jueves, 7 de abril de 2011

UN BILLETE DE 10 EUROS



Estábamos en el límite del pinar, muy cerca del pantano, Fini recogía leña seca para la estufa de casa y yo escribía unas notas para el blog. Un rato antes, con la mirada ensimismada en el horizonte,  allá al fondo, por los  pagos de Foldada, Matamorisca y Aguilar, acabábamos de comentar el bellísimo silencio de esta tarde, dorada y mágica, cómo estábamos gozando de un abril mediterráneo,  a cien kilómetros del Mar Cantábrico,  también hablábamos del lujo de poderlo disfrutar, de la suerte que tenemos de estar vivos, aquí... yo andaba con mi libreta, retocando unas notas para el blog, reflexiones acerca del  crédito, del dinero y de la banca, argumentando por qué creo que en la sociedad  evolucionada y democrática del próximo futuro el crédito será un servicio público (como la sanidad o la educación), por qué la banca será pública y municipal,  por qué el  dinero nunca más volverá a ser como ahora, anónimo y delictivo ... cuando oigo la voz de Fini, que me llama para que le ayude a traer  hasta el coche la leña que ha recogido. ¡Voy!, voceo, mientras me adentro a derecho en el pinar, por una zona progresivamente incómoda, tupida de tojos y brezales, que me atraviesan el pantalón y me pinchan las piernas. Ya a su lado, recojo un haz de palos gordos y, para no volver  a pincharme, doy un rodeo que me permite salir del bosque por una parte más despejada…¡mira que lo haces complicado, ¿pero por qué vas por ahiií?!, me grita Fini  en el  momento mismo en que delante de mis pies aparece  un billete de 10 euros...no me aguanto y  contesto, también fuerte, para que me oiga bien: ¡porque por aquí  está más despejado y hay billetes de 10 eurooos!... ¡Tú lo que estás es tonto!, me replica, la muy incrédula.

1 comentario:

Nacho Gallego dijo...

Que buena anécdota campestre-Crediticia! Hasta los pinos participan en la economía local!. Un abrazo!