué consiste el fetiche de la mercancía  y cómo el trabajo y la propia vida son convertidos en mercancía capitalista sin enterarnos, delante de nuestras narices.

Fuimos a Villangómez, hace unos días, por Herrera de Pisuerga, Melgar de Fernamental y Padilla de Abajo, sorteando la autovía repleta de camiones que van cargados a Francia y Alemania pasando por Burgos. Fue aparcar y encontrarnos en la pared de la primera casa un cartel con estas palabras de Roberto Bolaño, el surrealista poeta chileno, tomadas de su más celebrado libro, "Los detectives salvajes": "He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia. Mejor así.

"Para la arquitectura y la escultura los infrarrealistas partimos de dos puntos: la barricada y el lecho.  Nos anteceden las mil vanguardias, sin exagerar, descuartizadas en los años sesentas. Un individuo podrá andar mil kilómetros, pero a la larga el camino se lo come".(Extraído, sin orden, del primer manifiesto infrarrealista, de Roberto Bolaño, títulado "Déjenlo todo, nuevamente").

 

Puede que todo se deba a la casualidad, no digo que no, pero fue ayer mismo cuando en casa leí ésto de una poeta francesa, Annie le Brun (1942-2024),   también vinculada al movimiento surrealista: "La deforestación de la imaginación es tan peligrosa como la deforestación de la Amazonía". Enseguida pensé que se quedaba muy corta en esa comparación, porque a mí me parece que la deforestación de  la imaginación lo que pone en peligro es a la especie humana,  en el mismo paquete que la selva amazónica y que otras muchas especies. Completamente de acuerdo en el juicio que a ella le merecían estos acelerados tiempos, en que "la acumulación y precipitación de los acontecimientos vuelve cada vez menos discernibles los efectos de las causas".

A propósito de esta confusión y a mayores de la teoría crítica del "valor", por mi cuenta he llegado a concluir que el Capitalismo, con el Estado como escudero, tienen su principio o causa primera en el instinto bruto de Propiedad territorial y reproductiva que venimos practicando desde hace milenios, al igual que otros primates, solo que nosotros lo hacemos en modo más fino, institucional, como un "derecho". Por eso llevo ya muchos años pensando que mejor que andarnos por las ramas, habría que atacar esa primera causa, tal como sucede con cualquier enfermedad, para no pasarnos la vida tomando pastillas. Y hablando de "valor",  como dice Anselm Jappe en el mencionado libro, "no deberíamos tener más miedo  que el de caer en la esperanza de que ÉSTO se arraglará por sí solo" (las mayúsculas son cosa mía). 

Pero a lo que realmente  íbamos a Villangómez (aparte de para comer), era para ver sus graffitis mientras paseábamos por sus calles, que estaban vacías y que concluían todas en una cuesta plagada de  bodegas abandonadas. Fuimos descubriendo murales pintados sobre tapias y fachadas que ya empiezan a estar algo desconchadas y desvaídos sus colores bajo el peso del tiempo, que no respeta su modernidad (sobrevenida, eso sí).  La infrarrealidad del momento consiste en que a esas horas no nos cruzamos con nadie, niños o ancianos, nadie, ni siquiera un perro. Todos habían desaparecido y solo nos topamos con un silencio otoñal a la vuelta de cada esquina, roto solo por ese aire tan de Burgos, que llega corriendo a su bola por los páramos provinciales y allí se queda, tan fresco.

 

Dos de los mejores graffitis de Villangómez y fotos de los dos poetas surrealistas aquí citados:  Annie le Brun y Roberto Bolaño.

 

A partir de su amistad con André Bretón, Annie Le Brun formó parte del movimiento surrealista de 1963 a 1969, año en que este grupo se autodisolvió. Por entonces comenzó  la época de su crítica al neofeminismo: moralismo y necedad que, lejos de ser inherentes a la palabra femenina, surgen cuando se quiere cargar toda la criminalidad sobre el otro sexo [...] Es lamentable escuchar hoy en todas partes, como si fuese un hecho establecido, que no hay mujeres voyeuristas, que no hay mujeres sádicas, y sobre todo, ya que es el ABC de la ceguera neofeminista, que la mirada es una función fálica".

Sorprende la viveza de colores de un graffiti dedicado a una señora mayor con gafas que pela un pollo; sorprende su exagerado y aumentado realismo, pintado a brocha y spray sobre la fachada de una nave agrícola que guarda un tractor y todo tipo de trastos, sin duda, tal como la vida misma, habas contadas, eso es lo que imagino que habrá ahi adentro de ese graffiti en esa nave.

