sábado, 7 de febrero de 2015

ESPEJISMO POR SISTEMA




El animal le arranca el látigo a su amo y se flagela a sí mismo para convertirse en señor. No sabe que todo es una fantasía provocada por otro nudo en la correa de su dueño. F. Kafka

Pululaba la “vida predestinada” en Grecia, donde se gestó la mentira democrática; y concurrió, insolente, Diógenes el Perro, maestro de la escuela quínica, denigrando la cosificación y la esterilización del existir. Se le ve cruzar el ágora con un candil en la mano, en pleno día. ¿Qué busca? ¿Para qué un candil bajo el sol? “Busco un hombre”, responde, rodeado de simulacros de lo humano, de hombres aparentes… Buscaba a un hombre autónomo, hombre-hombre, y no al ejemplar de un rebaño; buscaba una vida “no predestinada”. Pedro García Olivo fragmento de Crear, luchar, vivir.
 


Varias personas, amigas o vecinas, me han preguntado en los últimos meses: ¿habiendo estado en el 15M, cómo es que no colaboras en Podemos?...Sin duda, se trata de personas que no leen mi blog, al menos habitualmente. Aún así, quiero responderles públicamente, aún a sabiendas de que el asunto interesa a muy poca gente, aunque sólo sea por suscitar una reflexión al respecto.


Primero, considero necesarias algunas aclaraciones previas acerca del 15M. Aquel movimiento fue una reacción popular y expontánea en la que mucha gente vimos una oportunidad histórica, creímos entonces que podía conformarse un movimiento social antisistema y autónomo, independiente de las organizaciones políticas y sindicales, esas que tanto desde el gobierno o desde la oposición han servido para dar sustento al sistema estatal-capitalista. Esa oportunidad se perdió por razones que ya han sido analizadas y hechas públicas por mí y por gente mucho más cualificada.

Es erróneo que Podemos sea la consecuencia única del 15M, sí es cierto que es la más visible y mayoritaria. Pero también lo es que una minoría no despreciable ha optado por dar continuidad, a su modo, al espíritu y la praxis original del 15M, basados en la crítica al sistema y en la práctica de la democracia directa. Esa minoría, no alineada en Podemos ni Ganemos, ha derivado en un profuso abanico de colectivos autónomos y autogestionarios, que se han multiplicado y esparcido por todo el territorio, generando o nutriendo numerosas iniciativas locales, como grupos de afinidad y ateneos libertarios, centros sociales autogestionados, el movimiento de ecoaldeas y pueblos en transición, las cooperativas integrales, grupos de autoproducción y consumo, el movimiento por la recuperación de la ruralidad, la creación de monedas locales, etc. Son lo más parecido, la consecuencia más práctica y coherente que siguió al 15M, son lo único que quedará “vivo” cuando llegue el fiasco populista de Podemos en versión neosocialdemócrata, un fiasco que será todavía mayor al causado por el PSOE, el que entonces sirviera para abrirle paso a las mayorías conservadoras del PP de Aznar y Rajoy.


Las «burocracias del bienestar social», los partidos socialdemócratas, tienen una función histórica: emergen cuando el malestar social es más potente, para acabar con la capacidad de autoorganización de los individuos y con la cooperación comunitaria, generando impotencia psicológica entre los individuos, en una suerte de auténtica «toxicomanía» de la asistencia estatal, como advierte incansablemente Ivan Illich en su obra. Sobre esa adicción ha sido construido Podemos, una toxicomanía imposible de satisfacer en el tiempo presente, si no es de forma fugaz y efímera, entre burbuja y burbuja. Mucho más difícil de satisfacer que en los tiempos del PSOE, imposible en un tiempo presente en el que nos han sobrevenido suficientes evidencias de estar situados en la fase terminal de la economía capitalista, abocada al colapso en las próximas dos décadas. Lo sabemos, pero, al igual que sucede con el cambio climático, nos sorprenderá sin estar preparados. Y Podemos será arrojado a las tinieblas por la misma masa social que en los próximos meses les aupará al poder. Y eso, sólo en caso de no torcerse sus expectativas electorales de aquí a noviembre.

