miércoles, 25 de noviembre de 2015

EMANCIPACIÓN O DOMINACIÓN, ESA ES LA CUESTIÓN


El tránsito hacia la emancipación es un camino integral, simultáneamente individual, social, ético, económico, político y ecológico, necesariamente revolucionario, que no pasa cada cuatro años por las urnas, sino por construir la autonomía cada día, contra toda dependencia y subordinación, hasta superar la hegemonía del estado de dominación en que vivimos, disolviendo sus instituciones (Propiedad, Mercado y Estado), reintegrándonos en la naturaleza de la que somos parte, restaurando la dignidad humana y la vida comunitaria como verdadera democracia de iguales.
El verdadero conflicto se sustancia hoy en dos frentes de fuerzas contrarias e irreconciliables, emancipación (autonomía) contra dominación (dependencia). Quien apoya a las fuerzas de la dominación es su cómplice, está impidiendo -consciente o inconscientemente- la revolución integral que es necesaria para avanzar hacia la emancipación.




Pensamos que, de por sí, el comportamiento humano no es fiable y que no lo es por naturaleza, sea cual sea el sistema que organiza nuestras vidas. Pensamos que la realidad social es un suceso natural, algo que sucede inevitablemente, como la fotosíntesis o la erupción de un volcán. Este es el pensamiento hegemónico, un pensamiento básicamente reaccionario, un error fatal. Todavía no hemos llegado siquiera a imaginar que esa realidad, como el propio proyecto de la vida humana, es algo que se construye, que no tiene por qué estar predeterminado ni obedecer leyes inexorables, como la matemática celeste que rige la órbita de los planetas alrededor del sol. Todavía estamos lejos de imaginar siquiera la revolución personal y social que es necesaria para acabar con este pensamiento autodestructivo, que vela nuestra comprensión de la realidad.


Tenemos mala memoria, nos han enseñado a olvidar la historia y a despreciar nuestra experiencia personal e histórica. Nuestros educadores quieren hacernos creer que nunca hubo un tiempo mejor que el presente, otro error fatal, que nos impide conocer y aprender del pasado, que ni siquiera nos sirve para hallar consuelo a los males del presente.

Partimos de un mal planteamiento, que acaba distorsionando toda nuestra percepción de la realidad al modo que lo hace un narcótico adictivo. Ya sólo pensamos aquello que nos han enseñado y lo hacemos al modo y dictado de nuestros educadores. Cabe abrigar dudas acerca de si en alguna época del pasado lo hicimos libremente, pero lo cierto es que, en todo caso, hoy ya no pensamos por nosotros mismos. Así, la realidad resultante es obra de pensamiento y proyecto ajeno, sin que nosotros acabemos de verlo y, en consecuencia, de creerlo. 
 
Hemos evolucionado malamente, somos seres amaestrados y dependientes, incapaces de pensar y actuar con autonomía. No es de extrañar que sigamos una estrategia vital tan desorientada y ajena, fundada en el azar y en una suerte de vida que no nos es propia. Seguimos una estrategia impuesta, un camino unívoco hacia ninguna parte. Viajamos del presente Estado de dominación hacia un futuro Estado de desintegración...no es un eslogan antisistema, es una constatación fundada en señales evidentes y alarmantes. Fuere cual fuere nuestro pasado histórico, lo que queda de nosotros es un despojo, un individuo incapacitado para pensar y actuar por sí mismo, absolutamente supeditada la existencia a su condición de objeto, un ser subordinado y dependiente, un individuo aislado y fragmentado, anulado para vivir en comunidad, un individuo que vive en contra de su propia naturaleza, un individuo cuya vida no le es propia, es carente de sentido, está reducida a su mínima expresión animal, a subsistir como sea y a cualquier precio.

La realidad es diseñada sobre un dilema de falsas oposiciones: izquierdas/derechas, occidente cristiano/oriente musulmán, España/Cataluña, campo/ciudad, hombre/mujer, ciencia/religión, público/privado, etc. Pero el verdadero dilema civilizatorio, la verdadera y oculta confrontación no se dirime entre los fragmentos de una realidad impuesta, sino en términos de  dominación/emancipación.
  

 
Lo digo a quienes piensan votar en las próximas elecciones, votar no es un acto inocente, debéis ateneros a las consecuencias, más todavía si sospecháis que el resultado  está previamente diseñado y amañado. Tras pensar bien vuestro voto, no en términos de derechas/izquierdas, sino de dominación/emancipación, os propongo un sencillo experimento: dibujemos dos columnas -fuerzas de la dominación y fuerzas de la emancipación- a continuación, en cada una de ellas, situemos a los partidos que se presentan a las elecciones; luego, cada cual ha de elegir una de las dos columnas...no quiero engañaros, este ejercicio tan simple puede cambiaros la vida. Lo digo por experiencia propia y por eso aviso: corréis el riesgo de que se os pasen las ganas de votar. 




 



 

 



 

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