Mientras hacía las fotos, me vino a la cabeza que nada tienen que ver esos colores vivos  del graffiti con el "vantablack", el color concebido para uso militar  (que fuera patentado por la empresa Surrey NanoSystems), cuya particularidad consiste en que absorbe la luz en más del 99 %.  La luz  que nos encontramos por Villangómez era otoñal como el aire,  y decadente como tirando a sepia, si bien, la mayor parte de los graffitis todavía lucían su color original. El  vantablack es el color negro más negro de todos, y es de propiedad privada. Se obtiene a partir de nanotubos de carbono, que son tres mil quinientas veces más finos que un cabello humano. Todo eso le permite abolir las formas y borrar los contornos hasta hacer invisible cada objeto que recubre. Técnicamente, tiene su explicación en que "el ojo humano no entiende lo que está viendo". Eso sí que es realidad aumentada y no  la escena del pollo muerto que pela la señora mayor con gafas...¡nanotubos, qué exageración, algo tres mil quinientas veces más fino que un cabello...y mira tú para lo que sirve, solo para engañar al ojo humano!

En la realidad-realidad, dicha exageración supera en mucho  a la descrita por Roberto Bolaño en su manifiesto infrarrealista:  

"Las galaxias del amor están apareciendo en la palma de nuestras manos. 

Poetas, suéltense las trenzas (si tienen). 

Quemen sus porquerías y empiecen a amar hasta que lleguen a los poemas incalculables. 

No queremos pinturas cinéticas, sino enormes atardeceres cinéticos. 

Caballos corriendo a 500 kilómetros por hora. 

Ardillas de fuego saltando por árboles (también) de fuego...

Ok, déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos". 

Precisamente "Del exceso de realidad" trataba una de las últimas reflexiones de Annie le Brun. Y lo que allí dijo se está cumpliendo a pies juntillas,  da igual el asunto del que se trate, si de transgénicos o de erotismo, de bioética o literatura, de democracia  o de degeneración del lenguaje, da igual porque todo se enreda promiscuamente, la velocidad con el tocino, en una exitosa estrategia sin precedente histórico, dirigida a lograr una uniforme globalización de lo humano más primario,  ese simpensamiento propio de la vida nuda,   que solo tiene sitio para la sumisión cívica o la oposición subvencionada, ninguno para una mínima disidencia o rebeldía. 

Percibiendo que la realidad está toda ella enfocada hacia el despojo sistémico de la imaginación, Annie le Brun invitaba, antes de morir,   a la resistencia y al retorno de la pasión como único camino para salir del laberinto insulso, homogéneo y   cutre de esta moderna ilustración oscura en que nos ha tocado vivir. Arte y ciencia de la ocultación y el engaño, como el vantablack, sofisticada tecnología de infoxicación narcótica que borra los contornos, que tiende a lo homogéneo y eternamente igual a sí mismo.

La prueba más básica de esa carencia de imaginación está en la arquitectura homogénea que se practica en estos últimos siglos de modernidad capitalista a partir del ideal de vivienda burguesa (casita de campo con jardín) con la que sueñan  los proletarios  unidos del mundo, ese 99%,  todos hartos de vivir  confinados en bloques de modernos pisitos de alquileres imposibles de pagar con solo dos sueldos. Ay, esa proletaria añoranza del Estado  patriarcal, socialdemócrata o fascista, con sus bloques sindicales y sus baratas "casitas del barrio alto", ay, con su economato, su capilla y hasta su cine propio. Y qué decir de esas casonas viejas del pueblo, de anchos muros de piedra con escudo familiar de encargo, con su propio jardín y su conexión wifi, las situadas en primera línea rural, casi enmedio del campo...esas casas con las que sueñan los últimos urbanitas de clase media con estudios, los que todavía sobreviven en los cascos viejos de un mundo metropolitano a extinguir, gentrificado. 

El futuro de Villangómez, como del resto de pueblos de Burgos o de Palencia, ya se sabe: aquí acabarán por vivir solo  gente solitaria y pudiente sin hijos, solo amantes de lo verde, del arte y del campo verde, del dinero virtual y verde, amantes de las mascotas verdes y de la cultura verde,  viajeros de lo verde, desencantados exturistas verdes que se desplazarán solo en bicicletas, patinetes, coches y aviones todos eléctricos y verdes. A ellos pertenece el próximo futuro feudal.

