miércoles, 19 de enero de 2011

SOBRAN LAS DIPUTACIONES


Palacio de la Diputación Provincial de Palencia. Enrique Martín, del PP, actual presidente.


La  actual crisis sirve de pretexto para abrir muchos debates, pero especialmente está sirviendo para aquellos que se proponen la reducción del gasto público y que, por ende, pretenden subsanar el déficit público. Son debates pobres y cansinos, además de interesados y siempre impregnados del sucio chapapote de la clase política, que sirve para tapar tanto  la causa  coyuntural, la financiera, como  la causa de fondo, la "madre de la crisis", o sea, la paupérrima democracia que padecemos. En el contexto de esa  aparentemente lógica fiebre ahorradora, todas las tertulias políticas andan dándole vueltas  para meterle mano a nuestro sistema de gobiernos autonómicos, al  que se le asigna una elevada responsabilidad en el  montante del déficit, junto a un alto grado de derroche por razones de ineficiencia, corrupción, duplicidad de servicios, exceso de cargos y nóminas, etc. Sin embargo, apenas he oído alguna voz que reclame la reducción del gasto en las diputaciones provinciales y muchos menos, su desaparición, como propugno y reivindico, desde hace tiempo, en notable soledad. La desaparición de las diputaciones no sólo deberá suceder por razones de economía en el gasto, que también, sino y sobre todo, por razones democráticas, es decir, en defensa de la democracia. Me explico:

El armazón institucional del estado español tiene una mala  base democrática, sacrificada por las prioridades de un proceso de transición política, acelerado e improvisado, en el que urgía salir de la dictadura franquista cuanto antes, a fin de homologar nuestro sistema político al estandar europeo. Han pasado los suficientes años como para que podamos afrontar con racionalidad y sensatez la mejora de este pobre sistema democrático, al tiempo que  la pésima organización del entramado  administrativo y burocrático que soportamos. Y en esa tarea, uno de los obstáculos a derribar es el de las diputaciones provinciales, esa reliquia preconstitucional,  exclusivamente orientada al control  político de los territorios rurales. Las diputaciones han tenido un diferente desarrollo, según  regiones y partidos gobernantes, pero en esencia, todas ellas se sostienen por la vieja mecánica del clientelismo político, incompatible con un sistema  de respeto a la autonomía local  y de gobiernos municipales verdaderamente democráticos.
Desde la premisa de que el sistema actual es muy mejorable, debemos afrontar la necesidad de  fortalecer  la democracia local, porque es en los Ayuntamientos donde ésta toma cuerpo y sustancia real, porque es allí, en los territorios locales (en las comarcas, en las ciudades y en las metrópolis) donde tiene lugar la vida personal y comunitaria de las personas y, por tanto, donde se  produce la ciudadanía y donde la participación es posible, más allá de la raquítica participación electoral  y periódica a la que nos han acostumbrado, a través de la cual  la ciudadanía  está desposeída de su soberanía (en la jerga dominante, se diría que la tiene “estructuralmente delegada”)  y en la que la democracia se halla secuestrada de facto por las organizaciones oligárquicas de los partidos políticos (a su vez  penetrados por el poder económico-financiero).
A todas horas nos lamentamos de la falta de participación ciudadana, vemos cómo la cultura democrática de nuestra sociedad está estancada, en un limbo de resignación que sitúa a la mayoría de la población al margen de la política, de lo público y comunitario. Y esta situación sólo es buena para quienes detentan el poder, sea éste político, social o económico, o los tres juntos, como suele suceder. Pero es un inmenso desastre en todos los órdenes. Que vemos cómo se manifiesta y cómo prolifera a nuestro alrededor  en múltiples y negativas tendencias. Como en la carencia  acelerada de cohesión social, en el progresivo desmoronamiento del llamado estado de bienestar, en la desesestructuracíon social producida por un dominante individualismo consumista, inculto y feroz, en el avance de una crisis ecológica sin precedentes, de largo y catastrófico alcance...Todo ello, junto a una crisis de empleo que, de no ponerle remedio, tendrá dimensión global en las “próximas crisis”,  y que inevitablemente nos conducirá a un escenario de precariedad e inseguridad generalizadas.
Ya sé que las diputaciones no son responsables de todas estas amenazas, pero conviene  tener claro que son parte importante de un problema complejo que nos emplaza a  la tarea urgente de reinventar la democracia desde su raíz, que no es otra que la local, en los municipios, desde  los ayuntamientos.Por eso, las diputaciones son el  primer tapón a quitar, por eso sobran.
En nuestro ámbito rural, debemos ir pensando en actualizar la inoperante y obsoleta estructura municipal, que responde a necesidades de sociedades agrarias y ganaderas de  tiempos muy pasados y alejados de la realidad contemporánea. Tenemos que resolver nuestro endémico minifundismo municipal, concentrando términos, generando nuevos municipios territoriales, con autonomía democrática, con recursos y capacidades de autogestión. Por ejemplo, la Montaña Palentina  debería  constituir un único ayuntamiento comarcal con tres distritos (Guardo, Cervera y Aguilar), recuperando todas las competencias y presupuestos correspondientes, hoy en manos de la Diputación Provincial, de la Junta de Castilla y León, así como de las obsoletas juntas vecinales. Esta reorganización municipal, junto con un giro radical hacia la participación ciudadana y la autonomía municipal, son los cimientos  indispensables que habremos de construir para regenerar la democracia y con ella, la calidad de nuestra vida personal y comunitaria. Sobre las ruinas de la insoportable “normalidad democrática” que padecemos. Las elecciones locales del próximo mes de mayo  no representan esa oportunidad que esperamos, porque todavía no ha fraguado la alternativa  democrática, local y radical que abordará esa  tarea en el próximo futuro... pero en ello estamos.  
Pleno de la Diputación Provincial de Palencia
   

3 comentarios:

Siddharta dijo...

No conocia este blog y me ha llamado la atención el título "Sobran las diputaciones", afirmación con la cual estoy totalmente de acuerdo. Como creo que también estarás de acuerdo por lo que dices en tu artículo, la transición "democrática" creó el sistema autonómico como un difícil compromiso, sin llegar a creerselo de verdad. Y por esto mantuvo exactamente igual las provincias y las diputaciones, que entiendo es una injerencia del Estado en lo local. Si creemos realmente en el sistema autonómico, el Estado que se entienda con las comunidades, y las comunidades internamente que se organizen como quieran, de la manera más eficiente para la eficacia y el ahorro. Entonces, ¿que pintan las diputaciones? gasto y más gasto, duplicidad de administración. Yo no entiendo como en Catalunya (soy catalán) nadie dice nada de esto, creo que en algún momento se habia propuesto, pero el actual gobierno, ni mu.

Rubén García Colsa dijo...

Lo suscribo y lo comparto.

Unknown dijo...

Pues estoy de acuerdo, es una forma de reducir gastos o al menos lo debería ser: desmantelar infraestructura burocrática totalmente innecesaria. Pero teniendo en cuenta cuánto se aferra el personal a las parcelas de poder (incluidas las obsoletas Juntas Administrativas que mencionas), creo que es tan solo un buen deseo más para este año que comienza.

Saludos y que algunos, si no todos los deseos, se cumplan este año ;-D