Dice Santiago Alba Rico -recién adherido a Podemos- en un reciente y clarividente artículo: A mi juicio las decisiones de Podemos se inscriben en un “contexto” de vicios contrarios -que nos mantienen de pie en la virtud, por recordar a Pascal- en que lo más fácil es hacer las cosas mal y lo normal es que salgan bien. Si cambia ese contexto, cuando cambie ese contexto, puede empezar a ocurrir al revés, que se hagan las cosas bien y salgan mal, que es, por cierto, lo que le ha venido pasando a la izquierda durante los últimos cuarenta años. Hemos hecho muchas cosas bien y todas nos han salido mal”...”ese “contexto” está relacionado con el cansancio y la indignación de una población poco preparada para el cambio, que se politiza positivamente a través de la ambigüedad calculada -o del medido ajuste- del discurso oficial de Podemos, pero que en su mayoría sigue perteneciendo -digamos- al “pueblo de la televisión”. Esta interpretación justifica la dependencia mediática del proyecto y de su liderazgo y expone, por eso, a algunos peligros que no se pueden desdeñar. La televisión es como la criptonita, el mineral radioactivo que debilitaba a Supermán; sin ella -sin la tele- no se adquiere existencia, pero la TV reclama el sacrificio de miles de doncellas todos los días, de manera que, bajo su luz engañosa, verde y morada, se envejece enseguida, y ello con independencia del discurso. La sobre-exposición induce a errores y deslices que se olvidan enseguida dejando una capa de sarro, pero produce, sobre todo, un efecto de normalización que integra al interpelado, también con independencia del discurso, en el horizonte del “régimen”.


La expectativa electoral de Podemos depende en un cien por cien de la evolución de su imagen y audiencia televisiva, ese es su estigma de nacimiento, su “pueblo” no es otra cosa que la voluble y modelable audiencia de la tele. Y de resistir en las encuestas hasta las generales de noviembre, de llegar al gobierno, ese “pueblo televisivo”, adherente vía facebook, no se conformará con novedades constituyentes y participativas, cosas que para entonces importarán poco si no conllevan un sustancial incremento del empleo, del salario y del consumo. Volverá a confirmarse que el régimen, cuando se juega con sus cartas y en su terreno, siempre gana. Porque las cartas están marcadas de antemano y el resultado obedece a esa predestinación. No es lo que yo quisiera, es lo que sucede. Y las opciones de futuro son escasas: demofascismo o revolución integral. Y si tuviéramos que fiarnos de las tendencias apuntadas por la realidad presente, tendríamos que preveer un fascismo de nuevo cuño, postmoderno y de apariencia democrática, que como todos los anteriores fascismos sólo podrá sustentarse con el apoyo de las masas adscritas a una sólida  y religiosa fe en el Estado. Esa dependencia del Estado, esa ilusión del “bienestar social” es lo que el sistema de dominación ha cultivado a escala global desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Así, pues, el terreno está abonado para el regimen demofascista que ya se ve venir.


Segundo, por lo que concierne a la situación en el territorio en el que vivo (la comarca de la Montaña Palentina), ésta es mi visión al respecto de las próximas convocatorias electorales: en este territorio, profundamente conservador y dominado por una sólida red clientelar tejida durante muchos años por el franquismo y luego por los partidos postfranquistas, esas candidaturas no tienen ninguna posibilidad electoral. El PP conservará su hegemonía en las próximas elecciones, el PSOE conservará su cuota cada vez más reducida y IU subsistirá en la insignificancia política, ambos -PSOE e IU- “beneficiados” aquí por la ausencia de Ganemos y Podemos.