Por eso, durante los fines de semana sus parientes más verdes, juveniles y emprendedores, están graffitando todas las tapias y casas  de muchos pueblos, preparando ese próximo futuro medieval de la especie, no solo en Burgos o Palencia. Y, como muestra, ¡hay que ver qué bonitos  están quedando esos páramos burgaleses y palentinos repletos de magníficos molinillos verdes,  con sus tres aspas  refulgentes, cada una tan grande como un campo de fútbol... o esos campos sembrados antes solo de alfalfas y  trigos, y ahora por fin con todas sus hectáreas rebosantes de plantas industriales productoras de limpias energías verdes y macrogranjas de cerdos por fin rentables, no como aquellas lúgubres alfalfas  y aquellos tristes  trigos  que justo daban solo para comer, apenas para pagar el tractor al Banco y poco más. 


Tres de los mejores graffitis del M.A.R.(museo de arte rural) de Villangómez

 

Desde la infancia hemos sido acostumbradas a creer que trabajar y consumir son los únicos modos de existencia posible, por eso que la crisis que vivimos tenga un nivel muy profundo,  existencial y propiamente antropológico, muy difícil de definir porque básicamente es una crisis de imaginación, una incapacidad absoluta para pensar otras posibles formas de vida. En uno de esos textos surrealistas se dice que vivimos como encerrados en una çárcel incendiada y no tuviéramos la llave de la celda en la que estamos confinados...y que la sociedad capitalista parece hoy un gato que ha trepado muy alto, que se asusta y que por eso  sigue trepando más alto, sin parar. 

No es cierto el dicho de que "nada nuevo hay bajo el sol", baste un ejemplo: la huelga ya no sirve,  cuando cada vez más humanos son declarados sobrantes por el sistema productivo y el mercado, de ésto no hay precedente en la historia. De ahora en adelante, si logras no ser eliminado mediante guerra o pandemia,  solo puedes esperar a sobrevivir precariamente, con toda tu esperanza depositada en la  renta universal básica que promete el Estado en su fase terminal-postcapitalista.

Partiendo de una cantidad inicial de "valor"o capital, todo consiste en transformarla en una suma mayor, en más dinero, no hay más, esa es toda la lógica del capitalismo, su extraordinaria simpleza. Da igual producir bombas que bolígrafos, y si producir bolígrafos no genera suficiente dinero, sin más consideración se abandona  esa inversión y se pasa a producir cualquier otra cosa que resulte más rentable, armas nucleares o macrogranjas de cerdos, por ejemplo. Toda la espectacularidad y complejidad tecnológica del capitalismo está empleada en ocultar la extremada simpleza del sistema. Su éxito popular tiene explicación en ese ingenioso arte del engaño del ojo humano, que no entiende lo que ve.

La verdad es que la comida estaba fría como el día,  que fue normalita como viene siendo habitual entresemana en todas partes, cuando la despensa es escasa y el menú acostumbra a ser más barato, con destino a ocasionales turistas, jubilados o  en el Paro. Ahora, ya de vuelta a casa,  empiezo a explicarme por qué decía  mi abuela Rosa, con tanta insistencia, aquello de "a la vejez viruelas". Recuerdo que lo decía con el sentido de "a destiempo" cada vez que sentía sus ochenta años pesando sobre el genio natural de su cuerpo menudo, al que debía su mote de "Generala". Por entonces hubo una industria farmacéutica que transformó ese dicho popular en eslogan publicitario, cambiando viruelas por pastillas. 


PD.: Lo dicho, que  vimos algunos graffitis muy buenos, encontramos la realidad un tanto exagerada, la comida estaba  fría y por las calles vacías no andaban ni los perros. No me cabe duda: de ser posible otro mundo, necesariamente tiene que estar en éste, aquí, por estos coloridos pueblos paramiegos de Burgos y Palencia.

domingo, 19 de octubre de 2025

MOMENTOS PERFECTOS

 

 

Composición propia a partir de tres fotos que vi en una magnífica exposición presentada en el museo cartográfico Juan de la Cosa, en la casa de cultura de Potes (Liébana).

lunes, 1 de septiembre de 2025

UN 10 DE SEPTIEMBRE MÁS

Carteles de dos de los colectivos convocantes de la movilización

 

Conviene prestar atención a las revueltas que suceden en Francia, porque por experiencia histórica sabemos que tienen gran repercusión directa en el resto del continente,  y especialmente a este lado de los Pirineos.  Para el próximo 10 de este mes está convocada una movilización popular -con huelga general incluida- que comenzó a fraguarse en el pasado mes de julio, por iniciativa de un colectivo ciudadano autodenominado "Bloquons tout" (Bloqueemos todo), que viene circulando masivamente por las redes sociales desde julio. 

