martes, 21 de julio de 2015

EN ESTE MOMENTO, ¿QUIÉN TEME A RAJOY?

 
Obligados a ganar

Votar es siempre un acto de aplazamiento basado en suposiciones; escogemos a otra persona, a alguien que en el supuesto de que resulte elegida, suponemos que representará nuestros supuestos intereses. Si nuestros supuestos representantes no resultan elegidos, toda la energía que hemos gastado en apoyarles es desperdiciada, tirada al cubo de la insignificancia. El supuesto poder que creíamos tener al ejercer el voto siempre es dirigido hacia otra persona, sea nuestro candidato o el contrario, hacia alguien que siempre lo usará en nuestro nombre, aunque luego lo ejerza en contra de nuestros intereses. Siempre.
 
Las élites económicas y políticas no tienen miedo a la gente organizada en partidos, saben que éstos siempre encauzarán a la gente hacia el interior del sistema, hacia objetivos parciales y secundarios, nunca hacia los sustanciales. Saben que los partidos les son muy útiles, que aunque tuvieran que ceder a algunas de sus demandas, los partidos siempre colaborarán al mantenimiento del sistema que les une y del que depende su subsistencia; saben que los partidos siempre impedirán que la gente pueda, incluso cuestionarse los asuntos principales que determinan sus vidas, como la expropiación de la tierra y el conocimiento que nos son comunes, como el trabajo asalariado o la falsa democracia representativa. De la mano de los partidos, la gente nunca pondrá en riesgo el tinglado ideológico-legal-militar que fundamenta y sostiene a la compleja sociedad de mercado, a sus instituciones estatales y mercantiles.


A quien de verdad temen las élites dominantes es a la gente organizada por sí misma, a la gente que no vota por convencimiento propio y que acompaña esta libertad de pensamiento con la acción directa, que construye la alternativa y ataca de frente al sistema. Sólo temen a quienes eligen situarse al margen y en contra, por eso prefieren la protesta legal de los partidos, incluso prefieren los disturbios causados por violentos grupúsculos de nihilistas desesperados. En ambos casos, el sistema sale legitimado: “somos la Democracia, todo lo demás es anarquismo -dicen-, sólo caos y violencia”.

 
En primera instancia, los gobiernos siempre intentarán neutralizar la acción directa mediante los medios y técnicas de desinformación que les permiten el monopolio de la opinión pública o bien provocando el clima de violencia que justifique la intervención policial. Pero, incluso desde la visión utilitaria de la oposición política, los resultados de la acción directa siempre son superiores a los conseguidos por los cauces “legales”. Un movimiento social que se autoconstituya asambleariamente, sin estructuras centralizadas, sin jerarquías ni líderazgos, le resulta tan incomprensible como insoportable a las élites empleadas en el control de la sociedad. En la Constitución creen tener bien amarrado otro de sus monopolios, el de la “legitimidad democrática”, ésta es su suprema ley constituyente : es obligado pasar por taquilla”. 



 

¿Quién teme a Rajoy?... Si el único objetivo de las próximas elecciones generales consiste en quitar del medio a Rajoy, eso ya lo habría conseguido hace tiempo el 15M de no haberse dejado domesticar. Es más, abundan los indicios de que Rajoy ya ha dejado de serle útil al sistema, como seguramente comprobaremos tras las próximas elecciones. 

Entiendo la preocupación de quienes tienen limitado su objetivo político al resultado de esas elecciones. Entiendo, por ejemplo, que Alba Rico (*) muestre su preocupación ante el clima de competencia electoral existente entre Podemos y Ahora en Común, ante la desorientación de una izquierda que, según él, no es consciente de cuál es su objetivo y su concreta responsabilidad histórica en este MOMENTO:

La victoria, pues, pasa de manera inmediata por responder afirmativamente a la consulta sobre la “confluencia” y luego, a fin de evitar repartos familiares de huecos y esquinitas, presionar para hacer una lista “popular”, no una lista “incluyente”. El momento es ahora. Los momentos se pierden. Completemos la lista con cocineros, escritores y cantantes y, si tenemos que convocar mediante un güija a -qué se yo- Paco de Lucía o El Camarón o -aún más- a la propia Lola Flores, hagámoslo sin dudarlo. Para que acudan a nuestra llamada, en todo caso, Podemos debe abrirse más y sus críticos cerrarse menos. De nada valdrá pasarse los próximos cincuenta años, cargados de razón y vacíos de mundo, en las cunetas de la historia”.

Ese es el problema, don Santiago, que ustedes fían todo el Proceso a la oportunidad del Momento, y que -como usted dice- “hay que obligar a Podemos a ganar, aunque a veces parezca no querer; hay que obligar a sus críticos, que a menudo tienen razón, a que ayuden en esta tarea”...”a sus críticos de izquierdas hay que reprocharles, en cambio, que hayan confundido el momento con el proceso hasta el punto de disolver el momento en un proceso que, por eso mismo, acaba anulándose a sí mismo con todas sus esperanzas”...ya sabemos que se puede retorcer la realidad y su argumentación hasta hacerla cuadrar con el objetivo-deseo elegido de antemano. De no ganar Podemos las próximas elecciones, siempre le cabe la posibilidad de echar la culpa a sus críticos de lo que pase en España, en Europa y en el Mundo durante los próximos cincuenta años.

Ese y no otro es el problema del Momento, don Santiago, esas irresolubles contradicciones que padece todo ludópata electoral, que se ve obligado a apostar toda su hacienda a una sóla jugada, en un sólo momento...independientemente de que acabar con Rajoy sea un objetivo tan triste como el propio personaje. 




Nota (*): Artículo de Santiago Alba Rico titulado AUN ES EL MOMENTO, publicado en Cuarto Poder






1 comentario:

Loam dijo...

Mientras el objetivo sea "la cima" (la conquista del cielo, según Pablo Iglesias; el poder estatal, según lo entiendo yo), no habrá más que monos trepando ávidamente hacia ella. Que no cuenten conmigo, ni en las ramas ni en las urnas.

Salud!