Allí donde se organicen estas candidaturas ciudadanistas, siempre será menos mala la opción Ganemos que la de Podemos, porque siendo dos opciones igualmente reformistas -que vienen a arreglar el sistema y, por tanto, a reproducirlo y fortalecerlo-, me parece que Ganemos es la menos mala porque, al menos, tendrán un funcionamiento relativamente más “democrático”, no sujeto a la disciplina y jerarquía que ya caracteriza al partido Podemos. Y menos malo aún, sería que se organizasen candidaturas de Unidad Popular, autoconstituidas localmente y organizadas como agrupaciones electorales; eso sería lo menos malo, pero a la larga con la misma consecuencia, la de un nuevo fracaso de la cultura de izquierdas, irreversiblemente contagiada de la ideología hedonista, economicista y estatalista que comparte con la facción derecha del sistema.

Su propia dinámica conduce irremediablemente al conjunto del sistema a una situación generalizada de colapso ecológico, económico y social. Eso es lo previsible, porque ya lo tenemos presente, porque está sucediendo, por más que cerremos los ojos a la realidad. Y pienso que en ese contexto, al sistema sólo le queda una salida para gestionar el colapso que se avecina, una salida que ya no puede ser socialdemócrata, que tendrá la forma de fascismo “democrático” y que ya está siendo ensayada.

Se pide peras a un olmo estatal cuyo fruto natural es la dominación y la escasez. Quienes padecen un espejismo tienen una visión distorsionada del paisaje, ven visiones, interpretaciones alucinadas de una realidad inexistente, ven manantiales de agua fresca brotando del desierto. Pues no otra cosa, sino un espejismo, es lo que padecen quienes tienen su esperanza puesta en las elecciones. Y, como en todos los espejismos, al aproximarse horizonte y realidad sucede que se torna en dolorosa frustración, en mayor sufrimiento para los sedientos alucinados.
Entonces, ¿no hay nada que hacer?...Todo lo contrario, pienso que todo está por hacer, empezando por ser conscientes del espejismo que padecemos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Incisivos tus argumentos, Feranndo, como siempre. Aunque estoy de acuerdo en ciertas cosas, estoy participando por primera vez en mi vida en algo electoral, precisamente porque no es algo solo electoral, y por la idea de unidad popular con actuación social simultánea (solo lo electoral no va a ningún sitio, obviamente, pero conquistar algunas parcelas del poder poítico, con todas sus contradicciones, es esencial para que quienes tienen el poder económico y el mediático no tengan también todo el BOE. Y no hay revolución clásica a la vista: los más empobrecidos son los más invisibilizados. Me explco un poco más en http://jei.pangea.org/w/spip.php?article145 - José Emiliano Ibáñez.

nanin dijo...

Los más empobrecidos e invisibilizados hace tiempo que están privados de la conciencia ética y social que sería necesaria para poder pensar en una revolución clásica, como tú dices. Es el resultado de muchos años de “mala educación” ideológica, enfocada en la obediencia y el respeto a la jerarquía, en el espejismo del progreso, en el consumo como principal motivación existencial, hasta lograr su absoluta docilidad y dependencia vital. Y no será la clase media quien lo arregle. Veremos cómo, a nada que se deteriore la audiencia mediática de Podemos y que cuele el mensaje de la recuperación económica del PP, la mayoría de esa clase media irá perdiendo su actual interés por los pobres invisibles y volverá al estado que le es propio, al de clase mercenaria, eso a lo que se llama el centro político, que, como sabes, puede apuntar hacia la izquierda, a la derecha e, incluso, al fascismo, según contexto y a conveniencia.
A mí me sucede al contrario, ya vengo de intentos electorales (con PSOE, IU y CGT) y, después del 15M, mi diagnóstico ya no es compatible con estrategias de atajo por vía electoral. Sí pienso que se abre una ventana de oportunidad electoral, pero para un fugaz periodo neosocialdemócrata, para nada más. Yo apuesto por el medio-largo plazo, por un proceso constituyente de institucionalidad popular, desde asambleas locales constituyentes e integrando las iniciativas de autogestión hoy dispersas y en riesgo de aislamiento e integración por el sistema. Preveo que, más adelante, coincidiremos en eso.

mikaela dijo...

Preveo que, más adelante, coincidiremos en eso. Yo también lo creo.