Esta movilización popular recuerda  al movimiento de los Gilets Jaunes (Chalecos Amarillos) de 2018, con la misma voluntad de pasar por encima de las organizaciones políticas y sindicales tradicionales. Los orígenes exactos de esta convocatoria son muy imprecisos, las primeras convocatorias circularon por las redes sociales ya desde el 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa,  antes de cobrar impulso con la creación de un sitio web dedicado y un canal de Telegram. En ese sitio (https://bloquonstout.fr/) se dice que "no hay un sitio oficial, este movimiento es descentralizado". Y a continuación sigue una lista de sitios web que están federados en torno a la misma convocatoria, si bien, es cierto que entre los convocantes hay grupos políticamente opuestos entre sí:

De entre los cientos de carteles dedicados al 10 de septiembre, he hecho una mínima selección representativa: 


 

"No queremos sufrir su crisis. Queremos cambiar de rumbo, para bien, con y para la gente", dice la llamada del 10 de septiembre en la web del colectivo "Taller de ecología social y comunalismo" (https://ecologiesocialeetcommunalisme.org/es): "...¿Y si ahora tomásemos de una vez las riendas de nuestro destino? A partir del 10 de septiembre, hagamos germinar asambleas populares por todas partes. ¡Viva la Comuna! ¡Viva la democracia directa!"

Sabemos que cientos de asambleas locales han venido preparando este alzamiento popular  del 10S y están empezando a organizarse en todas partes para decidir qué objetivos son los más significativos a nivel general y cuáles los específicos para este 10 de septiembre.

Durante los últimos cinco años, otro de los grandes colectivos convocantes, el movimiento ecológico radical denominado "Les soulevements de la terre" (los alzamientos de la tierra, https://lessoulevementsdelaterre.org) han fortalecido las luchas localizadas buscando maneras de actuar directamente: "cómo ocupar, bloquear, desarmar o desmantelar proyectos mortales e industrias tóxicas. Si hemos podido llevar a cabo victorias tácticas territorialmente ubicadas y ayudar a retrotraer los planes para la artificialización de la tierra, los megaproyectos industriales o las nuevas carreteras, también sabemos que no habrá una victoria más profunda sin una dinámica de insubordinación al sistema capitalista".

Figuras políticas como Jean-Luc Mélenchon han prestado su apoyo al movimiento, mientras que varias federaciones de la CGT han convocado oficialmente una huelga para esta fecha simbólica del 10 de septiembre, coincidente con el inicio del curso escolar. En un giro estratégico significativo, Manuel Bompard, coordinador nacional de LFI (La France Insoumise), pidió oficialmente a los militantes de su partido que "se pusieran al servicio de este movimiento", lo que marca su  acercamiento a una movilización nacida inicialmente al margen de los canales políticos tradicionales. 

Admiten compartir las reivindicaciones planteadas por "Bloquons tout": aumento salarial, defensa de los servicios públicos y lucha contra la austeridad. Esta estrategia recuerda al anterior intento de LFI de recuperar el movimiento de los Gilets Jaunes en 2018  y el deseo del partido de captar la fuerza política de esta creciente y espontánea ira popular, que consideran justificada, aunque "carente de organización y  estrategia". Así han justificado su apoyo al 10 de septiembre: "frente a la política del Gobierno, necesitamos la movilización social, no podemos conformarnos con una batalla legislativa".

Estaremos atentos a este 10 de septiembre y sus posibles repercusiones en un contexto internacional de máxima irrelevancia política de la Unión Europea en asuntos tan importantes como el genocidio israelí en Gaza o la guerra territorial en Ucrania. Es un proceso de decadencia europea que a mí me parece proporcional a la propia decadencia e irrelevancia de las izquierdas que a escala global, no solo europea, están a punto de perecer arrasadas por el tsunami ultraliberal y neofascista que se ha propuesto liderar el colapso ecosocial que el propio sistema estatal/capitalista ha generado. 

