El mundo es habitado por individuos humanos que, desde la remota antigüedad, vienen asociando sus vidas en un espacio físico-territorial concreto, determinado por la existencia de los recursos necesarios al sostenimiento y reproducción de sus vidas, generando con ello una compleja red de relaciones sociales entre los individuos que habitan un mismo territorio y entre los individuos y comunidades de otros territorios.
Desde el primitivo hábitat de las cuevas, hasta las megápolis contemporáneas, los individuos han buscado habitar el territorio en asociación con otros individuos, desde la más simple asociación por razón de parentesco, hasta la más compleja evolución de la tribu, que conduce hasta la fundación de la primera urbe conocida, en la antigua Mesopotamia, hace más de diez mil años.