Escribo
estas notas en el contexto del debate que ocupa desde hace tiempo a la
izquierda histórica y, más recientemente, a los movimientos sociales
emergentes. Distingo dos tipos de
debates claramente diferenciados y que representan estrategias contradictorias.
El primero, de finalidad claramente reformista y electoralista, ya está
realizando movimientos tácticos y celebrando encuentros como el registrado en
esta información de prensa: “indignados y
militantes de izquierda sientan las bases para crear un bloque social con
vocación electoral”.
El
otro debate rechaza las prisas electorales y afronta la autocrítica de la
izquierda y de los movimientos sociales como parte del diagnóstico y como paso
previo para la creación de un movimiento popular, antisistémico y alternativo al regimen
oligárquico actual. Este es el debate que nos interesa a quienes nos sentimos
implicados en el incipiente movimiento por la revolución integral, a la que yo
me permito añadir la denominación operativa de “proyecto democracia”. Este
último debate se está produciendo bajo dos necesidades cuasi dramáticas, la de
superar el gueto y la de encontrar un enfoque estratégico que aproxime a la convergencia
operativa de los movimientos sociales
realmente anticapitalistas y democráticos. Entre las iniciativas que se están
produciendo en este ámbito, quiero significar dos:
1. La iniciativa de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales, que en su ultimo encuentro en Alcalá de Henares, Madrid (junio de 2013)
era concluyente: "una cultura de resistencia y de unidad de la izquierda es imprescindible" (Público, Madrid, 18/06/2013). Los
participantes en el mismo plantean la creación de "alternativas capaces de mirar lo que nos une", como
explica el filósofo político Antoni Aguiló, "ello
permitiría luchar contra la fragmentación y ser capaces de pasar de
una política de movimientos a una política de intermovimientos que actúen a
nivel global…la izquierda no ha sabido unirse
desde 1914 y hoy hemos
heredado las ruinas de esta separación: el capital está unido y
globalizado y su estrategia es dividir y fragmentar a quienes se les
oponen". La convocatoria, en la que participaron cerca
de cuarenta colectivos venía a resumirse en esta consigna: "mirar lo que nos une permitirá luchar contra
la fragmentación".
2.
La segunda iniciativa estaría representada por el libro editado por El Viejo
Topo con el título "Una vez más, laizquierda como problema", del que son coautores Joaquín Miras y Joan
Tafalla, ambos ligados al Espai Marx y situados en la corriente crítica del
marxismo. ¿Cómo afrontar la involución civilizatoria que estamos sufriendo en
España?, ¿qué papel ha jugado la izquierda para que se llegue a esta situación? Estas son las dos
preguntas a las que se intenta dar respuesta en este libro y los dos párrafos
siguientes resumirían dichas respuestas:
-“La
revolución democrática es, para nosotros, un proceso en el que se vaya creando
un nuevo sujeto social colectivo, como consecuencia de la organización de la
gente, en territorios, en barrios, en comunidades, en centros de trabajo,
empezando por donde resulte posible, hasta abarcar el conjunto de la sociedad.
Este tipo de proceso tiene sus tiempos, habitualmente lentos y, para ser
democrático, solo puede darse de abajo arriba. Parte de la experiencia real de
las gentes, permite que la gente haga su experiencia política y transforma a
las clases subalternas en sujeto social y político creador de una nueva cultura
y, consiguientemente, de un nuevo estado(¡!). Su calendario y agenda deben ser
autónomos de los calendarios y agendas heterónomos, es decir, elaborados e
impuestos desde fuera. Concretamente, su calendario no debe depender del
calendario electoral ni de las impaciencias electorales de las vanguardias
externas al proceso democrático de constitución del sujeto político. Este
movimiento aún no existe (aunque en Cataluña existen pequeños embriones que se
mueven en unas pocas localidades) y no puede tener en consecuencia visibilidad
política. La idea de revolución democrática es el “allons enfants” que
recorre Europa desde hace 224 años y es lógico que entre las gentes de la
izquierda haya coincidencia en ella como objetivo”.
-“Afirmamos
que la izquierda actual, al margen de los esfuerzos honestos y denodados de
miles de militantes, no es la solución. Y si no cambia radicalmente de cultura
política, si no vuelve a empezar, no llegará a ser parte de la solución. La
ciudadanía necesita una izquierda que contribuya desde la modestia, desde el
segundo plano y, esto es muy importante, desde su experiencia –la izquierda, en
sus diversas versiones, cierra los ojos a lo que le dice la terrible
experiencia histórica del siglo XX-, a la constitución de un movimiento
democrático y popular, a la constitución del pueblo trabajador en pueblo
soberano capaz de luchar, de organizarse, de deliberar y de crear una nueva
cultura”.
Como se viene
reconociendo, aunque se dan las
condiciones históricas, los movimientos que están por esta opción son aún
incipientes y su iniciativa carece de programa
y estrategia, estando frecuentemente atrapados en la dinámica del activismo
resistente, sin espacio para la reflexión ni para el debate en profundidad.
Quienes integramos el no menos incipiente movimiento por la revolución integral puede que seamos uno
de los colectivos mejor situados para aportar avances en esa dirección hacia la
unidad estratégica de los movimientos antisistema, de “los de abajo y a la
izquierda”, como ellos mismos dicen de sí mismos. Afirmo ésto porque, en medio de nuestras grandes
insuficiencias, quienes estamos por la revolución integral tenemos dos importantes
bazas a favor: sabemos hacia dónde queremos ir y no tenemos prisa; precisamente,
porque conocemos la distancia que nos separa del objetivo.
Sería necesario,
no obstante, encontrar un marco estratégico y operativo suficientemente abierto
para permitirnos la confluencia con la gente que se siente parte de esa
izquierda todavía anticapitalista y autocrítica, que todavía es recuperable
para la revolución integral que está naciendo. Desde mi punto de vista,
ese marco organizativo tendría que servir
a dos objetivos principales: integrar las fragmentarias luchas de resistencia y
prefigurar el modelo de democracia en el que podríamos llegar a coincidir. Ese
marco organizativo, plenamente autónomo y horizontal, podría ser una red confederal
de Concejos Comunales. Con la idea de ayudar a visualizar esta propuesta, he
intentado resumirla en un borrador de panfleto: “EMANCÍPATE”.
1 comentario:
Éste puede ser el planteamiento para continuar por el camino que hemos iniciado; camino lleno de obstáculos como en este mismo texto podemos observar en la referencia que Miras y Tafalla hacen al objetivo buscado.
Como marxistas ortodoxos que son, parecen (al menos por este breve párrafo entresacado de su libro) incapaces de alumbrar una solución sin Estado y ahí es donde más difícil será el encuentro.
Si bien en el movimiento libertario debemos ajustar claramente los límites de eso que definimos como la desaparición del Estado (el concepto "Confederación" puede ser el inicio para encontrar el modelo), no es menos cierto que la izquierda extraparlamentaria ha de aprobar sus dos principales asignaturas pendientes: la crítica del S. XX y la de una estructura, el Estado, que ha servido como eje y base del sistema de dominación imperante desde hace milenios.
Nos queda por recorrer un largo camino… bueno es que nos coja caminando ;)
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