Mi tesis al respecto es que la Bestia estatal/capitalista se ve a sí misma desatada tras el  último periodo de "progresismo liberal", que tiene su parte izquierda prácticamente neutralizada y desarticulada en múltiples facciones identitarias, ya puramente reaccionarias, sin iniciativa propia, carentes de proyecto y estrategia. 

Sin competencia, la Bestia no ve la  necesidad de andarse con más contemplaciones "democráticas", ante un futuro decididamente transhumano e hipertecnológico que  le permite pensar en un orden mundial de Bloques estatales cuyo interés común es puramente económico,  ya sin tapujos ideológicos e  integrando abiertamente la guerra como parte de sus propias estrategias de competencia en un Mundo/Mercado bruto y carente de ética, a imagen de la selva donde todo vale. Hemos entrado de lleno en un clima de guerra global-total y resulta que nos ha tocado vivir en la parte de ese  mundo/mercado que corresponde al  "bloque  capitalista occidental", de naciones-estado ahora alineadas tras el liderazgo  demofascista del actual gobierno  republicano de los EEUU. 

Aunque haya logrado deshacerse de la competencia ideológica por su parte izquierda, no se dan las condiciones para ese "futuro perfecto" que sueña la Bestia capitalista. No, porque su derrumbe ya ha comenzado y se va a acelerar vertiginosamente a medida que se vayan agotando las reservas de petróleo y este combustible alcance un precio inasumible en los mercados. Ya nadie parece acordarse de que sin petróleo hubiera sido imposible la civilización capitalista nacida de las conquistas coloniales y del consiguiente auge del comercio global (también de esclavos) a partir del siglo XV. 

La única ecuación que puede salvar el sueño de la Bestia (de un futuro capitalista "perfecto"), pasa por un genocidio sistémico que acabe con  la mitad sobrante de una población mundial no cotizante, ya innecesaria para la producción y a la que ni el Estado ni las Empresas podrán dar empleo, ni pagar una "renta universal" de beneficencia estatal. 

El colapso de esta civilización está cantado, predeterminado por sus propias e irresolubles contradicciones. No es posible detenerlo, al igual que sucede con el cambio climático, el colapso  de la civilización capitalista es irreversible.  Lo posible y más urgente es prepararse para atravesarlo en las mejores condiciones posibles, para que la extinción sea mínima, e ir ensayando las condiciones necesarias para un nuevo Mundo Común, que yo no puedo imaginar mientras siga vigente un "derecho" salvaje de apropiación y comercio sobre los comunales universales, de la Tierra  y el Conocimiento humano. 

Los "partidos" surgidos de la revolución burguesa del siglo XVIII están todos incapacitados  para la revolución integral que hoy es necesaria. Lo certifica una experiencia histórica de casi trescientos años de "partidos", de quinientos años de "capitalismo" y cinco mil años de "estados". Unos (derechas), por sus  salvajes principios de jerarquía, propiedad y depredación. Y otros (izquierdas), por reducir a la condición de "objetivos", teóricos y quiméricos,  a principios que debieran ser básicamente prácticos: sociedad sin clases, democracia  real, inteligencia ecosocial...

Mientras ésto siga ASÍ, las comunas "republicanas" constituidas a partir del 10S en la república francesa, serán tan fallidas como las comunas estatales creadas por la república de Venezuela.

domingo, 17 de agosto de 2025

ASI ANDO, COMO UNA NAVAJA A MEDIO ABRIR

 

 

John Berger, en 2009. Foto de Ji Elle
 

¡Estírate!, me lo dicen casi todos los días, siempre es alguien que se cree con la confianza suficiente: estírate, que te vas a quedar encorvado para siempre. El caso es que cada mañana  me resulta doloroso  un gesto tan sencillo como estirarme para salir de la cama y ponerme de pie...es como si  los músculos de las piernas no dieran de sí, como si se hubieran encogido poco a poco con los años. A mayores, la espalda me funciona solo a medias, con la bisagra  como oxidada a la altura de las vértebras lumbares. Me gusta pensar que es de tanto andar subiendo montañas, bien cargada con  pesadas mochilas repletas de cuerdas y clavos, mazas, estribos, mosquetones y chatarrerías varias, de las de escalar montañas. Y también de dormir encogido muchos inviernos entre las sábanas árticas de chozos, refugios y casas de piedra, como esta mía, situada al socayo de la montaña palentina y a orillas de un Pisuerga recién nacido,  mi primer río, el mismo  que conocí al poco de nacer yo mismo en nuestra casa de la Goya, junto al Puente Colgante de Valladolid. Todo un cúmulo de años, trasiegos y reumas, ríopabajo y rioparriba.

Hoy, una vez más, pensando en ello he visualizado mi propia imagen, la de mi cuerpo encorvado, como el de una navaja a medio abrir. Y enseguida, a pesar de mi mala memoria, he recordado que tal imagen me viene a la cabeza por culpa de mi devoción por  Jhon Berger y sus libros. Crítico de arte, pintor, fotógrafo, ensayista, marxista, guionista y escritor de escritores,  que viviera sus últimos años rústicamente en una modesta casa de los Alpes, y que  en un breve relato describiera a un hombre viejo, de anónimo nombre F, de cuerpo encorvado, aún más viejo y doblado que el mío, comparando la figura de  su gastado cuerpo con el ángulo de una navaja a medio abrir. Es un relato muy corto, suficiente, para qué más, si de lo que habla es de la buena muerte, esa que resulta invisible hoy en día, en este no parar contemporáneo. Imposible de ver con esta prisa que llevamos encima y que nos tiene desolados, al común de nuestra especie,  a esta humanidad que cargamos cada uno y cada día al levantarnos, que nos dobla la espalda y nos hace caminar definitivamente solitarios y encorvados.  

Puede que  sea por eso, que cuando muere gente como Jhon Berger -lo que sucedió en 2017- llegamos a pensar que hay personas a quien la muerte encorva pero no mata, porque no puede.  

Ésto decía Jhon Berger en ese relato "sobre la buena muerte"

"F  tenía 95 años y, si bien caminaba tan encorvado como una navaja a medio abrir, se preparaba las comidas, leía el periódico y seguía lo que sucedía en Medio Oriente. Desde la muerte de su esposa, ninguna mujer había vivido en la granja. Sus hijos, que sí lo hacían, habían aumentado el número de vacas lecheras de tres (cuando iban a la escuela) hasta las más de cien actuales. A medida que F envejecía, sus hijos, que creían en el trabajo, lo aceptaron tal como era y no trataron de cambiarlo. Era un hombre que pensaba, rezaba y no trabajaba mucho. Era anarquista por temperamento. Respetuoso y obstinado al mismo tiempo.

Hace poco los hijos reconstruyeron toda la casa, pero dejaron intacta su habitación, ubicada junto a la cocina, para que pudiera seguir dando exactamente los mismos pasos, seguir con su rutina de cortar verduras para la sopa, rezar, encender la pipa y tratar de contestar sus propias preguntas. F murió hace dos martes. Por la tarde, apenas antes de la hora del ordeño, los hijos lo hallaron en el suelo junto a su cama. Le costaba respirar. Telefonearon a todos los lugares posibles. Sólo los bomberos locales contestaron.

Alrededor de las diez de la noche los bomberos trasladaron a F al hospital de la ciudad más cercana, donde murió a las cinco de la mañana. Retirado con precipitación de su casa, pasó las últimas horas de su larga vida con escasa atención médica. En tales circunstancias, de las que ninguno de los involucrados tuvo la culpa, murió separado arbitrariamente de toda la experiencia humana, aprendida en el transcurso de siglos, relacionada con la tarea de estar con -y acompañar- a los moribundos.

En su juventud había pocos médicos en esta región alpina, y las personas estaban acostumbradas a manejar la enfermedad (y la muerte) entre ellas. Para el momento en que nacieron los hijos había un servicio médico nacional: los médicos recibían llamados en plena noche y acudían a las casas; los hospitales se ampliaron. Poco a poco la población empezó a depender de un consultorio médico profesional y a tomar pocas decisiones por sí misma. Hace diez años, con la privatización y la desrregulación, las cosas volvieron a cambiar. En la actualidad, la atención médica en un caso de emergencia quedó reducida a un servicio de transporte compulsivo. F no murió en lugar alguno". (Jhon Berger)

miércoles, 26 de marzo de 2025

NUNCA ESTUVE EN DAMASCO, SOLO AQUEL INSTANTE

 

                                              Foto de Escandar Algeet junto a la portada de uno de sus libros (“Ojala joder”, publicado en 2015 por la editorial “Ya lo dijo Casimiro Parker”) 

 

 "Nunca sobran las palabras (ni las personas) para soñar con un camino sin miedos" 

Hace unos días estuve en la biblioteca pública de Aguilar de Campoo para escuchar el recital poético de Escandar Algeet, de padre sirio y madre palentina, poeta nacido en la ciudad de Palencia, en 1984, por eso que me parezca todavía joven, cuando yo  por entonces ya era padre de dos niños de nueve y ocho años, vecino provisional del Barrio España de Valladolid y que hasta entonces nunca se me había pasado por la cabeza la idea de vivir en esa pequeña y remota provincia románica del solar ibérico. 

Escandar necesita un sombrero para salir a escena y recitar sus poemas y no verse desnudo, por eso, aunque puede que me equivoque, elige esa imagen de bohemio a punto de coger una borrachera en el bar de tu barrio un rato antes de contarte sus penas. 

Algunas veces la vida nos aleja de nuestra vida y, ese momento, aparece la poesía, con las palabras mirando de reojo, sospechando de todos los amaneceres (de “Un invierno sin sol”, su segundo libro). 

Que me perdone Escandar por trocear su poema y ponerlo resumido en prosa, como a mí me pide el cuerpo, que no acabo de entender esta manía de los poetas de obligar a los lectores a hacer pausas donde a ellos se les antoja, a cada renglón, dando por hecho que los lectores carecen de suficiente criterio y sensibilidad poética para detenerse donde les pida el cuerpo. 

Me gustó su recital,  porque Escandar me pareció sincero mientras leía y mientras de vez en cuando, cuando se atrevía a levantar la vista para ver bajo la sombra de su sombrero la cara de los que allí estábamos una tarde de invierno: solo para escucharle. Y mira que cuesta convencerme a mí, que tanta aversión tengo por la poesía recitada, mucho más cuando se anuncia y publicita como "espectáculo sincero" (que no es este el caso), que lo diré como lo siento, porque esa poesía recitada generalmente me pone de los nervios, como lo haría una sesión de terapia de la asociación local de alcohólicos anónimos, o una de esas odiosas "dinámicas de grupo" de los animadores sociales de las casas de cultura municipales, que a ellos les sirven, creen,  para romper el hielo. 

"Si veis al amor por ahí, solo decidle que lo siento. Que el frío se ha hecho ciudad y yo, solo, he aprendido a quemarme. Que la poesía pague los destrozos y su recuerdo sea mi única migaja de calor. Esta es la historia de un derrumbamiento. El infierno hecho paisaje. Mi baile nupcial sobre el lodo. Un invierno sin sol" (versos del mismo libro, con ese título de "Un invierno sin sol")

Todavía me sorprende que yo no tuviera noticia alguna de la existencia de esa modesta editorial que publica todos los libros de Escandar Algeet (seis por ahora), con ese nombre tan curioso, que no puede ser menos comercial, ni a la vez más llamativo: "Ya lo dijo Casimiro Parker".  

Y mucho menos me sonaba, hasta ayer, que en Madrid existiera un bar, también modesto, propiedad de Escandar y sus amigos Marcus Versus y Carlos Salem (escritor y periodista, que coordina las sesiones), un bar que se llama "Aleatorio", ubicado en Malasaña y especializado en recitales poéticos y no en pinchos de berenjena con gambas, por ejemplo. Donde Escandar también trabaja de camarero. "Aleatorio" es un nombre, que puesto como rótulo en la fachada de un bar de poesía, más que al azar me suena a "aleteo". Es un bar que al parecer se considera heredero del "Bukowski" que cerrara en 2013 y que como aquél pretende darle una vuelta de tuerca al concepto de "poesía de barra", que me parece bien, teniendo en cuenta la miseria de este mundo en el que casi todo ya es mercancía, me refiero a todo lo que no sea amor, como dijera más o menos otro poeta -éste asturiano-, Pablo Ardisana.

Me veo aquí obligado a un paréntesis que merece la pena, para referirme a la cita que hiciera Pablo Ardisana -y que yo conservo- de su escrito "Palabras de la tribu", concretamente estas palabras: "Creo recordar que Pedro Abelarso y el doctor Marañón vinieron a decir, más o menos, que la amistad es cosa más grande que Dios. Se entiende que el clérigo filósofo y el médico humanista eran, en la afirmación, un tanto hiperbólicos, pero yo tengo por entrañable certeza que la amistad es uno de los pocos dones, exactamente humano, que te hacen amable y amada la existencia. Sin embargo, más de una vez y más de dos, la amistad te juega embarazosas pasadas, te pone en no deseados aprietos, te hace sentirte más nervioso que en la sala de espera de un dentista". 

¿Véis, como para escribir poesía no hace falta desperdiciar el espacio en blanco a cada renglón?.  

 ***

Casi al final del recital -creo que fue a la altura de un poema que hablaba de "hogares y hogueras" (que por un momento yo mal-entendí "hogares o guerras")- Escandar Algeet se refirió a su padre en un momento del poema, tras indicar que su padre estaba entre nosotros, su audiencia, sin que yo me hubiera dado cuenta: 

Era un señor mayor sentado en la fila de atrás, que fue médico en Aguilar de Campoo durante unos años, con el que tuve ocasión de tratar durante el trienio en que me tocó trabajar como celador en el centro de salud  de la villa campurriana. De vez en cuando, por entonces tuvimos alguna conversación, no muy larga, dado que siempre se daba en alguna de las pausas del trabajo, y lo recuerdo como alguien muy amable, al que yo de vez en cuando le preguntaba por Siria, su tierra, por cómo le iban las cosas a su país y a su familia. 

Al acabar el recital me acerqué a saludar al padre de Escandar, que me recordó a pesar del tiempo transcurrido sin vernos. Y ya de regreso a casa pensé que me hubiera gustado hablar con Escandar después del recital, para contarle lo mismo que  le conté a su padre en una de esas conversaciones que tuve con él hace ya un montón de años, en el  centro de salud de Aguilar de Campoo, es esta historia de un pequeño milagro: 

Trabajando de muy joven en el Hospital Clínico de Valladolid, siempre en Urgencias y siempre en el turno fijo de noche (para poder asistir a clase, por las mañanas, en la Escuela de Magisterio), serían las doce más o menos, de la noche, cuando un día me llaman para que acompañe a una paciente que acababa de llegar con una espina clavada en la garganta, hasta la planta donde estaba esperando el otorrino de guardia. 

En el ascensor, teniéndola apenas a un metro de distancia, pude darme cuenta de que aquella mujer olía muy bien, con ese olor dulzón del pachuli que enseguida te hace pensar en el lejano Oriente. La pregunté si se encontraba bien, me dijo que no por señas, indicando su garganta, y así de frente y tan de cerca vi que a pesar de estar angustiada y dolorida,  era una mujer  muy hermosa, de edad indefinida y con ojos muy negros y muy grandes, de tez oscura y pelo muy negro, con poderosa apariencia, lo que vulgarmente se dice "una mujerona". 

Y mientras yo le contaba ésto al padre de Escandar, mi sorpresa fue que éste conocía perfectamente a aquel otorrino, que también era sirio y que también había estudiado, como él, Medicina en Valladolid. 

Bueno, pues tras cruzar largos pasillos, medio a oscuras a aquellas horas en la planta de consultas,  entramos al cuarto donde esperaba el otorrino de origen sirio que aquella noche estaba de guardia, al que yo conocía de otras noches de urgencias. Y al entrar fue cuando sucedió aquel milagro: se miraron  los dos y ambos dieron como un respingo seguido de un gritito contenido, que supuse era en lengua árabe. Se miraron y se aproximaron fundiéndose en un sentido abrazo, mientras yo asistía, entre incómodo y maravillado, a aquel encuentro entre dos viejos conocidos...no sabía donde meterme y discretamente dije: doctor, estaré en el pasillo, llámeme si me necesita...y con los ojos llorosos, el otorrino me miró diciéndome: gracias y disculpe, Fernando, es que ella fue mi novia en Damasco

El padre de Escandar ya no se acordará de esta historia que le conté, pero para mí es inolvidable aquel instante en que tuve ocasión de sentirme transportado a Damasco, la capital de Siria que ya por entonces tenía más de dos millones de habitantes, entre los cuales hubo dos que fueron novios en el mismo barrio y resulta que solo yo fui testigo de su reencuentro en un hospital de Valladolid, pasados muchos años, por culpa de una espina clavada en la garganta de aquella mujer que tan bien olía

He sabido que hoy en día Damasco sigue tan revuelta o más que entonces, que es la segunda ciudad más poblada de Siria después de Alepo, y que entre los sirios es conocida con el apodo de "ciudad jazmín", por algo será, digo yo.